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Pedro Morales ha muerto. Antonio Domínguez Fernández


... y con él, último compositor “clásico”, la época clásica del género de la marcha procesional. Nos ha dejado el que fuera un claro ejemplo de humildad, trabajo basado en una sólida formación y oficio buscando la perfección técnica musical. Cualidades que podíamos comprobar y ver plasmadas en su limpia y clara caligrafía: Todos los músicos de bandas anteriormente reconocíamos la caligrafía de Pedro Morales sin ver su firma, algo que por desgracia los jóvenes músicos que se inician en las bandas hoy en día no van a tener la suerte de encontrarse y tienen que conformarse, por desgracia a falta de ese deleite visual, con esa masacre a su escritura y obra de versiones con asteriscos. 

Sus marchas procesionales demuestran una perfecta maestría técnica en melodía, armonía, estructura e instrumentación Fruto tal como he dicho antes de su sólida formación y oficio musical. Su mayor aporte al género procesional es comparable a lo que Haydn o Mozart hizo con la forma sonata: consolidar la forma clásica de marcha creada por Manuel López Farfán (anterior en el cargo precisamente en la misma banda que el propio Morales fuera director) con "La Estrella Sublime”. Esforzándose siempre en cimentar y preservar la pureza de un estilo de marchas.

Pero no sólo cuenta con un catálogo que gira entorno a setenta marchas procesionales: abarcó el pasodoble, canciones españolas e incluso compuso la obra “Recuerdos sevillanos” de la que supo plasmar en pentagramas la descripción de Sevilla de este músico de Jaén.

Así mismo instrumentó y armonizó piezas para banda de Pascual González, Manuel Marvizón, José Manuel Soto entre otros y varios arreglos que de piezas populares y piezas de zarzuelas que se pueden encontrar en la Banda de Carrión de los Céspedes de la que fue durante un breve periodo de tiempo director y con la que no perdió el contacto con los músicos y su Patrona.

Últimamente olvidada su figura en estos años afortunadamente (en algunos casos desgraciadamente) por la nueva estela de compositores, tengo por seguro que todas las Bandas, Hermandades con música suya dedicada e Instituciones rendirán homenajes y le reconocerán tardíamente su valía… lamentablemente no en vida. Aunque vivió homenajes destacables como el que le hiciera la Hermandad de Montserrat con un concierto monográfico a cargo de la Banda del Maestro Tejera; discos monográficos como el de la Banda de Santa Ana de Dos Hermanas; el Ayuntamiento de Sevilla (puso su nombre a una calle), la Fundación Antonio Machado, y el que tuvo el bien de concederle en primera persona la Sociedad Filarmónica de la Oliva de Salteras con el Premio Joaquín de la Orden de las Artes Musicales de Andalucía y la Banda de Música de las Cigarreras con el galardón “Madre Cigarrera”. 

Pero reconozcámoslo, pocos reconocimientos fueron para los que se merecía esta figura por todo lo que ha dado a la Música Procesional (en mayúsculas). Ha dejado obras imprescindibles fruto de su genialidad en el repertorio de bandas de música. 

Que no sea una moda el nombre de Pedro Morales para ahora divulgar su vasta obra y sea hora de poner aún más en valor piezas como “Cristo de la Conversión”, “Juan Jesús” u otras piezas como, por ejemplo, el pasodoble a su pueblo natal de Jaén “Lopera”.

La época clásica del género de la marcha procesional ha muerto con Pedro Morales. Se abre un nuevo periodo dónde la innovación es necesaria, pero ahí es dónde tenemos que tener cuidado.

Ante la inmensa oleada de marchas que se componen y estrenan cada año, tenemos, sobre todo por parte de los músicos y más aún de los directores de Bandas (a la que se suma esa nueva figura sin mucho sentido de diputado de banda) el deber de tener siempre presente ese espíritu y los valores que dejó Don Pedro Morales: anteponer la calidad antes que todo y acabar tajantemente con el “silbarismo” que reemplaza el oficio del verdadero compositor. 

Condenar la falta de humildad del cualquiera que se nos presenta y catalogándose que es compositor con sed y ansias de protagonismo, sin saber lo que es una acorde de séptima y cediendo a verdaderos compositores el trabajo de oficio que no saben hacer solos. 

A aquellos que no tienen el ejemplo de humildad y la mentalidad de este músico jienénse de aportar y preservar el estilo, y intentando de aprovecharse de las modas musicales de BSO, contactos en medios de comunicación y alguna que otra causa, efeméride o celebración para intentar atraer la atención del protagonismo y aumentar su ego a la vez que huyen de una personalidad propia musical y del verdadero cometido para que sirve este tipo de música tan funcional. 

Stravinsky decía que “una renovación no es fecunda más que cuando se une a la tradición”. Y ojalá que la genialidad de los verdaderos compositores (como los denominaba el que fuera director de Soria 9) y músicos actuales siga ligada a la tradición que nos ha dejado Pedro Morales.

Antonio Domínguez Fernández










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