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Jueves pastoreños. La Divina Pastora y la Romería del Rocío. Francisco Javier Segura Márquez


Durante estos días finales de la Pascua, en los que celebramos el Jubileo Circular y nos acercamos progresivamente a la celebración del día 24 de Junio, en el que conmemoramos tradicionalmente la Revelación de María como Divina Pastora de Nuestras Almas, jornadas que suelen evocarnos la grandeza de una de las devociones marianas más importantes de Andalucía: la de Nuestra Señora del Rocío, Patrona de Almonte, que desde siglos atrás celebra su Gran Romería en la Aldea del mismo nombre y término, a la que acuden millones de peregrinos en torno a la asistencia de la Hermandad Matriz y de las 125 Hermandades Filiales que participan, desde los más diversos rincones de España y otros lugares del mundo, de este fervor singular a la Madre de Dios.

 

En el contexto de la Romería, con un riquísimo caudal iconográfico, podemos constatar la presencia de múltiples advocaciones marianas, especialmente otras devociones patronales de las localidades de origen y algunas, como la Divina Pastora, que por su presencia extendida por muchos lugares, se hace presente de diversas formas, a las cuales hoy queremos acercarnos en este Jueves Pastoreño. Somos conscientes que, dadas las dimensiones que alcanza esta manifestación popular serán muchas las representaciones de la Divina Pastora, o de su iconografía en múltiples variantes, a las que no podremos acercarnos, ni aún siquiera conocer. Es por ello que invitamos a nuestros lectores que conozcan algunas de estas representaciones nos las hagan llegar para ulteriores ediciones de este serial sobre la devoción pastoreña.

 

El propio nombre de Divina Pastora, o simplemente Pastora (con el sintagma preposicional de lugar que le sigue al ubicarla “en las Marismas”) es muy habitual encontrarlo en relación a la Imagen de Nuestra Señora del Rocío. Son infinitas las sevillanas, plegarias, oraciones y menciones a Ella como Divina Pastora, Pastora y Madre, Pastora Almonteña, etc. Podemos preguntarnos ¿de dónde viene esta asimilación iconográfica? Posiblemente se debe al carácter plenamente andaluz de la devoción a la Madre del Buen Pastor, que ha venido calando e irradiándose, recibiendo muchas advocaciones ese apelativo por haber adoptado la vestimenta de Pastora o alguno de sus elementos característicos.

El propio terno que la Patrona de Almonte usa, con acertado gusto y suma belleza, para sus traslados de ida y vuelta, entre la Parroquia de la Asunción y el Santuario Nacional en el que se la venera habitualmente, ha sido comúnmente llamado “traje de Pastora”, posiblemente por el uso de una hermosa pamela, de fibras vegetales, que cubre las sienes de la Santísima Virgen dejando ver los hermosos tirabuzones, de color castaño oscuro, peinados en dos crenchas, que descansan sobre la esclavina con la que se viste la Santísima Virgen. El uso en sí del sombrero no puede implicar el apelativo de “Divina Pastora” dado que la prenda imprescindible para ello es la pellica de piel de cordero que ciñe, a modo de ajustada chaqueta, el tronco de las Imágenes así advocadas. El traje de Dama Viajera, que es realmente el que luce la Señora Almonteña, es una adaptación de la moda en uso entre los siglos XVIII y XIX, tiempos en los que la iconografía pastoreña estaba en crecimiento y expansión. La simbiosis entre ambos conceptos otorga a la Santísima Virgen del Rocío el venerable título de “Pastora”, pronunciado desde el fervor de sus fieles, y la devoción a la Divina Pastora se honra, en cierta manera, de esta piadosa intersección entre las dos iconografías.

No obstante, cabe recalcar que si María, en virtud de sus méritos como Madre del Buen Pastor Jesucristo, es también Pastora de las Almas y Madre de la Iglesia, en la Imagen de la Santísima Virgen del Rocío se cumple tal premisa teológica desde que a partir de 1945, el pueblo de La Palma del Condado, unido en Hermandad del Divino Pastorcito para llevar regalos de reyes a los niños de la Aldea cada 6 de enero, se sirvió regalar, a lo largo de diez años, las piezas y elementos que componen un terno completo de Pastor al Niño Jesús que la Patrona de Almonte porta en sus brazos. Por primera vez fue venerado con esa iconografía en 1949, extendiéndose por doquier la tierna representación que hoy traemos a estas líneas. Si la Virgen del Rocío es Pastora -lo hubiera afirmado Fray Diego José de Cádiz, gran valedor y apóstol de la devoción- lo es en virtud del traje que su Hijo viste cuando así lo dispone la tradición. Las dos primeras imágenes nos lo permiten contemplar con ese primitivo traje, regalo de los fervorosos palmerinos, así como con el conjunto textil que se estrenó para el Traslado de 2012, en el que participaron como donantes varios devotos originarios de Sanlúcar de Barrameda.

La Palma del Condado quiso ofrecer a la Santísima Virgen, como trono para su Bendito Simpecado, la maravilla de su Carreta de Plata en la que camina, entronizado entre flores y luces, hasta llegar a la Aldea cada Romería de Pentecostés. La pieza de plata cincelada y repujada, realizada en 1952 por el taller de Seco Velasco siguiendo las indicaciones del Ilmo. Sr. D. Ignacio de Cepeda y Soldán, I Vizconde de la Palma, generoso prócer de la devoción rociera cuya familia ya había regalado en 1919 la corona de oro del Divino Pastorcito para la Coronación así como, unos años más tarde, la conocida Salamanquesa de oro, brillantes y rubíes que la Santísima Virgen porta en su hombro.

 

En la Carreta de La Palma, que vemos en la siguiente imagen en su frente completo, encontramos, a modo de Imagen entrecalle del llamado “Palio Peregrino” una Imagen corpórea de la Divina Pastora, de aproximadamente unos 40 cm de altura, que recuerda las que Sebastián Santos (autor de su modelo) había labrado en su fructífera relación artística con Fray Juan Bautista de Ardales. Dicha Imagen, que pasa por ser “la Divina Pastora en material argénteo más conseguida, cuidada y fiel a su iconografía completa“, como llegó a afirmar un teórico del arte sacro ante la contemplación de la misma en la exposición “Jubilar Rocío”, celebrada hasta el pasado mes de Noviembre en la Iglesia de los Terceros. Aparece sentada bajo un granado con hermosos frutos labrados en cuidadosa miniatura, que aportan un valor extra a la factura de su trabajo de orfebrería.

La otra gran carreta de plata que cruza las arenas hasta encontrarse con la Blanca Paloma, la realizada por García Armenta en 1954 para la Hermandad de Triana, incluyó también, esta vez en un cuidado tondo en bajorrelieve situado en sus faldones que contemplamos en la siguiente Imagen, la representación de nuestra Iconografía Titular. La fuente de inspiración es, indudablemente, la misma que sirvió a la carreta de La Palma, encontrándose aquí la Divina Pastora sentada bajo un árbol de grandes ramas. Otros tondos similares presentan escenas de la Vida de la Bienaventurada Virgen María, lo que conceptualmente viene a recordarnos cómo el Traje y Título de la Divina Pastora no es una advocación, sino una cualidad que corresponde a la Madre de Dios y que trasciende los límites de una representación iconográfica cualquiera.

 

En la segunda mitad de los años 50 del siglo XX, el pueblo de Cantillana comenzó a celebrar la Romería en honor a la Divina Pastora. Para ello, ante la ausencia de una carreta propia en la que portar el Simpecado o estandarte que la representara acompañando a los peregrinos en su camino hacia el paraje denominado Los Pajares, su Hermandad tuvo a bien requerir el uso de la que, cincelada y repujada en alpaca, portaba en su camino hacia Almonte, tanto la Imagen vicaria, como el Simpecado de la Hermandad del Rocío de Sevilla-El Salvador. Dicha carreta, estrenada en el año 1952, fue usada por la hermandad cantillanera entre los años 1956 y 1960. La imagen que traemos a esta publicación nos muestra el Simpecado bordado en oro sobre tisú de plata que fue trasladado en el primero de estos años para la colocación de la primera piedra de la Ermita de la Divina Pastora, cuya Imagen acudió entronizada en la misma a la bendición de dicho recinto sacro. De este modo, por azarosa casualidad, la carreta de la “Pastora Almonteña” sirvió de trono a la representación de María, Pastora de las Almas.

Otra carreta -la tercera de la que tenemos constancia, aunque de seguro deben existir numerosos ejemplos desconocidos por nosotros- alaba a María como Divina Pastora en el trabajo cincelado de su orfebrería.

 

En el sevillano pueblo de Carrión de los Céspedes, tiene su sede desde 1919 -o 1925 según sus primeras Reglas- la duodécima Hermandad filial rociera. Al sustituir en los años 80 del pasado siglo su carreta antigua de madera por otra nueva en metal plateado, cincelado y repujado, eligió para el frente de la bóveda de la misma la inscripción “PASTORA DIVINA”, a modo de letanía alusiva a la tradición referida en el encabezado de este artículo. De modo que todo aquel que contempla el Simpecado carrionero entronizado en su carreta exclama, al instante, el bendito nombre de la Divina Pastora, a la cual se la representa por parte de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario Coronada, Reina y Patrona, a lo largo del año a través de la vestimenta de su Titular, normalmente en las Jornaditas previas a la Navidad o en otro momento adecuado.

 

Queremos culminar esta edición del Jueves Pastoreño empapado de devoción rociera mencionando la Imagen de la Divina Pastora que mantiene entre su patrimonio la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Huelva. Dicha representación, realizada en 2009 por el taller Peñalba, sito en la localidad cordobesa de Cabra, fue bendecida para recibir Culto constante aunque ahora se conserva en las dependencias de la Hermandad y cada año preside el Belén Monumental que se instala junto al presbiterio del templo donde se venera el Bendito Simpecado. Así se hace presente la devoción a la Santísima Virgen en la ciudad onubense. Otras localidades veneran en la misma Iglesia una Imagen de la Divina Pastora así como el Simpecado de Nuestra Señora del Rocío. Sirvan como ejemplos los de Moguer o Dos Hermanas. 

Hasta aquí esta reseña de la vinculación de la Divina Pastora con el mundo rociero. Deseamos a todos los peregrinos que caminan hacía María un feliz encuentro en fraternidad pascual, haciendo posible que el Espíritu Santo habite en todos y se difunda en todas las almas, mandando su luz desde el Cielo.










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