Liturgia. Las procesiones de la Catedral (y II). Jesús Luengo Mena

Seguimos en esta segunda entrega describiendo las procesiones de la catedral.

Solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre)

Ese día tiene lugar la llamada «Procesión del Voto», en acción de gracias en recuerdo del terremoto de 1755. Después de la segunda de las lecturas del Oficio de Lecturas se hace estación a la capilla de Nuestra Señora de la Antigua. A la ida se canta el Sub tuum praesidium; ya en el altar se canta el verso y la oración de Nuestra Señora tras haber incensado al altar, a la cruz y a la Santísima Virgen. A la vuelta se viene cantando el Te Deum y se continúa, ya en el coro, los Laudes.

San Clemente. Aniversario de la reconquista de la ciudad por san Fernando (23 de noviembre).

Concluídos los Laudes, se hace estación a la Capilla Real. Inician la procesión los capitulares, con capa roja y precedidos del pertiguero; sigue el hebdomario[1] portando la reliquia de san Clemente y, a continuación, la Ciudad[2] bajo mazas.  Llegados al crucero, por naves interiores, se dirigen a la Capilla Real, donde ya está descubierta la urna de san Fernando. Allí, el Deán lee la fórmula de «pleito homenaje»[3] y se hace entrega de la espada del santo rey Fernando al Alcalde y del pendón al concejal más joven. Si no asistiera la Ciudad, la espada será llevada por un dignidad y el pendón por un canónigo. La espada recibe el nombre de «Lobera» y se porta por la punta, no por la empuñadura. A esta procesión asiste la «Orden de Caballeros de San Clemente y San Fernando».

Se vuelve al altar por últimas naves, siendo incensados en las tres esquinas de la catedral la reliquia de san Clemente y la espada de san Fernando, considerada como reliquia. Durante la Misa, la espada y el pendón se colocan en una mesa adosada al retablo. Terminada la Misa hay procesión de regreso a la Capilla Real para la ceremonia de devolución de la espada, pendón y reliquia por las mismas autoridades, acompañadas de los canónigos Delegados de Protocolo.

A esta procesión se la conoce popularmente como «la de la espada».

Finalizamos este apartado comentando que san Clemente fue el tercer Papa en la sucesión de san Pedro. Por ser en su día cuando se rindió la ciudad a las tropas de san Fernando se le venera mucho en Sevilla, llevando un convento de monjas cistercienses su nombre, Real Monasterio de San Clemente, y la parroquia del Sagrario también lo tiene por titular.

Solemnidad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre)

Concluido el rezo de Laudes el Cabildo, precedido de la cruz patriarcal y del pertiguero, acude al palacio arzobispal para acompañar al Prelado en su venida a la Catedral.

Antes de iniciar la Misa estacional, por últimas naves y con capas azules, se hace estación a la Capilla Real. Abren marcha los niños carráncanos y la Hermandad Sacramental del Sagrario y la preside el Prelado, al que acompañan dos diáconos vestidos de dalmática, o, en su defecto, dos capitulares como presbíteros asistentes vestidos con casulla. Tras el Prelado, las autoridades civiles, que se incorporan a la altura de la tumba de Colón. La capilla coral va delante del Cabildo entonando antífonas propias de la festividad o cantos marianos. Llegados a la Capilla Real, el Prelado inciensa al altar, la cruz y la imagen de Nuestra Señora de los Reyes. Los cantores entonan e1 verso Conceptio Inmaculata, como en la hora de Tercia de la fiesta, y el Prelado recita la oración del día. Terminada ésta se vuelve al altar mayor por las últimas naves.

Otros detalles a comentar sobre las procesiones de la catedral son los llamados «Días de mitra», o sea, los días en los que los canónigos con categoría de dignidad —dignidades— puedes usar la mitra, a saber: procesión de Palmas del Domingo de Ramos, Jueves Santo, Pascua de Resurrección, Corpus Christi, Asunción e Inmaculada.   

La Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes como tal participa corporativamente en el Corpus y el 15 de Agosto, solemnidad de la Asunción. En ambas abren marcha los niños carráncanos.

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[1]  La palabra griega significa semana. Con ese nombre se designa al sacerdote, monje o monja que en una comunidad le toca realizar durante una semana el servicio de dirigir la Liturgia de las Horas y/o la Misa conventual.

[2] Ayuntamiento.

[3] Bello rito en el cual se comprometen a devolver lo entregado.

Fotos: Juan Alberto García Acevedo y Miguel Ángel Osuna.