Mañanitas de Corpus. Antonio Sánchez Carrasco

Debía de ser el desayuno en el ajolí entre los bosques de estandartes, que tanto nos aburren y tanto vamos a echar de menos este año.

Sobre todo la Señora mayor con el nieto que te martillearía la cabeza a base de bien con la frase... ¿Manolito esa cual es?  Y Manolito... Rosario de San Julián...bien Manolito, bien.

Acompañar la tostá de zurrapa con el poquito de manguara (aguardiente, para los no iniciados) para evitar la subida de los gases propios en medio de la bulla.

Y tratar de ver los pasos por la Avenida que suele ser un sitio amplio y con menos gente. Ver la única vez que unos niños serán más fotografiados que los futbolistas de élite. Saludar más que en Chipiona en Agosto. La compañía de honores desfilando con aplausos. La corporación municipal, con silencio o pitada, rara vez aplaudida. Los bacalaos en sus fundas de vuelta. Hay pasos que llevan ruedas como piensa en forastero. Señoras de cierta edad con trajes de domingo, bolso como el primera línea del Monte Ciencias, en el brazo y pegado al pecho y empujando más que el último pico de la ensaladilla. Campanas al aire que entra el Santísimo. Sigue oliendo a juncia y romero. Cerveza rápida para reponer líquidos antes de ver la vuelta del Señor de la Cena y después echar el resto del día en bar Taquilla,..., era tan bonita la vida. La mañana de Corpus volverá pero de momento seguiremos pendientes de la Esperanza.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.