Función de Santas Justa y Rufina: Sevilla se reencuentra con su historia en el Sagrario

Juan Manuel Bermúdez Requena. Cuantiosas son las devociones olvidadas de esta ciudad, antaño celebérrima en el orbe, pero ingrata con su historia y con muchos de sus hijos más ilustres en letras, armas y santidad. Una de aquéllas es la devoción a las Santas Justa y Rufina, sevillanas del barrio trianero, ejemplo de la persecución religiosa contra los católicos y de la entrega total a la fe de Cristo.

La Archidiócesis de Sevilla en su calendario litúrgico particular, celebraba en el pasado la fiesta del 17 de julio en honor de las hermanas mártires con una merecida solemnidad (“fiesta con capas pluviales” en las actas del cabildo metropolitano), alcanzando su cénit en el siglo XVIII con la concesión de fiesta con rito doble y octava por la santidad de Benedicto XIV –por la decisiva intervención del rey Fernando VI-, reconociendo la Santa Sede los siglos de aquilatada devoción a las dos santas alfareras, cuyo patrocinio sobre la ciudad ha sido constantemente recurrente, alabado y reconocido durante siglos y así se refleja actualmente en la oración colecta de su misa.

Tan bella historia, engalanada con numerosas intercesiones como guardianas y defensoras de la capital hispalense en remedio y auxilio de la misma – la más conocida, su milagrosa intervención en el terremoto de 1755-, duerme hoy bajo la vigorosa lápida del olvido a excepción de piadosas y loables iniciativas como la del sacerdote Manuel Soria, y alguna función puntual recordando su memoria. Entre ellas destaca de sobremanera por su antigüedad la que anualmente celebra la Archicofradía Sacramental del Sagrario, desde el siglo XIX, tras hacerse cargo del culto a Santas Justa y Rufina a la desaparición de la hermandad que las tenía por titulares, pasando la capilla a propiedad documentada de la Archicofradía que ininterrumpidamente ha mantenido con honroso celo el legado devocional de las copatronas de Sevilla.

En la tarde del 17 de julio, en la función oficiada por el párroco Manuel Cotrino Bautista, y en un elegante y efímero altar presidido por las imágenes de las Santas Justa y Rufina –cuyo notable mérito artístico es bastante desconocido- Sevilla volvió a reencontrase con su historia; una vez más, en la Sacramental del Sagrario.

Fotos: Juan Manuel Bermúdez Requena.