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La Virgen de Fátima procesionó por los alrededores de la Catedral antes de la Vigilia de Pentecostés


Arte Sacro. La Catedral celebró ayer sábado, 3 de junio, la Vigilia Diocesana de Pentecostés, presidida por el Arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina.

Una hora antes de la celebración se realizó el rezo del santo rosario con la imagen de la Virgen de Fátima de la parroquia del Sagrario, por las calles del entorno de la Catedral, y sobre el paso de la Pura y Limpia del Postigo. La celebración del centenario de las apariciones de Fátima imprimió carácter mariano a una jornada muy especial para la Acción católica y el Apostolado Seglar de la Archidiócesis de Sevilla.

A las 20 horas comenzó la procesión, donde el cortejo fue desde la sacristía de los cálices hasta la parroquia del Sagrario, donde se encontraba la Virgen de Fátima, y allí se rezó el primer misterio del rosario.

Posteriormente, se salió por la puerta de San Miguel. El cortejo lo encabezaban los sacristanes de la Catedral, detrás de ellos la cruz alzada con dos ciriales y un grupo de seminaristas, diáconos, acólitos instituidos y sacerdotes. El paso con la Virgen de Fátima mandado por el capataz Fco. Javier Díaz Espinosa.

Detrás del paso estaba el arzobispo de Sevilla, Asenjo Pelegrina, escoltado por el obispo auxiliar, Santiago Gómez y el vicario general, Teodoro León. Y cerrando el cortejo, una buena multitud de fieles que acompañaba con velitas y con cánticos marianos.

Las campanas de la Giralda marcaron el inicio y el final de una procesión que entró en la Catedral por la puerta de los Palos unos minutos antes de las 21 horas, hora a la que comenzó la Vigilia de Pentecostés en el altar del jubileo.

La vigilia estuvo presidida por monseñor Asenjo, y en el curso de la misma se procedió a la consagración de la Archidiócesis de Sevilla al Inmaculado Corazón de María. También hubo sacerdotes en el interior del templo para atender a las personas que quisieron acercarse al sacramento de la reconciliación.

En su homilía, el Arzobispo ha recordado el pasaje en el que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles para comenzar la misión de la Iglesia en el mundo. Monseñor Asenjo ha subrayado la necesidad de “permanecer juntos, unidos y en comunión de corazones” como premisa para cualquier iniciativa apostólica, que no debe ser otra cosa que “continuar la misión de Jesús”: “los discípulos de Jesús que formamos su Iglesia estamos llamados a continuar lo que Él comenzó”.

Mensaje a los laicos

En referencia a la celebración del día de Acción Católica y Apostolado Seglar, monseñor Asenjo ha trasladado el protagonismo a los laicos –“la porción más numerosa del Pueblo de Dios”-, a quienes ha encomendado que presten a la Iglesia “el servicio de hacer presente el Evangelio de Jesús en estos ambientes”. En este sentido ha afirmado que el de hoy es un día “para pedir al Espíritu Santo la gracia de hacernos entender por nuestros contemporáneos”.

Centenario de las apariciones de Fátima

Tras destacar la conveniencia de fomentar la oración y la unidad, se ha detenido en la devoción mariana elegida para esta jornada: la Virgen de Fátima. El Arzobispo ha recodado las apariciones de las que este año se cumple un siglo, que tuvieron como testigos a “tres pastorcillos analfabetos, que sólo sabían pastorear las ovejas y rezar las oraciones que habían aprendido de sus padres”. Ha destacado el hecho de que Dios eligiera a estos tres niños, “cuya voz temblorosa ha resonado en todo el mundo para hacernos llegar su mensaje, un mensaje que los pastorcillos escuchan en las apariciones que se suceden entre 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, y que nosotros acogemos con gratitud”. Al respecto, el Arzobispo ha recordado también las palabras del papa Francisco en el avión que le devolvía a Roma el pasado 13 de mayo: “en los últimos decenios, hemos prestado tal vez demasiada atención a los llamados ‘secretos’ de Fátima, y menos al mensaje que la Santísima Virgen comunica a los pastorcillos, que en realidad es la quintaesencia del Evangelio, el Evangelio químicamente puro, la llamada a la conversión y la lucha contra el pecado”.

El Arzobispo ha relacionado esta llamada a la conversión con “la conversión pastoral y la renovación de las estructuras diocesanas” a la que se dedica una parte de las Orientaciones Pastorales Diocesanas. En su opinión, esto “será imposible –ha afirmado- sin la conversión de nosotros los pastores y de vosotros los fieles laicos”. “Efectivamente, una Iglesia que quiera ser luz y sal, tiene que ser una Iglesia convertida, una Iglesia de santos. Sólo así será posible la Nueva Evangelización, que no avanzará sin la apuesta decidida y sin complejos de vosotros los seglares”, ha añadido. Monseñor Juan José Asenjo ha finalizado su intervención reiterando la necesidad de superar “un cristianismo tibio, sociológico, conformista y contentadizo, anclado en una espiritualidad de mínimos y sin proyección misionera alguna”.

Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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