Arte Sacro
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¿Le rezo en Sevilla o … le rezo en Triana?. Isabel Serrato Martín


No sé para qué hacer distinciones si viene siendo lo mismo. Aun así, hoy toca plantearse dónde rezarle a Dios.

Y es que es a Dios a quien veo en los dibujos, en las últimas obras, de mi amigo Pepillo Gutiérrez Aragón.

Estoy segura que Pepe soñó con Él, soñó con Dios y lo vio bajo su poder inmenso velando por la ciudad. Estoy segura que fue a darle un beso en su talón y en ese beso le pidió, al Dios de Sevilla, que protegiera a quien le regala sus primeros bostezos a la vida. Estoy segura que paseando por San Lorenzo quiso dibujar el rostro del Dios que es Padre e Hijo a la vez. Quiso que de su pulso saliera el rostro del Maestro entre maestros. Paseando por las calles del barrio del Señor, que es lo mismo que pasear por los sueños, Pepe vería como todos los días eran viernes, los días del dueño de su obra. Vio el cielo morado, como el color de su túnica y desafió al color para que sólo Él y el gris del rastro de un lápiz fueran los protagonistas.

Quiso el artista ver a Dios y pintó su rostro, dibujó su cara, sintió su aliento en cada trazada. Quiso el artista que en su obra se viera y se encontrara al Gran Poder de Sevilla.

Pero siguió por el paseo de los sueños el joven aprendiz de pintor, buscando, quizás, una clase magistral. Cruzó el río y lo vio.

Lo vería suspirando porque, aunque pocos lo crean, el Cachorro de Triana antes de expirar, suspira por amor.

Y tanto que lo vio. Lo vio vivo, pero muriendo, muerto pero vivo, porque así es la dualidad de quien no sólo resucita.

Y el artista volvió a ver a Dios para que a Dios veamos en su obra. Volvió a ver a Dios para plantearme la duda de dónde ir a buscarlo, de a qué lugar ir a rezarle.

Lo vio en Sevilla cargar con los pecados del mundo hechos una cruz y en la misma cruz, en la otra orilla, lo vio expirar.

Era el mismo Dios y a su vez tan distinto. En definitiva, dibujó el artista al Hombre de los hombres, caminando, Gran Poder del cristiano y allá en Triana, expirando, muerto y vivo por amor.

Así pintó dos rostros, el artista, de un mismo Dios.

Fotografías y dibujos: Pepillo Gutiérrez Aragón.










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