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Música. La Banda de CC. y TT. Vera-Cruz de Los Palacios vuelve con fuerza en su X Aniversario


 Fernando Jesús Romero TrigueroEl pasado domingo, día 19 de febrero, la Hermandad de la Borriquita de Los Palacios culminaba el amplio Ciclo Cultural organizado, por la misma, con motivo de su XXX Aniversario Fundacional con un fenomenal Certamen de Marchas Procesionales, en el que entre otras estuvieron la Banda de CC. y TT. Cautivo de Santa Genoveva de Sevilla o la Agrupación Muscial Hermanos Cirineos de Cádiz.

Pero en el día de hoy, me gustaría hacerme eco del regreso, de la Banda de Cornetas y Tambores Vera-Cruz de Los Palacios, después de una Semana Santa, la de 2005, de descanso.   Y me quiero hacer eco, reproduciéndoles las palabras que en ese certament de bandas anteriormente mencionado, pronuncio José Hidalgo Fernández, Secretario Primero de la querida Hermandad de la Borriquita de Los Palacios, una palabras escritas y salidas del corazón de uno de los componentes de esta entrañable Banda de la Vera-Cruz, concretamente su director musical, Antonio Manuel Baquero Cabeza. Dichas palabras, fueron pronunciadas antes del estreno de la marcha de Antonio Manuel, "La Resurrección", con la cual este joven y prolífico compositor ha querido expresar todo sus sentimientos de una Semana Santa de 2005, cuando menos inolvidable.  

Por cierto, desde esta página de Arte Sacro, aprovechar para felicitar efusivamente a esta importante formación musical por su X Aniversario que van a celebrar durante todo este año 2006. ¡Ánimo y a seguir luchando con la cabeza alta!.    

"El año pasado viví junto a mis compañeros una de las Semana Santa más raras y angustiosas de mi vida; recuerdo cuando por enero del 2005 se decidió oficialmente, por motivos mayores, como es el número mínimo de componentes, que la banda no podría actuar con total normalidad, por lo que se anularían todos los contratos existentes.

Fue a partir de ese momento, metidos ya en Cuaresma, cuando algunos de nosotros iniciamos la búsqueda de algún hueco libre para salir con otra banda y no quedarnos sin tocar; porque a veces algunos no cumplen, pero para los que creíamos que nos la merecíamos, como si de Reyes Magos se tratasen, no nos la queríamos perder. Algunos en la Salud de Utrera, banda que dirijo musicalmente; otros en la banda de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas, banda por la que fuimos apadrinados; pero otros, como yo, decidimos salir con la banda de Ntra. Sra. del Sol de Sevilla, ya que las relaciones tanto con sus componentes y junta directiva, era digna de alagar. Y, como no, hacer mención especial a todos aquellos que también se quedaron para defender su coraje con su banda infantil, la cantera como le llamamos realmente.

La experiencia fue inolvidable, estábamos viviendo un sueño al tocar en lo más alto de Sevilla y además en una de las bandas más punteras de toda la capital. Para mí personalmente, no era tan sólo una banda, sino una tradición en general, algo especial tocar en la Hdad. de la Borriquita de Sevilla, en la Hdad. de las Aguas, el Baratillo, en la Exaltación más conocido como "Los Caballos de Santa Catalina", en la Hdad. de la O de Triana... ¡Qué más decir de estas hermandades cuando con tan sólo nombrarlas se nos vienen imágenes a nuestra mente de sus misterios!, pasar por Campana, Carrera Oficial, Puente de Triana, Cuesta del Bacalao, Santa Iglesia Catedral, calle Laraña, Arco del Postigo, Alfalfa, ...

 Desde mi estreno con esta querida banda, desde el mismo momento que me enfundé su traje, una sensación rara vivía en mi: desde el uniforme, el cual variaba con respecto al de Vera-Cruz en su totalidad, a su estilo musical y su lugar de ensayo, el cual se realizaba en su local propio cerca del aeropuerto de Sevilla.

Había cosas que me llamaron poderosamente la atención en ese momento, detalles marcados por la tradición de mis años como músico: una de ellas, cuando dirigí la mirada hacia el escudo que llevamos en nuestro uniforme de gala que representa a nuestra Hdad. de Vera-Cruz, y de la que he de decir que mientras lo contemplaba, las lágrimas estuvieron a punto de brotar en mis ojos. Eran muchas las imágenes que se me venían a la cabeza, como si de un amplio reportaje fotográfico se tratase, mientras me colgaba al cuello mi cruz, medalla de mi hermandad, como siempre bajo el traje, no me debía faltar en ese momento y menos en ese año, a ella le rezo cada noche al acostarme para que mi Cristo de la Vera-Cruz y su Bendita Madre de los Remedios nos ayude día tras día.

Otra de las imágenes en la que me quedé varios minutos retenido, fue al contemplar mi gorra blanca, la del uniforme de mi banda, la de Vera-Cruz, quedando aparcada junto a las distintas fotos en las que se podían contemplar momentos inolvidables junto a mis compañeros de tantos años, Sí aquellos que iniciaron su carrera como músicos en nuestra banda cuando apenas rozábamos los 14 años. Eso fue quizás lo que más me llenó hasta el punto de emocionarme, y lo que realmente me animó a seguir hacia delante, fue una fotografía que llevo en lo más íntimo, mis dos abuelos fallecidos, los cuales, me acompañan a realizar mi Semana Santa como cada año lo mejor posible.

Una vez que salí de mi casa para dirigirme a Sevilla, todo cambió fue muy bonito: la Borriquita en el Salvador, lágrimas por no salir la Hdad. de las Aguas el Lunes Santo bajo el Arco del Postigo, la Hdad. del Baratillo que tampoco pudo salir mientras nos encontrábamos cobijados bajo los andenes de la Maestranza, Los Caballos de Santa Catalina por la Cuesta del Bacalao interpretando marcha tras marcha hasta llegar a lo más alto de la misma, o la Hdad de la O por el Puente de Triana. Pero llegó el Jueves Santo, como no, tras terminar mi media jornada laboral de ese día, me dirigí a visitar a mi Cristo de la Vera-Cruz, del que he de decir que muchos pueblos de la provincia quisieran tener por su belleza y categoría; pero claro no era un día normal, porque ese año no podría dedicarle mis sones anunciando por el barrio del Furraque, que Cristo había muerto y que iba muerto por Amor.

 Una vez recogida la Hdad. de la Exaltación en Sevilla, llegando a nuestro pueblo, coincidía con la entrada del Cristo de la Vera-Cruz. Algunos de mis compañeros no se cambiaron porque no se querían perder tan impresionante recogida y se fueron directamente a contemplar a nuestro Cristo muerto por la calle San Sebastián viniendo entre naranjos perfumado por su dulce azahar. Yo, aunque me negué a ir, desde lo más profundo de mi corazón estaba deseando, pero nunca me ha gustado ir vestido de músico a ver una hermandad mientras pudiese evitarlo, y menos estando vestido de otra banda con la que no me sentía identificado. Mientras me despojaba de mis hábitos de músico en casa, encendí el televisor de mi habitación y contemplaba así la bendita imagen como otros tantos vecinos, como siempre se producia con arte, con categoría, siempre de frente y, desde luego, sobrio como debe ser.

Aún le quedaba voz a José Joaquín, su capataz y al costalero que iba mandando bajo las trabajadoras Troncoso, padre y amigo de uno de los miembros de nuestra banda, del que conservo en la retina cuando hace varios años, se acercaba a nuestros ensayos, y, dirigiéndose a nuestro director, le comentaba "aquí traigo a mi chiquillo que quiere entrar en la banda y antes que toque en la de otros, quiero que esté en la mía y le toque a mi Cristo de la Vera-Cruz". desde entonces, su chiquillo, hasta hoy en día, prácticamente un hombre y mejor amigo, continua ejerciendo con nosotros sin faltar una sola noche.

Todo se iba entremezclando, lágrimas, emociones, ya no parecían un sueño sino una realidad. Se me reflejaban imágenes sucedidas durante los diez años de vida de la banda de Vera-Cruz, y su mayor motivo era, porque iba siendo consciente de que otros compañeros no sentían lo mismo que yo, porque ya se rumoreaba que algunos se quedarían en esas bandas de primer plano, cuando parecía en un primer momento que iban a hacer lo mismo que nosotros, sólo salir aquel año. Y, sin embargo, desde entonces siguen allí formándose como músicos, no han vuelto.

A partir de aquí surgen ideas que se oponen entre unos y otros y como digo yo: "por dentro siempre sabemos realmente lo que nos queremos, además de nuestro aprecio mutuo y, aunque por fuera no se reconozca, el trabajo y mérito de cada persona está hecho". Por ello mis compañeros aquí presentes y los que aún no saben todavía a quien va dedicada esta nueva marcha en la que he podido reflejar todos los momentos angustiosos vividos por aquella época, aunque por su nombre algo se comentan entre ellos, "La Resurrección" significa volver a nacer y para siempre; por eso va dedicada a todos mis compañeros aquí presentes, los que se han mantenido en ella para que esto no se pierda, a todos nuestros familiares y, como no, a nuestros amigos más cercanos.

A ti, Pepe, por seguir junto a nosotros a pesar de lo que has sufrido, a tu mujer siempre apoyándote y a tu querida hija. A ti Manuel, y a tu esposa Vanesa por seguir animándote con este tu sueño, para que no se desvanezca ahora no como uno más, sino como Presidente que eres de la banda y de la que nos encontramos todos muy orgullosos.

A ti, José Salguero, por cómo nos has animado desde el año pasado con tus famosas frases "siempre hacia delante, nunca hacia detrás", animando dulcemente a todos mis compañeros y a mí, sobre todo, porque tú sabes de sobra lo que he sufrido desde lo más profundo y tú has estado ahí siempre para reanimarme.

A los hermanos García Belver, por demostranos su confianza y sinceridad año tras año. A ti, Salvador, por echarle coraje al tema como Juanma o Javi Soria. A todos mis compañeros de la segunda y tercera voz y, como no, a la percusión al completo, que para ser nuevos, nos sorprenden cada día. A toda la nueva Junta.

Nombrar a todos mis compañeros que decidieron quitarse la venda de los ojos para también volver junto a nosotros de otras bandas como: tú amigo Paco, o Castro, a los que hoy en día vuelven a ser compañeros nuestros, porque también se han sentido identificados con nosotros en aquellos malos momentos.

A los que, aunque no lo son desde hace ya varios años, por venir a demostrarnos su confianza y apoyo. A nuestra querida hermandad por apoyarnos también, a los distintos vecinos y conocidos que, sin ser componentes, nos han demostrado todo su cariño como siempre como si lo fuesen. Nombrar también al Excmo. Ayuntamiento, el cual ha depositado en nosotros un granito de arena dejándonos un rinconcillo donde poder realizar nuestros ensayos decentemente.

 A ti padre maestro, porque sé de sobra que como siempre nos estarás viendo, cerrando tus ojos por emoción para sentir en tu corazón nuestra dulce melodía, mientras se te saltan siempre las lágrimas, siempre hemos sido y seremos hijos para ti; nos criaste y educaste como músicos desde muy pequeños, especialmente a mí, me apoyaste y me abriste camino en este mundo, del cual me siento muy orgulloso.

También me gustaría hacer mención especial a los que hoy en día ya no son compañeros de banda, y en especial a uno de ellos, para que se le cumpla el sueño que no pudo realizarse el año pasado por las inclemencias del tiempo y que, si Dios quiera puedas realizar este año tras el Cristo de Nervión, marcándole el ritmo al costalero.

A todos los que en su momento quisieron seguir adelante en otras formaciones, sabemos de sobra que esto es un hobby, no merecerá la pena estar separado, porque a veces no se compartan ideas tan simples, lo verdaderamente importante es que estando en una u otra formación musical se conserven los momentos positivos, y nunca el afán del protagonismo.

Como siempre hemos dicho, ahora con mucha más razón en nuestro X Aniversario,
a todos ellos, GRACIAS DE CORAZON."










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