Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • martes, 16 de abril de 2024
  • faltan 362 días para el Domingo de Ramos

Nazareno de caramelo. Ignacio Pizarro Ortego


Echo de menos aquellas tardes en las que ansiabas con que llegara ese querido Miércoles de Cuaresma, con el que empieza la espera del gozo y una cruz sobre tu frente.

Aquella espera que es más que gloriosa, porque no es más grande una espera, cuando lo dicho se hace realidad al pasar 40 días. Tardes, noches y mañanas de domingo viendo pasar con ilusión y con una sonrisa de oreja a oreja, una canastilla cubierta de sábanas blancas viniendo a la voz de un capataz, al son de una radio y con la curiosidad siempre presente de adivinar con tu padre de que hermandad sería esa parihuela.

Aquellas vísperas de insaciables con cinta de VHS de Gutiérrez Aragón en casa, discos de Diario16 o cassettes de tríos de capillas, Soria 9 o de la Banda del Sol...cuando no había más antídoto ante nuestra locura, que esperar los viernes con un vía crucis mientras esquivábamos con pescaito frito y espinacas, la condenada carne que podíamos comer de lunes a jueves, y los sábados y domingos...

Tardes de Cuaresma esperando ver a nuestros Titulares en nuestros pasos o imaginándonos que flores llevarían, o como pondrían a nuestra Señora de hebrea, cuando solo unos pocos tenían el privilegio de vestirlas... Y otros pocos de tallarlas.

Pasar por Castellar y escuchar el martilleo de la gubia y el olor a cedro divino bajo la mirada de la torre de la Parroquia de San Marcos, cuando solo unos cuantos sabían y conocían el arte de la imaginería, de los puñales, coronas, sayas y el de tallar canastillas...

Las piedras de Ágata acariciando el fino pan de oro de doradores de la Calle Sol, de ellos a penas se sabe, no sabemos ni quienes son...

Cuando esperábamos como enanos aquel Domingo anterior a uno de Palmas y Ramos, cuando sólo cabía en nuestra cabeza el Pregón de la Maestranza cuando solo uno existía, no que ahora cualquiera puede darse tal gusto de pregonar como si supiera...

Esperar que artista expandiera su arte por un lienzo y plasmara que es para él su Semana Santa, y con qué maravilla nos depararía, y eso que solo uno existía...

Cuando unos cuantos sabían narrar a voces y contar a pluma los testimonios de personas, salidas y discurrir de cofradías, cuando unos pocos existían y no cualquiera escribía...

Esperar aquella fecha para ir a recoger tu programa de mano, cuando la tradición no se veía enturbiada por PDFs o fotocopias, para después llevar en aquel bolsillo arrugado tal librito...

Niños en las sillas divirtiéndose con sus bolas de cera que comenzabas una tarde, con arrugar el papel plata de un bocata que te hacía tu madre pa no pasar hambre, cuando no había tablets ni móviles a los 10 años...

Vuelve Semana Santa; aquella de Centuria y Patón tras los pasos, de Silencio Blanco, Requiem y Soledad de San Pablo... Qué Eucaristía suena mejor que todo lo que quieren inventar detrás de un paso hoy día...

Vuelve Sevilla a ser lo que eras antes, porque sino día a día te irás perdiendo, difuminándote, ante tantas redes sociales, ante tanta gente que viene solo a criticar...

Mírale la cara a la Virgen y déjate disfrutar porque la Semana Santa que conocimos de enanos, poco a poco se va...










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