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Ha llegado el momento de contarlo... Luis Miguel González Blázquez


Durante esta pandemia he vivido una experiencia de las que te marcan para siempre.¡He vivido la Mejor Semana Santa de mi vida!

Me fui de voluntario a luchar contra “el bicho” a SAMU, había algo en mi interior que casi me obligaba a hacer algo en una situación de emergencia como la que estábamos viviendo (es como una llamada inexplicable), tengo titulación en Laboratorio y Logística y me puse a disposición de SAMU en lo que pudiera ser más efectivo. Y así fue...

El 27 de marzo sonó el teléfono, justo a las 18:15 cuando el Papa estaba impartiendo la bendición Urbi et Orbe (la cual no pude ver completa ya que me tuve que marchar) me llamaron para que me fuese al pabellón polideportivo de Rochelambert, allí había un dispositivo para la gente sin hogar y también el lugar donde se atendería a quienes estuviesen infectado de covid19 de este colectivo. Nunca tuve miedo, asumía que podría contagiarme, quizás se puede llamar inconsciencia pues era un peligro real. Tb asumía el no poder abrazar ni besar a mi familia durante un mes y medio por miedo a contagiarles. Llevaba mis mejores armas, una Enfermera, un Cautivo y su Madre de los Dolores y la Esperanza.

Allí en medio de lo que podríamos llamar la miseria... ¡me encontré con gente maravillosa! Vi con mis propios ojos como algunas experiencias traumáticas en la vida y una sucesión de hechos puede llevarte a esta situación (cualquiera podemos acabar así).

Había gente que estuvo en la droga y que lograron salir, otros estaban en proceso, había gente sin familia y otros incluso con alguna adicción o problema mental, así mismo, había gente normal que la vida siendo traicionera con ellos, les dio este destino.

El polideportivo al que pusimos nombre de “Hogar Rochelambert” se convirtió en una gran Familia. Allí pude hablar con la gente, atenderles, darles de comer, comer con ellos y sentarme en su mesa y sobre todo, escúchales. No sabéis lo necesario que es que otra persona te escuche.

El centro se convirtió no solo en atención a la emergencia del momento, dando comida y techo para estar en aislamiento sino que se convirtió en fuente de Esperanza, hicimos currículum, incluso se mandó a gente a trabajar al campo, se trató algunas enfermedades, les formamos y protegimos del coronavirus poniendo todas las medidas necesaria, pusimos en marcha valores como el compañerismo, el trabajo, la responsabilidad. He acompañado a los musulmanes y menas en sus cenas en Ramadán incluso he aprendido algunas palabras en árabe.

Hemos hablado de Dios que es solo uno.

He conocido las historias de sus vidas, les he visto reír, llorar, sufrir y también les he visto disfrutar. He hecho muchos amigos allí. Quizás la situación de ellos me tortura ahora, al saber que antes era el colectivo de la calle como les conocía, ahora a ese colectivo les pongo nombre, apellidos, cara y conozco sus vidas. Y yo duermo en una cama, mientras ellos lo hacen en la calle.

¡Recuerdo cuando llegó mi querido Francisco Javier Usatorre Montilla con cajas y cajas de ropa! ¡Fue un día de Reyes para ellos!.

También destacar la calidad humana de los trabajadores y voluntarios de SAMU y que han sido mis compañeros estos dos meses, en su mayoría gente muy joven, bien formada, que apenas llegaban a los veintitantos. Una juventud sana y con valores, ¡una generación extraordinaria!.

El último día, uno de los usuarios de allí me dijo unas palabras que guardaré siempre “Luis Miguel, agradezco mucho todo lo habéis hecho por mí, la comida, la cama, la ropa... pero por lo que os estoy más agradecido es por sentir, después de muchos años que le importo a alguien, que me pregunten como estoy, si me duele algo, si necesito algo. No sabes lo que es sentirse de nuevo querido y que le importas a alguien...”

Y todo esto lo escribo porque tengo un mensaje, la gente de la calle necesita de nuestra ayuda, creedme, a nadie le gusta vivir así. Necesitan de todos para salir de esa situación. ¡Tampoco es tan dificil ayudarles!, no es darles solo un bocadillo o alguna moneda, Pon tu grano de arena. Acércate y háblales, verás como cambia tu concepto de ellos.

Hoy puedo afirmar con orgullo que en mi trayectoria cofrade he visto la imagen del Señor de mil formas pero que durante dos meses, HE VISTO A DIOS DE VERDAD.

No soy el mismo que entró en el Pabellón de Rochelambert hace dos meses. Algo ha cambiado en mí para siempre. Voy a seguir luchando por ellos, hazme caso, ayúdalos tú también en esta lucha, la motivación es la que tú quieras, la realidad es que nos necesitan por humanidad.

Aprovecho para pedir perdón públicamente a mi familia la cual he tenido durante este tiempo más apartada y darle especialmente las gracias a mi mujer María Isabel Sanchez Ruiz por permitir y sacrificarse para que yo pudiera vivir y dedicarme a esta experiencia.










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