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Liturgia. La Cuaresma. Jesús Luengo Mena


Dentro del «círculo anual» que supone el Año Litúrgico existen tiempos que tienen un sentido propio y muy definido: son los tiempos de Adviento-Navidad, el tiempo de Cuaresma y el tiempo pascual.

La Cuaresma, que comienza el Miércoles de Ceniza, toma su nombre de la palabra latina «quadragesima dies», o sea, el día cuadragésimo. La Cuaresma se organizó a partir del siglo IV teniendo como germen el ayuno de los dos días precedentes a la Pascua que se fue alargando a toda la semana y derivó en los cuarenta días. Este ayuno de cuarenta días se observaba desde la sexta semana antes de Pascua, pero habiendo por medio seis domingos, días siempre festivos y nunca penitenciales, y para completar el número simbólico de cuarenta días de penitencia se amplió al miércoles anterior par cumplir cuarenta días efectivos. El número cuarenta tiene su simbolismo pues es el tiempo completo de prueba, purificación y preparación para un acontecimiento importante. Cuarenta días duró el diluvio universal, cuarenta días estuvo Moisés en el monte Sinaí, cuarenta años vagó el pueblo de Israel para llegar a la tierra prometida, cuarenta días el profeta Elías camina a Orbe  y cuarenta días se retiró Jesús al desierto. Además se añadieron otros domingos, hoy suprimidos, llamados Quincuagésima, Sexagésima y Septuagésima.

Durante la Cuaresma tenía lugar la última preparación de los catecúmenos elegidos, llamados iluminandos, que serían bautizados en la Vigilia pascual y que se sometían en este tiempo a escrutinios, exorcismos y oración intensa. También, el Miércoles de Ceniza, eran separados públicamente de la Asamblea los pecadores, imponiéndoseles la ceniza y obligándoseles a la penitencia pública, generalizándose la costumbre de la imposición de la ceniza a todos los fieles por Urbano II en el Sínodo de Benevento del año 1001. La imposición de la ceniza no es en definitiva más que un símbolo penitencial y recuerdo de nuestra condición de mortales.

En la actualidad «el tiempo de Cuaresma va desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo exclusive» (NUAL 28). El computo matemático total en la actualidad suma cuarenta y cuatro días, incluidos el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo. 

Este tiempo tiene carácter bautismal y penitencial. El Vaticano II nos dice que «prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la Palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia». La Constitución litúrgica (SC 109) recuerda el carácter bautismal y penitencial de la Cuaresma e insiste en la escucha asidua de la palabra y en la dedicación a la oración.  Es la época del «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15). Ayuno, oración y limosna es la trilogía cuaresmal.

En Cuaresma la Liturgia se hace muy patente con signos claros. Si alguna solemnidad, como san José, cae en domingo se debe celebrar el sábado anterior. El Miércoles de Ceniza la imposición de la ceniza sustituye al acto penitencial, que debe omitirse. Es recomendable que el sacerdote presidente se imponga a sí mismo la ceniza  o que alguno de los fieles se adelante a imponérsela: debe dar ejemplo de que, como signo visible de Cristo en la comunidad, se incorpora también a su camino de Pascua.

En cuanto a normas litúrgicas y orientaciones pastorales propias de este tiempo podemos apuntar algunas:

* En general se debe buscar la mayor austeridad posible, tanto para el altar como para los demás lugares y elementos celebrativos.

* El contraste entre esta austeridad cuaresmal y las maneras festivas que se ofrecerán al llegar la Pascua (Pascua=paso) ayudarán a captar este concepto de paso.

* En este tiempo hay que suprimir las flores, la música instrumental, salvo si es imprescindible para acompañar el canto,  y los adornos.

* Una celebración comunitaria de la Penitencia es muy recomendable, con confesión personal como preparación inmediata al Triduo Pascual, así como el ejercicio del Vía Crucis.

* En la Misa se omite siempre el Aleluya, que volverá a resonar gozoso en la Vigila pascual. Puede sustituirse por una aclamación cristológica.

* Se dicen los prefacios de Cuaresma, excepto las fiestas que los tengan propios.

* Los domingos se omite el Gloria.

* El acto penitencial de la Misa debe destacarse.

* Las vestiduras de los ministros son moradas.

* Se recomienda hacer homilía diaria, si hay suficientes fieles.

El Leccionario nos ofrece lecturas centradas en la conversión, penitencia y en la contemplación de la Pasión del Señor que se intensifica en la Semana Santa.

Una creencia muy extendida es considerar que sólo los viernes de Cuaresma son días de abstinencia. Actualmente todos los viernes del año tiene carácter penitencial y debe practicarse la abstinencia, de carne u otro alimento. El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son en la actualidad los dos únicos días anuales de ayuno y abstinencia, se recomienda también seguirlos el Sábado Santo. No obstante, el ayuno y la abstinencia pueden ser sustituidos por otra práctica penitencial como obras de caridad o de piedad, limosnas, lecturas de las Sagradas Escrituras y similares, a criterio de la Conferencia episcopal. El ayuno obliga a los mayores de 18 años hasta que hayan cumplido los cincuenta y nueve y la abstinencia a los mayores de 14 años (CDC 1252). Los domingos de Cuaresma se denominan domingo I, II, III, IV y V de Cuaresma aunque continúa la errónea costumbre de denominar al V Domingo de Cuaresma como Domingo de Pasión, nombre que ha pasado actualmente al domingo que abre la Semana Santa llamado «Domingo de Ramos en la Pasión del Señor».

El domingo IV de Cuaresma tiene un carácter especial: se le llama Laetere (Alégrate) por su antífona de entrada que comienza con esas palabras tomadas de Isaías (Is 66,10).  Está situado en la mitad de la Cuaresma y tiene un tono de alegría pues ya está cerca el fin del ayuno y más cercana la alegría de la Pascua. Ese día está autorizado el color rosa en las vestiduras de los ministros, tal como sucede en el III Domingo de Adviento llamado de Gaudete.

Teológicamente el protagonista de la Cuaresma es Cristo, que se retira a orar al desierto, que cura al ciego, que se encuentra con la samaritana y la salva. Cristo es el dueño de la historia y avanza hacia la Pascua sembrando la Salvación. En definitiva, la Iglesia nos propone una trilogía cuaresmal: oración, ayuno y limosna. 

Aprovechemos estos días cuaresmales que la Iglesia nos ofrece como un tiempo para convertirnos, meditar en la Pasión y en definitiva hacernos mejores para poder así mejorar el mundo cooperando en la tarea que Cristo nos encomendó con su con vida, muerte y resurrección.

SIGLAS EMPLEADAS:

NUAL: Normas universales sobre el Año litúrgico

SC.: Sacrosanctum Concilium

CDC: Código de Derecho canónico.










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