“Las Lágrimas de mi Padre, también son las mías…” María del Amor Rasero Zárraga

Un martes más, un martes menos; que todos los martes vuelen como el viento hasta llegar a ese Martes de primavera, en el que el Señor cruce el dintel de San Lorenzo.

Sueña la Hermandad, sueña Sevilla, con ese momento en el que todo cobra sentido al sentir el Dulce Nombre de Jesús y de María. Los primeros nazarenos blancos, los que se estrenan y los que llevan desde hace mucho portando el cirio en su costado; el incienso perfumando la plaza; los acólitos levantando los ciriales; el capataz, guiando el misterio, y los costaleros, comenzando a asomar los pies por los faldones de la delantera.

Ante el solo de corneta “cigarrera”, llega Él: su espalda, sus potencias, sus morenas manos atadas. Divino soberano, que ante Anás fue abofeteado. Su mirada, perdida; y una lágrima…una lágrima brotando y recorriendo su mejilla. Ante Él rompe Sevilla: rompe la plaza en aplausos de alegría.

El sueño de los bofeteros, de tus devotos y fieles, se cumplirá pronto; pero antes, te recibiremos con felicidad cuando regreses a tu altar de nuevo. Rezaremos tu oración, besaremos tus benditas manos, y sobre todo, te expresaremos todo lo que te hemos echado de menos.

Un día menos, Padre, para tenerte con nosotros. Las semanas, desde que te fuiste, pararon el tiempo del reloj del campanario, los pájaros cantan tristes y tu Madre…nuestra Madre, conversa con San Juan desde el día que te despediste. Qué larga es la espera, qué profundo el lugar de tu capilla, qué oscuro y lúgubre es todo sin ti.

Dejaste lágrimas en nuestras mejillas, lágrimas como las de tu Madre que te llora con pena y dulzura. Pero cuando regreses, amor de mis amores, serán lágrimas de alegría.

“Lágrimas, como las tuyas…tus lágrimas, Padre, que también son las mías”.

María del Amor Rasero Zárraga
A mi Padre Jesús ante Anás.
A mis hermanos.

Imagen del Boletín de Cuaresma 2015, obra de César Ramírez.