Y allí seguía Sevilla. Antonio Sánchez Carrasco
Desde mediados de Marzo sin pisar tus calles del centro. Así cruzamos la SE-30 y la Palmera para aparcar en el Paseo de Colón. Fotografiar la Torre del Oro como la primera vez que la vimos. Cruzar por delante de la Puerta del Príncipe hasta el Bar Arenal que sigue cerrado.
Las calles poco a poco parece que van notando fluir a las personas entre sus aceras.
Fali sigue en su joyería tratando seguir adelante, ” Chato en lo peor de la crisis, el centro daba miedo”. Avanzamos hasta Garcia de Vinuesa y desayunamos en el Ajolí, un viernes de Rocío y nosotros desayunamos en un bar que tiene por nombre el puente de madera que abre las puertas del cielo.
Tras la entera con zurrapa, el reencuentro con la Giralda. Desde Alemanes hasta Mata Canónigos mirando sus líneas. Buscando en la memoria la última imagen que guardaba de Ella. Me gusta tanto la Giralda que nunca encuentro palabras para describirla.
Fernando y Paco pasean por la Avenida. Fernando nos cuenta lo mismo que Fali, la Avenida ha llegado a darle miedo de soledad, de ausencia de personas.
Buscamos el Salvador. Allí Fran trabaja cuidando de Dios y su Madre. Seis personas sólo junto al Señor de Pasión. Se vienen a mi memoria varios apellidos. Roldán, Robles, Casado... Fran lleva su mascarilla con los escudos mercedarios, sigue limpiando las imágenes del paso de Cristo mientras conversa con nosotros unos minutos. Lo dejamos trabajar subimos hacia la Alfalfa. Conversación de dos ex-hermanos mayores y el capataz de Nuestro Padre Jesús, que tiene su tienda en Alcaicería.
Subimos hasta San Nicolás, que hermosa está la Candelaria. Además le da nombre al bar de mis amigos Antonio y Santi. La cerveza sigue estando helada y la ensaladilla cum laude. Allí nos cuentan una exclusiva Vizcaíno ha puesto aire acondicionado, ya sólo falta que Coronado ponga tapas. Que falta me hacía Sevilla. Afortunadamente sigue ahí.
Foto: Antonio Sánchez Carrasco.