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Liturgia. Los lienzos sagrados. Jesús Luengo Mena


Vamos a tratar en este artículo sobre los lienzos, paños y velos que tienen un uso litúrgico.

En primer lugar habría que decir que el uso de cortinas y velos en la Liturgia es una costumbre que proviene de la de tradición del culto judío. Así, por ejemplo, en el templo de Jerusalén se ponía un velo, que separaba el lugar del Santísimo con el resto del espacio, como señal de reverencia ante el misterio de la presencia divina. El Sumo Sacerdote sólo entraba en ese lugar una vez al año. Ese es el velo del que hablan los evangelistas que se rasgó en dos, en el momento de la muerte de Jesús. La existencia de ese velo estaba prescrita en el libro del Éxodo.

En la Liturgia comenzamos por ver aquellos que son necesarios para la celebración eucarística. El más importante de todos puede considerarse al corporal, porque sobre ese lienzo se coloca el cuerpo y la sangre de Cristo. El corporal es un paño cuadrado, que se extiende durante la misa encima del altar para colocar encima el cáliz, el copón y la patena, que a su vez sostiene la hostia. Su nombre viene del latín «corpus», que significa Cuerpo, pues sobre ella va a reposar el Cuerpo del Señor. Debe ser de lienzo de color blanco y es preferible que no lleve decoración (se asimila al sudario), aunque se suele poner una cruz en el centro del lado que estará más próximo al celebrante. También esa cruz se puede usar como referencia a otra que pudiera haber en el mantel, a la mitad, para colocarlo bien centrado en el altar.

El uso del corporal en la misa es obligatorio (CDC 932§2). Además, se debe usar en la exposición del Santísimo, para colocar encima la custodia o copón. También se coloca sobre una mesita cuando se lleva la comunión a los enfermos. En las concelebraciones se puede usar un corporal más grande.

El corporal se dobla tradicionalmente en nueve secciones iguales. En la misa se extiende sobre el altar en el momento del Ofertorio y se retira tras la Comunión. El modo normal de extender el corporal es el siguiente: Se coge el corporal con la mano derecha y se coloca plano en el centro del altar, aún doblado; se desdobla primero a la izquierda y luego a la derecha, conformándose tres cuadrados; después se desdobla la sección más alejada del celebrante, hacia fuera, de modo que queden seis cuadrados y ,finalmente, se desdobla el pliegue más próximo al celebrante, quedando visibles los nueve cuadrados, y se ajusta el corporal a unos tres centímetros del borde del altar.

Para doblar el corporal se siguen los mismos pasos pero a la inversa: se doblan los tres cuadrados más próximos al celebrante hacia dentro; después los tres más lejanos hacia sí, y finalmente los cuadrados derecho e izquierdo hacia el central. 

También es importante el mantel del altar, que será de color blanco y puede llevar decoración. Su uso es obligatorio para la misa (CDC 932§2 y OGMR 117).

El purificador es un paño rectangular que se suele plegar longitudinalmente y puede adornarse con una cruz u otro símbolo litúrgico estampado en el centro. Su uso es similar al de una toalla y se usa para la limpieza de los vasos sagra­dos, del borde superior del cáliz cuando bebe de él más de un celebrante o de la cruz o reliquias cuando se besan. Antes de la misa se coloca sobre el cáliz, y encima del purificador se dispone la patena con la hostia de mayor tamaño. En el Ofertorio, antes de preparar el cáliz, se coloca a la derecha del corporal (fuera del mismo) y de ahí es tomado para ser usado por el sacerdote. Tras las abluciones, se vuelve a colocar encima del cáliz como al inicio de la misa.

Existen otros dos lienzos, menos usados, Me refiero al empleado para cubrir el copón llamado capillo o cubrecopón y al que cubre el cáliz. El  capillo suele ser un lienzo circular de tela dorada o seda blanca, que se usa para cubrir el copón solamente cuando contiene formas consagradas. Su objeto es hacer notar que dentro está el Cuerpo de Cristo, y con ello evitar accidentes derivados del desconocimiento de si las hostias han sido o no consagradas. Su uso no es obligatorio, pero es recomendable por la razón antes señalada. Dado que solo debe cubrirse cuando hay forma consagradas en su interior, al inicio de la misa debe de estar descubierto y se le coloca el velo justo antes de colocarlo en el sagrario, tras la comunión, cuando se va a reservar.

El otro lienzo es el velo del cáliz, que puede ser del color litúrgico del tiempo o bien blanco. Sirve para cubrir todo el cáliz desde el comienzo de la misa hasta el ofertorio; y luego, después las abluciones. No es obligatorio usarlo, pero su uso es loable (OGMR 118).

El conopeo es un velo que cubre el sagrario donde se reserva la Eucaristía. Debe ser del color litúrgico propio del día, nunca de color negro. En algunos casos es de tul y en otros es de una tela más pesada. No debe ser transparente. Si el Santísimo se retira, se quita el conopeo o se levanta. Su uso es opcional, pero en las misas papales siempre se usa,

El gremial (del latín gremium, regazo) es un paño cuadrado del mismo color que los ornamentos a modo de delantal que se pone sobre las rodillas del obispo en las ordenaciones, durante la dedicación de los templos, y durante el lavatorio de los pies en la misa in Coena Domini, la tarde del Jueves Santo. Su uso tiene un sentido práctico: no manchar los ornamentos (casulla o dalmática) con el Santo Crisma que se emplea en las ordenaciones y en las dedicaciones de los templos, ni mojar la dalmática en el lavatorio de los pies.   

La palia es una pieza de tela cuadrada, reforzada de cartón o madera en su interior, que se coloca sobre el cáliz. La parte superior de la palia se puede adornar ricamente. Si tiene forma redonda se llama hijuela. Su uso es optativo. Sin embargo, es muy conveniente usarla para evitar que caiga polvo o algún insecto dentro del cáliz.

Antes de la misa se coloca sobre la patena con la hostia que, a su vez, se coloca sobre el purificador puesto sobre el cáliz. En el Ofertorio se quita para la presentación de los dones y, tras la presentación del vino, se coloca directamente sobre el cáliz. Se vuelve a quitar en el momento de la epíclesis, y se vuelve a colocar tapando el cáliz tras la consagración del vino. Nuevamente,  se quita en el momento de la fracción del pan. Si un diácono asiste a la misa él sería el encargado de ponerla y quitarla; de lo contrario lo hace el sacerdote. Cuando se descubre el cáliz, la palia suele colocarse sobre el purificador para que el sacerdote pueda tomarla con mayor facilidad. 

La bolsa de los corporales es una funda en la cual se guardan los corporales cuando no están extendidos en las celebraciones litúrgicas. Está formada de dos piezas de cartón de forma cuadrada forradas del mismo material y color que los ornamentos, que se unen por la tela por solo uno de sus cuatro bordes. En la forma romana, en cambio, las piezas de cartón se unen por tres de los cuatro bordes.  Su uso es optativo y ha caído en desuso.

Y terminamos con el manutergio. Consiste en un paño con el que el celebrante se seca las manos cuando se las lava en la misa. Hace, pues, oficio de toalla. Debe ser de un material que sea absorbente. Puede llevar bordada una cruz u otro signo litúrgico en un borde, para distinguirlo del purificador, que la lleva en el centro. En algunos lugares se le llama cornijal.










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