La luz de Sevilla. Moisés Viretti

Y Sevilla se adelantó…si, así es, iluminó la primera y verdadera luz de todos los sevillanos, y fue a las tres de la tarde en San Nicolás de Bari, cuando sus puertas se abrían y la cruz de guía se disponía a proclamar a los cuatro vientos…¡han pasado cien años, y aquí estamos!

Estamos con el mejor regalo que podemos conservar ante un preludio a la navidad, la salud, siendo tan solicitada en es estos tiempos aun de pandemia, nos inclinamos ante el hermoso nazareno que nos guía a un camino por sendas seguras.

La música de tres caídas, ponía el aplauso y fervor de una devoción que acontecía en abrazos, mascarillas de todas las clases y colores, y concentraban a todo cofrade para ver a la Madre de Dios.

Cámaras, móviles, micrófonos…todo era poco para lo tanto que había que contar y explicar. Hermanos mayores y hermandades no podían faltar, y como nó, ese ímpetu y deseo de ver las bambalinas moverse por parte de los músicos de la Cruz Roja a son de los compases de Fulgencio Morón en el interior del templo…

Muchas caras de alegría y entusiasmo ante un trabajo bien hecho…Álvaro, Herrera, Arnaldos, Matito, Arcadio, Vito, Benítez, Justo, Pope, Domingo, Marinero …y muchos que ya no están, desde el cielo brindaban a esa misma hora por ver a su Candelaria Salir, como Pepe el planeta, Galiano, Ramón Ybarra , Enrique García, Miguel González o incluso aquel buen abuelo de la familia Acero, que se marchaba en mañana veraniega sin faltar a su cita de la compra del pan.

Los jardines aplaudían su llegada, las saetas tampoco faltaron, y mucho menos las autoridades civiles y eclesiásticas, en el que cabe destacar, la nobleza con la bondad de abrazar a un servidor en la misma puerta del ayuntamiento por parte del Sr Flores.

La Sevilla culta examinaba el evento en la plaza de la inmaculada previo al arzobispado, donde las hermandades tuvieron ese gran detalle de esperar a que pasara todo el cortejo, sin embargo otros personajes adelantaron su retiro, no fuese que se les enfriase la sopa…

Luz para aquellos que quisieron saludar, y también para aquellos que solo se lo tomaban como un simple espectáculo, pero el evento será recordado hasta el fin de los tiempos, ya que pocos martes santos se viven en pleno Diciembre.

La mecía del paso, preciosa…la palabra arte se quedaba corta…música, compas, luz y costaleros…como si de una perfecta sinfonía se tratase.

Y al llegar de nuevo a su plaza, en esa calle San José, se despedía de su ciudad cofrade, para decir…soy la luz de Sevilla, y os volveré a ver, cuando los naranjos den flores de azahar y el incienso inunde la judería…

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Foto: Israel Viretti.