Provincia. Peñaflor arropó a su Virgen de Villadiego en el regreso a la Ermita

Manuel Pinto Montero.  Minutos antes de las cinco de la tarde la Parroquia de San Pedro abría sus puertas para que Peñaflor se despidiera de su Patrona que regresaba a casa tras permanecer en el pueblo desde el pasado 14 de agosto. Su blanca Ermita, junto a la torre defensiva del siglo XIII, aguardaba la llegada de la Virgen de Villadiego en una calurosa tarde de otoño, tal y como marca la tradición.  

Durante estos meses la Virgen ha celebrado sus cultos en el pueblo, donde ha recibido la visita de sus vecinos cada día. A hombros de sus devotos abandonó el Templo Parroquial de San Pedro mientras el sol se reflejaba en el rostro que tallase el insigne escultor Sebastián Santos en 1937. Procesiona la Santísima Virgen de Villadiego bajo palio de tumbilla y exornada con nardos y rosas blancas y amarillas.

Antes de abandonar el pueblo la Virgen visita a las Hermanas de la Cruz en el pequeño Convento que tienen las hermanas en este pueblo de la vega alta del Guadalquivir. Allí las Hermanas de la Cruz le rezaron cantando a la Virgen. Tras las andas muchos devotos continuaron el camino de vuelta, mientras otros la despedían esperando su regreso en la noche del 14 de agosto.

La Virgen de Villadiego lució para esta ocasión saya blanca bordada y manto de tono oscuro bordado. Sobre sus sienes portó corona de plata junto a la toca. En su mano derecha sostiene cetro de plata, mientras que en la mano izquierda porta un rosario. Entre las joyas que portaba destacaban la Llave de la Villa en plata realizada en el taller de Artesanos Orfebres de Sevilla y entregada el pasado sábado 1 de octubre.

La Virgen de Villadiego abandonó su pueblo cumpliendo la tradición llenando de fervor mariano las calles peñaflorenses y esperando su regreso como lo lleva haciendo desde el siglo XIV.

Fotos: Manuel Pinto Montero.