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El movimiento (Cuarto día de Quinario a la Semana Santa 2017)


Antonio Sánchez Carrasco. Quizás sea de esos terrenos que más abarcan en el día cuarto de este quinario improvisado a la pasada Semana Santa. El movimiento, que así a priori podría sonar a otros tiempos de brazo extenso en alto, hace referencia a todo aquello que circula y se mueve dentro de las cofradías. Cómo hemos repetido en este quinario las cofradías no son ajenas a la sociedad actual y sus costumbres y eso se nota en cómo cada cofradía circula por las calles. Antiguamente se respetaba más al cortejo, se pasaba a través de él cuando no había más remedio y siempre esperando ese instante entre tramo y tramo en el que la cofradía dejara un hueco natural, y por supuesto se esperaba, si era posible, a que parara. Por supuesto se respetaba a las bandas de música, este año fui testigo de una señora de más de 50, que por narices tenía que avanzar pegada a Cigarreras, mientras sonaban las cornetas y demás instrumentos de viento, algo muy peligroso para los músicos, frenada por uno de ellos, a pesar de la explicación del chaval ella siguió su movimiento irresponsable.

Hemos perdido la cultura de la bulla. Esa que nos permitía movernos de un lado a otro en aglomeraciones sin ningún problema. Ahora una bulla puede ser sinónimo de bronca, porque todo queremos ser los primeros en salir de ella. Ahí el movimiento cofrade ha perdido uno de esos pilares de tolerancia y respeto que nos hacía una manifestación religiosa, cultural y antropológica única en su especie.

Luego está el movimiento de los pasos, ahí cada uno con su gusto. Están los que pretenden que todos los pasos anden como el de sus amores, y tachan de soso o de chabacano, según corresponda al que no ande como el suyo.

Siempre he pensado que allá cada uno con su idiosincrasia, no veo al Cristo de las Tres Caídas sin dar pasos atrás en Campana, ni entendería al Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes, dándolos o haciendo cambios. Ahí creo que gano yo, soy capaz de apreciar ambos movimientos en lo que valen, como ese sello personal de cada uno. No entendería si todos mis amigos fuesen iguales, es más pensarlo me lleva a películas como el pueblo de los malditos. Yo los quiero a cada uno con sus defectos y sus virtudes, algo más de humildad para con el prójimo no vendría mal. Luego este año tenemos otra vez el maldito movimiento de las avalanchas ( las carreritas en Pilas), he de reconocer que un servidor siento un escalofrío al oír la primera estampida dentro de las naves catedralicias, por eso ese movimiento prefiero obviarlo hasta que algún día den con los responsables, en ello confiamos.

De los movimientos vistos este año me quedo con mi Caridad en esa chicotá interminable que empieza en los Palcos y acaba posándose dentro de la Catedral, que quieren que les diga para este que escribe demasiados sentimientos asociados a un paso como para ser objetivo.

Por lo demás el peor movimiento de la semana, además de las avalanchas, el del camino de vuelta. El de descargar los 49,99 gigabytes de fotos y no querer verlas para evitar que esto pase. El de ver la redifusiones de las televisiones tapando el letrero de redifusión que te rasga el alma. El de cruzarte con un paso desmontado y una Virgen ya en el altar, o el de leer que ya se ha presentado el cartel de las Glorias, la Semana Santa de 2017 ya ha circulado hacia el terrible movimiento del pasado. Y ya sólo nos quedará el consuelo de la feria para hablar de ella y hacer esa terapia de grupo que tanto ayudar a superar su marcha y a meter el cuerpo y el alma en ese movimiento hacia el tiempo letífico.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.

Anteriores:

La Vara de mando (Primer día de Quinario a la Semana Santa 2017)

El Dios de la pantalla (Segundo día de Quinario a la Semana Santa 2017)

Musicando (Tercer día de Quinario a la Semana Santa 2017)










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