Arte Sacro
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El beso que no llegaba al talón del Señor


Juan Manuel Labrador. El pasado viernes había quedado con unos buenos amigos por el barrio de San Lorenzo para echar un agradable rato de tertulia compartiendo una copa y hablando de aquello que nos une. La cita era a las diez de la noche. Llegué con tiempo de sobra a aquel entorno. Seguía abierta la basílica, carente ya de ese gentío que viene y va en un incesante mar devocional propio sobre todo del día de la semana que era. Decido entrar a ver al Señor, y justo antes de entrar saludo al bueno del hermano mayor de su hermandad. "Aquí vengo a visitarlo, Félix, que desde antes de Semana Santa no he podido venir a verle", "Pasa, que Él te espera como nos espera a todos". Y pasé...

El templo estaba casi vacío, ni una decena de personas. Accedo por el pasillo central y me detengo ante Él. Le miro, le rezo, le hablo... Todo a través de la mirada. Decido acudir a su camarín. Y allí ocurre el sencillo hecho que no deja de rondar por mi cabeza. Veo una niña sola, rubia, con ojos claros, muy linda, de unos diez años de edad, tratando de auparse cogiendo impulso con sus brazos para llegar al divino talón del Señor. Y la cría no llegaba... Me percato de que alrededor no hay nadie y me decido a ayudarla. La aupo y deja su beso como ofrenda a Aquél que todo lo puede. La niña me da las gracias. Yo vuelvo a colocarme en un rincón del camarín y me pongo a rezar de nuevo... Ella igual... Y al cabo de unos dos minutos, sin que nadie más pasase por el bendito lugar en cuestión, la chiquilla me tira de la manga del brazo pidiéndome que me agache... Ante mi sorpresa me da un beso y me dice: "...Y que el Señor te cumpla lo que le estés pidiendo", y se va...

Después de aquello, no tardo ni treinta segundos en bajar las escaleras del camarín para salir de nuevo al templo... Y ya no volví a ver más a la niña, pues mi intención era ver si estaba con sus padres, o sus abuelos, o con amiguitos de su edad... Le pregunto a los señores de la mesa petitoria de la entrada si, sola o acompañada y tras describirla, han visto a esta niña... "Nosotros no hemos visto salir ahora mismo a ninguna niña".

Salgo de la basílica... Miro por última vez al Señor desde la puerta... Y me voy. Van a dar las diez y mis amigos estarían ya esperándome en la abacería donde habíamos quedado. Pero no se me borra de la cabeza ni del corazón lo que aquí expongo. ¿Quién sería esa cría? ¿Será un ángel de Jesús del Gran Poder ahora que Él sabe que tanto lo necesito por todo lo que yo le pedía el viernes...? Señor, en tus manos, como siempre, el poder y la gloria...

Fotos: Juanma Labrador y Fco. Javier Montiel.










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