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Provincia. Centenario del palio de Juan Bautista Gimeno de la Virgen de los Dolores de Castilleja de la Cuesta (1921-2021)


Arte Sacro. El profesor Andrés Luque Teruel, publicó en el 2018 un artículo en el anuario Calle Real titulado “Juan Bautista Gimeno y Antonia Riutort, puesta en valor de un taller de bordados acreditado. El palio negro de la Virgen de los Dolores de Castilleja de la Cuesta, en 1921”, donde aportaba la siguiente documentación.

Sobre el taller

El bordado sevillano pasó por varias etapas sucesivas y de gran esplendor en el amplio período comprendido entre mediados del siglo XIX y todo el primer tercio del silgo XX, cronología ésta última en la que estuvo activo el taller de Juan Bautista Gimeno, empresario procedente de Valencia.

La personalidad y la calidad de los trabajos de su taller lo identifican como un centro creativo muy cualificado, en el que podemos identificar rasgos morfológicos propios y una destacada capacidad y finura en el acabado de los bordados.

     Juan Bautista Gimeno fue sobre todo un empresario entusiasta, establecido por partida doble, con una tienda de enseres y objetos religiosos y un taller de bordados, ambos autónomos, en la calle Tetuán número cinco de Sevilla, en 1892.

Gimeno vendía en su tienda tejidos, materiales de oro y plata, esculturas en serie, ornamentos para iglesias y sombreros y prendas para tales usos. Su esposa Antonia Riutort dirigía el taller y era la encargada de proporcionar los diseños y supervisar la ejecución material de los bordados. Siguiendo una costumbre de la época, procedente del siglo XIX, las prendas bordadas por este taller eran expuestas en los escaparates de la tienda regentada por la misma familia. Esa tienda pasó a la calle Amor de Dios número dos; y el taller a la calle Tintes número siete. A finales de los años veinte del nuevo siglo el taller se situaba en la calle Rioja número cinco.

Gimeno falleció en 1930, pero no significó el fin del taller, puesto que él no tenía ninguna responsabilidad artística en el mismo, por lo que su hijo Tomás se hizo cargo de las cuestiones administrativas y Antonia Riutort siguió al frente hasta su fallecimiento en 1936. En esos años, el taller estuvo establecido primero en la calle Goyeneta y después en Ciudad Jardín. Ese hecho fue decisivo, pues Antonia Riutort era la autora de los diseños y la responsable técnica de la ejecución, esto es, la auténtica responsable y artífice del taller. Poco después cerró para siempre, en fecha próxima a 1940.

El palio negro de la Virgen de los Dolores de Castilleja de la Cuesta

Tenemos poca documentación debido al traslado del archivo de la Hermandad Sacramental de la Inmaculada Concepción a Sevilla durante la Guerra Civil, donde fue destruido; sin embargo, la que se conserva es concluyente, como una referencia que alude al propósito de realizar un palio bordado en oro y unos respiraderos repujados en plata para el paso de la Virgen de los Dolores, siendo Hermano Mayor José de los Reyes, en el año 1921. A esto hay que añadir el sello con tinta del taller de Juan Bautista Gimeno identificado en el forro del tejido original, aún intacto y con los bordados sin pasar; y el estudio comparativo aportado por Francisco Javier Sánchez de los Reyes, que así lo confirma. Ese palio sustituyó a otro decimonónico con corbatas.

La composición de las caídas muestra una estructura y distintos elementos derivados de Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Las caídas están organizadas mediante composiciones simétricas ajustadas a los perfiles del llamado modelo de forma o pico, de manera que generan unidades intermedias en las que confluyen los vuelos externos de elementos que configuran módulos principales, como los escudos heráldicos. Una fina guardilla se ajusta a la base mixtilínea y en esta encajan hojas de acanto con vuelos asimétricos y solapados. Eso determina un eje en el que apoya el pico inferior de una ventana de malla abierta, sostenida desde una barra horizontal de la que cuelga la parte superior, en la que apoyan roleos y flores de lis a modo de crestería. La linealidad es muy acusada y atractiva desde el punto de vista plástico.

El efecto se ve potenciado por idéntico carácter en los módulos intermedios, más pequeños y a mayor altura, apoyados en el vuelo superior de las hojas laterales asimétricas de la base del módulo principal. Están formados por dos tallos resueltos con roleos exteriores en la parte superior en la que apoya una crestería similar a la de los módulos principales. El frontal está presidido por el escudo de la corporación; y la trasera, por otro escueto con el anagrama de María. Los dos están rodeados por un marco cartilaginoso sobre dos hojas de acantos abiertas y enlazadas que recuerdan las antiguas coronas de laurel greco romanas.

El interior de las caídas repite el diseño del exterior, con la lógica diferencia de la reducción por falta de espacio del remate sobre la característica ventana de malla. La correspondencia entre una y otra cara fue habitual en las caídas de los palios del regionalismo pleno.

En origen, las caídas tenían flecos y borlones que le proporcionaban un aspecto solemne, con un claro y noble contraste con la armonía lineal de la composición. Ese remate, muy adecuado, fue sustituido por Esperanza Elena Caro, cuyo taller trabajaba para la Hermandad en la década de los años sesenta, por otro fleco de bellotas, inadecuado, que permanece en la actualidad.

El techo de palio está formado por una amplia orla para la Gloria, que ocupa la zona central; cuatro composiciones análogas en los ángulos y una interesante guardilla reconvertida en marco que delimita el perímetro. La gloria está formada por cuatro módulos lineales en los ejes y otros cuatro análogos con distinta disposición en los sectores intermedios, que determinan una forma con disposición oval bien proporcionada, en la que prevalece la cruz latina. La brillante definición lineal y la nobleza de proporciones le confieren un extraordinario interés.

La Gloria está enmarcada por un original bordado con cuatro grandes C barrocas en los ejes, unidas por disposiciones de malla cruzadas por un tallo con una pequeña flor, en correspondencia con el marco perimetral que cierra el conjunto. Orla y marco interior presentan un eficaz contorno a la pintura anónima de la Inmaculada Concepción, del año 1921, restaurada por Enriqueta Chávez Rosales y María Reyes Rosales Rodríguez en 2014. En esta intervención procedieron a la limpieza, estucado, reintegración de la policromía y aplicación de una capa protectora.

Las unidades de los ángulos tienen un remoto recuerdo de los estandartes romanos, y una impronta modernista que los transforma, actualizados con criterios regionalistas. Una fina C es el punto de partida de un eje formado por un tallo con una flor con tres pistilos y caracoles laterales, y al mismo tiempo la abrazadera que sostiene dos  segmentos laterales, de los que salen dos tallos sinuosos y con distinta longitud a cada lado.

La categoría del diseño y la finura de la ejecución del palio negro de la Virgen de los Dolores de Castilleja de la Cuesta permiten hablar de un taller de primer nivel, con las que dio respuesta a los proyectos fundamentados en el valor de los movimientos curvilíneos madurados por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en el palio y el manto de la Virgen de los Dolores de la Hermandad de la Vera Cruz de Benacazón, en 1912. En concreto guarda una relación directa con el palio y el manto de la Virgen de de la Soledad de Ayamonte, en 1919; el manto de la Virgen de las Angustias de la misma localidad de la provincia de Huelva, en 1920; la túnica de Jesús Nazareno de Baena, en 1921; y el manto de la Virgen de la Piedad de la Hermandad de la Vera Cruz de Sanlúcar la Mayor, en 1925.  En todos ellos, las combinaciones de puntos de setillo, briscados, medias ondas, cartulinas con muestras armadas y escamaciones de lentejuelas con distintos calibres, proporcionan estimables contrastes y propician juegos de luces muy calculados.

En definitiva, la capacidad y la versatilidad de Antonia Riutort al frente del taller avaló una línea propia dentro del regionalismo, en la que asumió con criterio propio conceptos derivados de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, creó otros propios,  y anticipó algunos habituales después en Herminia Álvarez Udell y el taller de Hijos de Olmo. Fue un taller importante, que pudo resolver con personalidad los ambiciosos proyectos de José Recio del Rivero para la Hermandad de la Esperanza de Triana, que determinaron una nueva evolución, coherente y personal, a partir de 1928.

El palio fue sustituido en 1980, en una época en la que la grandeza creativa de estos proyectos lineales no era bien entendida. Por fortuna, la hermandad de Castilleja de la Cuesta no enajenó un bien patrimonial importante, del que expuso el techo y un frontal en las siguientes muestras: Gran Poder, Caja de Ahorros San Fernando, en 1991; y VI Centenario de Devoción Concepcionista, 1400-2000. Castilleja de la Cuesta, en la Casa de la Provincia de Sevilla, en 2000. Ese nuevo reconocimiento, motivó la reposición de algunas bellotas perdidas y la restauración de varias ventanas de malla rotas, circunstancia que permitió de nuevo su uso en las procesiones de Semana Santa de 2010 y 2014, hecho afortunado después de pasados treinta años sin salir en procesión.

Fotos: Antonio Rodríguez/Carolinas Riejos










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