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Comunicación y Semana Santa. Antonio Sánchez Carrasco


Imaginen, con todo respeto ojo, la cruxifición de Jesús en el siglo XXI y todo el mundo con su smartphone.

Los romanos haciéndose selfis en el Calvario. Los apóstoles buscando hastags #JesuisJesus #Quetusangrenoseaenvano... La casa del gobernador Pilatos tuiteando que caiga sobre el Sanedrín que Poncio no vio culpabilidad. Los sanedritas justificándolo todo con el Alvise de su cuerda. “Jesús era un blasfemo abro hilo, se saltó las leyes tal y cual..., y los Zelotes escribiendo, "prometió salvarnos y se deja coger, disfruten lo votado". 

Los columnistas de la época buscando ese envés que nadie ve, “Quinto Cornelio debió de usar otro terno que el de campaña, no todos los días crucifica uno al Hijo de Dios“, “es que parece que está en la batalla de Munda degollado hispanos“, y la radio, ay la radio, y las teles locales, todas buscando la noticia en el momento. El de la radio metiendo el micro al oír como suena la turba multa o los pasos del Nazareno y las teles buscando conocidos o familiares que entrevistar, “es usted el llamado Pedro... “ “no hago declaraciones"... Con este paralelismo ¿pueden pensar por un momento lo que tenemos encima?. Claramente la comunicación es un proceso que tiene emisor y receptor y desde la aparición de las redes sociales esa comunicación incluye un feedback y un reverso en el recorrido. Es casi una aberración pensar en la muerte de Jesús con los parámetros actuales o mejor dicho en como se comunicó, y no sólo los evangelios, Josefo o Tácito también informaron sobre aquella ejecución.

Con el tiempo la información y la comunicación fue adquiriendo importancia hasta que nos dio por vivir en la sociedad de la información. La Semana Santa no es ajena a esta circunstancia y también le llegó de lleno esa necesidad de información. Y no todo es culpa de quien nos la ofrece, todos aprendimos a leer cierto día a determinadas firmas, a oír por la radio a según que voces y a ver a esas personas que en las teles nos contaban todo lo que ocurría en el mundo cofrade.

Con las redes todo se convirtió en el barro, cuentas anónimas que creen saber más que nadie de esto, ataques furibundos al cronista cuando se piensa distinto y por supuesto errores garrafales de los que sirven la información, que la mayor parte de las veces son seguido de la disculpa del propio informador y unos días más del hacer leña del árbol caído, incluso recriminando faltas de respeto, faltando al respeto.

Ahora que tenemos en vista el cambio de Pastor, esperemos darnos cuenta de que en el mundo de la comunicación religiosa de esta Ciudad tanto comunica el que firma una columna, como el de la @kavernacofrade, que nadie conoce quien es y todos, empezando por el que firma estas letras, deberíamos de recordar aquella frase de Ernest Hemingway que decía "se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar".  

Cuídense y no me hagan mucho caso, llevo mal lo de la ausencia de farolillos.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.










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