Arte Sacro
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  • jueves, 25 de abril de 2024
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A ti, nazareno anónimo de Torreblanca. Luis M. Fernández


Te escribo estas líneas a ti, nazareno anónimo de Torreblanca, que en la tarde del Sábado de Pasión te dirigiste a mí, con toda corrección y amabilidad cuando me viste haciendo fotos a tu Virgen de los Dolores en la Plaza del Platanero, para decirme que la cofradía tiene lugares muy bellos donde ser fotografiada, lejos del entorno deteriorado y “especial” que constituye esa plaza y pedirme que este año hiciera fotos “distintas” a las de siempre. Yo te escuché, creo que también con toda la educación posible, pero tengo que reconocerte que me sentaron muy mal tus palabras. Yo hago fotos donde me parece, pensé y no estoy fotografiando ese entorno, ni a quienes habitan en él, sino a la cofradía y a sus imágenes. Claro que tú no tenías por qué saberlo, harto como estabas de ver revoloteando a tantos y tantos fotógrafos con los objetivos de sus cámaras apuntando a cualquier sitio menos a los nazarenos, a las insignias y a los pasos. Tampoco tendrías por qué saber que yo nunca haría pública una foto de tu hermandad que pudiera ofenderos y faltar al respeto y buen trato con el que, cada vez que he ido a vuestros cultos y han sido muchas desde que iniciasteis la ejemplar andadura que os contempla, siempre, siempre me habéis recibido en vuestro barrio. No es ése mi estilo, ni el de esta página. Ni el de la mayoría de los fotógrafos de la Semana Santa, a los que conozco bien. De los otros, no sé qué decirte.

Esa misma noche, hablando con gente muy cercana, empecé a comprender que ya estáis un poco cansados de lo mismo y de los mismos de siempre, del detalle desagradable, provocado o casual, de ser carne de cañón para ese sector minoritario, pero visible, del sensacionalismo periodístico que utiliza vuestra salida penitencial para vender un poco más. Pero fue en la tarde del Miércoles Santo cuando un hermano tuyo, costalero del Señor Cautivo, me terminó de abrir los ojos. Al contarle nuestra conversación me dijo: “No te lo tomes a mal porque es que todos los años pasa lo mismo. El Domingo de Ramos compré todos los periódicos para ver las noticias y los reportajes de mi hermandad, que a todos nos gusta. ¿Y qué me encontré? Lo de todos los años, ya sabes…”. Y pasó a enumerarme lo que pudo ver y leer y que no te voy a transcribir porque tú lo conoces igual que yo. Y entiendo vuestro malestar.

Pero no creas que los que nos autollamamos cofrades sevillanos somos inocentes en este asunto. Por acción (o por inacción) hemos dejado que la Semana Santa de Sevilla (y sí, yo, al igual que el pregonero y que tantos otros, creo firmemente que el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión también son Semana Santa en Sevilla y que Torreblanca es parte de la ciudad, aunque algunos sigan sin querer aceptarlo) se haya convertido en un espectáculo para gente que no sabe ni entiende lo que está viendo, muy alejada de sus raíces y de su historia. Sólo así se puede comprender que en Torreblanca lo que se destaca poco tiene que ver con la ejemplar estación de penitencia de una hermandad admirable o que, por ejemplo, esos espectadores se sientan engañados y silben a una banda que no toca en cierta cuesta famosa porque así se lo ordenan desde la hermandad en un día complicado, algo que tendría que ser muy conocido, pero que, por lo visto, no lo era tanto.

Si te sirve de consuelo, el Sábado de Pasión pude ver muchas cosas bellas en la Plaza del Platanero, muchos ojos acuosos, muchas miradas ensimismadas, muchos rezos en voz baja. Y en las fotos, te aseguro que el entorno no afecta a tu Virgen. Todo lo contrario, Ella lo engrandece, lo difumina, lo hace suyo. Para eso salen tus titulares y para eso pasáis por allí. Un abrazo, mi amigo nazareno.

 

luisma032@hotmail.com










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