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El medallero cofrade. Antonio Sánchez Carrasco


Era en televisión,  en la de la tasca cofrade de mi amigo Carri, en el Tos x Igual, aquí, al Este de Sevilla.  Donde vi como el ciclista granadino David Valero, ganaba su bronce en bicicleta de montaña.

Bronce como el paso de la Quinta Angustia, aunque el aspiraba a oro corona de Virgen o a plata paso de Pasión. Entonces recordamos aquellas fechas en las que Sevilla quiso ser olímpica. Aquellas camisetas de publicidad que con el tiempo y el desgaste acabaron siendo trapos ideales para limpiar el polvo y los cristales. A muchos nos inspiraron aquellas pruebas. Crono escalada ciclista al Monte Gurugú, las pruebas de remo y piragua en la Plaza de España, el esgrima en más de un bar, por aquello de las estocadas, la hípica en la Feria, salto de trampolín en el barco de la cucaña,..., y allí en el Tos X Igual viendo las medallas cofrades que cuelgan de una de sus paredes empecé a tenerlo claro. Y mi mente fue poniendo palabras, y verbalizando pensamientos. ¿Se imagináis unas olimpiadas cofrades?

La hípica estaría entre Rafael I de Triana y Longinos de San Martín, diploma olímpico para el romano de la Milagrosa, pendiente queda de ser bautizado. La halterofília estaría claramente en manos de la cuadrilla de algún misterio macizo de esos que llevan más trabajaderas que nadie. Los mejores defensas en fútbol las señoras con carrito rompe tobillos. A los capataces les iría bien en tiro, cualquier modalidad. Si son capaces de meter milimétricamente un paso por el Postigo,  Francos, ojivas, Placentines..., eso debe de ejercitar la vista y el temple. El maratón se lo turnarían entre alguna que otra banda y Antonio Santiago antes del Macarenaexit por aquello de las palizas que se pegaban cada Semana Santa. La gimnasia deportiva en su modalidad de barra fija para el Zaqueo de la Borriquita que lleva años allí montado con un equilibrio envidiable. Y en cada ceremonia de entrega de medallas en vez de ramo de flores, papelón de adobo (la calle en que nos vimos). Y un bono descuento en tintorerías para quitar la cera...

El Carri me miró  con alto grado de incredulidad mientras le decía a Noelia, su mujer, las dos enteras con jamón pal del fondo. Y acabada la comanda me dijo:

- Te dije que le echaras lo de siempre, te comes la tostá con pavo y tu cerebro se enfada y piensas estas cosas...

En la tele seguían las olimpiadas, aunque lo del papelón de adobo no lo veía tan mal.

Foto: José Fernández Carrión.










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