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¡! Hasta siempre camarada!! ...... A la memoria de Eduardo Gonzalez Liñán. Mariano López Montes


Aprendimos a quererte desde el cariño que siempre imprimen los buenos recuerdos, desde esa sensación que tenemos los que desde hace años acumulamos trienios, de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Desde aquella ilusión que compartimos hace años de ser los nuevos costaleros, quizás en un tiempo donde no estaba tan de moda y todo el mundo no nos miraba con los buenos ojos con que se ve en la actualidad.

Nuestra juventud, vitalidad y ese afán de ser y sentirse costaleros de Sevilla, hizo que nos cociéramos poco a poco a casi todos los integrantes de ese  nuevo gremio que tanto nos apasionaba, cada uno dejamos tras de sí la Universidad, La fabrica, el puesto o quizás al paro para ser simplemente costaleros de esta o aquella hermandad o cofradía, porque además de la ilusión que conllevaba serlo, sabíamos que cada uno de nosotros con esa tinta invisible de la falta de protagonismo, estábamos escribiendo una parte de la historia reciente de nuestras cofradías.

Aquellos muchachos que ya peinan más que canas, son para mí y creo para muchos una muestra de amistad  y de ese patrimonio inmaterial de los recuerdos que no son otra cosa que parte de nuestras vidas.

Aquel hombre de un toque un tanto pinturero que se llamó Morrondo, El Lérida, como no y aquel Macías de hambre sin fondo, Paco Arnaiz, Andreu, Villanueva, El FosKitos, El loquito, Cacho Tren, Fran, Niebla y la Heidi como no, e incluso aquel canadiense  llamado Gari que recaló por esta ciudad en aquellos  años, que esta nuestra Sevilla era oficial y expositivamente parte de ese mundo del que siempre fuimos.

Hombres de todos los talantes y condición social y económica, incluso algunos de ellos dignos representantes de aquel universo Berlanganiano, que tanto me gusta y que recreo cada vez que puedo, en nuestros  propios conciudadanos, porque esta ciudad da para mucho.

Y entre todos ellos, uno de facciones serias, ideas y convicciones muy asentadas al más puro de aquellos antiguos sindicalistas que desde siempre se asentaron  mas a la izquierda, pragmático en sus aseveraciones y criterios, pero con un concepto de la amistad y tal vez de esa guasa que tanto nos gusta, nunca a primera vista y sin concesiones a la galería como tanto se estila.

Conocí a Eduardo “El Camarada” en aquellos años de Los Panaderos con Paco Arnaiz, aunque teníamos amigos en todos los sitios o cuadrillas pues por aquellos años éramos pocos y todos nos conocíamos, la gente de La Hiniesta, Los Gitanos, La Trinidad, el ya lejano Quinto de La Legión, que no tiene nada que ver con aquellos “Legionarios del Porvenir” que inventara mi genial y querido Manolo Santiago, etc.  Historia reciente de esta ciudad y sus cofradías, aun en el tintero, y que algún día habría que escribir para las nuevas generaciones, que por afición devoción u oficio un día de su juventud decidieron ser y sentirse costaleros.

Quiero reflejar en estas pequeñas reflexiones el gusto de Eduardo por esa Sevilla clásica y a la vez tradicional, pero jamás cerrada a la ideología como pensamiento humano propio, su implicación al mundo cofrade desde una militancia propia que siempre miró al costero izquierdo sabiendo ser y estar a la vez en todo momento, ocupando cargos de gestión como mayordomo o secretario en su Hermandad de Los Javieres, que siempre tomo como suya.

Esta es la grandeza que representan nuestras Hermandades y cofradías, el entendimiento siempre, en vez de la confrontación, y creo y reafirmo que es lo que le da la grandeza, vitalidad e identidad, que estas entidades o asociaciones de fieles reunidos en torno a unos sentimientos o devociones en unas imágenes titulares tiene en nuestros días. Identificar nuestras cofradías como su expresión máxima en Semana Santa, solo con un componente estrictamente religioso o con grupos sectarios anclados en un pensamiento encorsetado y a la vez excluyente e inquisitorial, con nuevas formas afines a la propia evolución de la vida y de la sociedad que nos ha tocado vivir, apoyándose a su vez en una denostada y anquilosada practica de una supuesta tradición, hace para el que suscribe que tengamos una visión un tanto miope de la realidad, y la importancia que nuestras hermandades y cofradías representan para Sevilla y la sociedad local a la que pertenecen.

Pasaron los años y la juventud dio inexorablemente paso a esa madurez que se cultiva en las botas de robles de los años, la salud como en tantos casos  y a ti, querido y a la vez recordado “Camarada” te ha tocado  salir en los primeros tramos de esa cofradía imaginaria de la vida, la enfermedad fue haciendo mella en tu persona, pero hasta hace pocos años te veía cada Martes Santo a eso del mediodía, por las inmediaciones de la calle Feria con tu traje negro, tu gesto serio y amable que a la vez se transformaba en una discreta y sincera sonrisa con tu gente, pues era tu gente, aunque no existiera la consanguinidad familiar, tus capataces, aquel recordado Rafael Díaz Palacios, hombre de cuerpo y corazón grande, descendiente de aquel mítico capataz Francisco Palacios, gallego de origen que puntualmente perdió ese pasaje para emigrar a la Habana y  se quedo para siempre por el amor que encontró en una mujer sevillana  y que gracias a esto fue el padre responsable y creador a principios del siglo XX de la organización y estructuración social de aquellas antiguas cuadrillas de costaleros que con el tiempo evolucionaron a las actuales. Generaciones familiares de capataces con la responsabilidad y el peso de una tradición centenaria, que han sabido crear una cuadrilla como grupo humano y técnico que desde hace años se ha convertido en un nuevo referente. Y cada año os hacia mis fotos que hoy  por fin os la ofrezco, pero lo más importante para mi es que cada año  tenía una cita con aquel grupo de viejos y a la vez nuevos amigos.

Pero un día caluroso del mes de mayo amigo “Camarada” tu máximo capataz que muere para vivir en el sentimiento cada Martes Santo, te ha llamado para que le vayas organizando esa cuadrilla celestial  en la que siempre hay hueco, nunca te jubilan , el amor siempre prevalece sobre esa vanidad tan de moda, y tú con tu encorvada figura pero con la rectitud en tu pensamiento, que nunca se quebró, caminaras en silencio en la parte trasera y al lado de esa manigueta que ya es para siempre, mandando pero desde el silencio  las almas de aquellos costaleros que un día formaron parte de tu cuadrilla y que con el paso largo elegante y racheado de siempre llevan a vuestro Cristo de las Almas a los umbrales de la Eternidad.

Seguirás vivo en el recuerdo de todos los que te conocimos que es la forma más humana de sentir, porque el olvido siempre supone la muerte para siempre.

Seguiremos adelante, como junto a Ti aprendimos y por siempre te decimos, adelante  “Camarada”.

Fotos: Mariano López Montes.










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