Mi primera torrija. Antonio Sánchez Carrasco

Como cada año, llega ese instante de la Cuaresma en el que me cruzo con la primera torrija, este año el lugar elegido fue la fábrica de Besana en la calle Correduría.

El negocio lo regentan dos capillitas, Mario nazareno de la Amargura y hermano del Gran Poder y Curro hermano y capataz de la Trinidad de Utrera.

Se declaran capillitas y su carta que cambia por estación (cuatro veces al año), tiene un quinto cambio el de cuaresma.

Y en ese quinto cambio implica introducir bacalao, pavía, espinacas, torrijas, pestiños..., estos dos amigos revolucionaron el Forum gastronómico de Gerona con su torrija y su quema de incienso en el salón donde Ferran Adriá y otras grandes estrellas de la gastronomía enseñaban sus creaciones.

Y allí me quedé con su torrija, hecha al modo tradicional, mientras Mario me la terminaba in situ, con una pulsera de la Centuria Macarena en la mano derecha, sobre un plato de pizarra negra y a modo de salpicones de cera de los nazarenos vertió crema de azahar y gel de flores, sobre el mayor punto de crema de azahar depositó la torrija la que coronó con un helado de naranjas amargas, lascas de naranja y flores pasionales comestibles y casi cuando parecía que no podía hacerle más, con una campana de vacío y valiéndose de la osmosis impregnó de incienso todo el plato, transcurridos unos minutos retiró la campana y el bocado estaba acabado una torrija tradicional impregnada de naranja e incienso, con un regusto a flores que dejaba la experiencia gastronómica en muy alta consideración.

Volveré a probar, las pavías y esos guisos que tan bien sirven en la fábrica y  el "nazareno dame cera" un caramelo a semejanza de bola de cera que se sirve vertiendo cera sobre él. De momento me quedó con mi primera torrija de este año, un bocado que sabe a cofradías.

Fotos: Antonio Sánchez Carrasco.