Arte Sacro
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Crónica Sacra Híspalis. Reflejos áuricos sobre la talla. El dorado y estofado (III)


Fco Javier Montiel. El oro se conocía ya en la India hace más de 6000 años. Los  sumerios y egipcios, ya trabajaban con este preciado metal, de manera artesanal, para enriquecer objetos de cultos, sarcófagos, tumbas y ornamentos. Fueron los chinos, quienes descubrieron la manera de trabajar el oro hasta convertirlo en finas láminas o panes, dando la apariencia de oro macizo en las terminaciones de sus piezas artesanales.  Bizancio fue sin duda, la gran difusora artística de este arte del dorado, ya que influenciada por egipcios y orientales, crea una nueva tendencia en sus ornamentaciones áuricas, unidas a la espléndida belleza de su expresión artística en los objetos de lo sacro. La técnica del dorado y estofado, llegó a Italia procedente de Bizancio, extendiéndose su uso en la Edad Media, con las etapas románicas y góticas, por toda Europa, llegando a su máximo esplendor durante el renacimiento y el barroco.  El dorado y estofado, se empleó en los altares, retablos, pasos, y esculturas, siendo a su vez imprescindible, en los majestuosos salones reales y en la corte europea, durante la plenitud del barroco.   En los siglos XVI y XVII, los doradores, estofadores y batihojas, se organizaron como gremio, alcanzando así, independencia profesional de carácter propio, que ha permaneciendo así hasta nuestro días. Doradores sevillanos de la talla de Francisco Ruíz, “Currito el dorador”, Manolo Calvo, Antonio Díaz, Luis Sánchez, Carlos Bravo, Miguel Santana y Mercedes Calvo, han hecho que el arte del dorado según Sevilla, sea reconocido de manera universal.

Iniciamos nuestro itinerario en la Hermandad de Ntro. Padre Jesús de las Penas y Ntra. Sra. de Gracia y Esperanza (San Roque), donde José Manuel Fernández, el sacristán de la parroquia nos estaba esperando. Allí nos contó Irene Gallardo que esta Archicofradía es el resultado de la fusión en 1927 de la primitiva Sacramental de la Parroquia de San Roque cuya antigüedad se remonta a mediados del siglo XVI y de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Penas y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, fundada en la misma iglesia en 1901.  Sus primeras Imágenes fueron, la del Señor de las Penas una talla anónima del Nazareno, que se veneraba en San Roque desde el siglo XVIII y la de la Virgen de Gracia, perteneciente a la Cofradía del Stmo. Cristo de San Agustín, que fue advocada en la nueva Hermandad Nuestra Señora de la Esperanza, primero, y de Gracia y Esperanza después, ya que la Señora seguía siendo conocida por sus fieles y devotos por la antigua denominación. En 1990 se incorpora a esta Hdad. la advocación del Santísimo Cristo de San Agustín como cotitular de la misma.

Durante el año 1997 se conmemoró el 50 aniversario de la bendición e imposición de la corona a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, el Arzobispo Amigo Vallejo, consideró que se daban las condiciones, para reconocer el pleno significado litúrgico y canónico de aquella solemne Coronación, por lo que mediante decreto declara que desde esta fecha y para el futuro, la venerada Imagen de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, ha de ser considerada canónicamente coronada.  

El paso del Señor con magnífico canasto de estilo barroco, de gran valentía en su traza, estrenado en 1929 se completó con la incorporación de la figura de Simón Cirineo, obra también de Antonio Illanes, realizada en 1962.  

La imagen de Nuestro Padre Jesús de las Penas es obra de Antonio Illanes de 1939 y la imagen de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza es obra de José Manuel Rodríguez Fernández Andes de 1938.

Después de visitar la parroquia que ha sido restaurada recientemente, nos dirigimos a la casa hermandad de San Roque, donde pudimos ver los enseres de la hermandad de la mano de Manuel Cosano.

Salimos en dirección de la capilla de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Fundación y Ntra. Sra. de los Ángeles (los Negritos), donde nos esperaba Joaquín Gómez, mayordomo segundo, que nos acompañó durante la visita y Martín García, capiller. Allí Irene nos contó que los orígenes de su capilla se remontan prácticamente a los de la Hermandad. Aunque ha sufrido muchísimos cambios a lo largo de su historia. Se cree que originariamente estaba construida en un estilo gótico-mudéjar, pero que desapareció, ruinosa, en el siglo XVII. Ya en el siglo siguiente se construyó de nuevo en estilo barroco, siendo de una sola nave y cubierta con una cúpula semiesférica. En 1942, como consecuencia de unas inundaciones, la capilla quedó muy afectada teniendo que realizar trabajos de restauración para instaurar nuevamente el culto. Veinte años más tarde, en 1962, el desbordamiento del Tamarguillo destrozó el templo. A mediados de 1965 se inauguró una capilla completamente nueva, es la que hoy vemos, construida siguiendo las líneas trazadas por el arquitecto Juan López Sáez. Presenta una sola nave y está cubierto por un falso alfarque decorado con pinturas simétricas a excepción de la cúpula semiesférica que cubre el presbiterio. El retablo mayor es sencillo y está presidido por la Virgen de los Ángeles. El Cristo de la Fundación se sitúa en la capilla de la Epístola, en un recogido retablo dorado en los talleres de Herrera y Feria. Cabe destacar que desde una venta que da al exterior, el Cristo recibe las oraciones de los fieles a diario. 

El paso del Señor es de 1922, obra de Antonio Domínguez, de estilo neo renacentista, en caoba, sin dorar. La imagen del Santísimo Cristo de la Fundación es obra de Andrés de Ocampo en 1622. Fue restaurado en 1734 y en 1940 por Agustín Sánchez Cid descubridor de la autoría. En 1989 por el Instituto de Bienes Culturales de Madrid.

El paso de palio, fue diseñado en 1960, por Juan Miguel Sánchez. Es de estilo neo bizantino y tiene orfebrería plateada y dorada. La imagen de Nuestra Señora de los Ángeles es de autor anónimo del siglo XVII. Tiene talladas  el rostro y las  manos. Ha sido restaurada por Juan Miguel Sánchez en 1955 y en 1984 por Antonio J. Dubé de Luque.

Acabamos el itinerario en el taller del Dorador Miguel Santana. En 1997 comienza su andadura en solitario, instalándose en el corralón de artesanos de la calle Castellar. En el taller se llevan a cabo diversos trabajos relacionados con el arte del dorado y la restauración. Pasos, retablos, mesas de altares, peanas y un largo etc., salen del taller después de pasar por un minucioso y profesional proceso, que acredita fehacientemente, la calidad de este taller sevillano.

Miguel Santana y su esposa, Mercedes Calvo, hija del prestigioso dorador Manuel Calvo Camacho, son los responsables de este acreditado taller de dorado, cuyos trabajos artesanales por su excelente calidad, no conocen fronteras. Miguel empezó en el taller del maestro Manuel Calvo Camacho, allí comenzó su formación como dorador y restaurador. Estuvo desde el año 1986 hasta el año 1997. En ese transcurso de tiempo mientras Miguel completaba su formación se realizaron los dorados del paso de Cristo de la Hermandad de la Macarena, paso Cristo Hermandad de las Tres Caídas de Triana, paso de Cristo de la Hermandad de San Esteban, entre otros. En 2014 culminó la profunda restauración, del dorado y estofado del paso del Señor de las Penas, de la Hermandad de san Roque.

Miguel Santana nos explicó muy detalladamente el trabajo que se realiza en el taller y nos hizo una demostración de dorado y bruñido que nos dejó sorprendidos.

Si quieren contactar con Miguel Santana tiene su taller en C/Castellar, 52 local 33. Sevilla. 41003 (España). Teléfono de contacto 954.212.036

http://www.artesaniaenoro.es/

Muchas gracias a todos los que han hecho posible que este itinerario haya sido posible.

Y gracias a Irene Gallardo por elaborar un itinerario tan interesante.










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