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La Virgen lectora: las imágenes sevillanas de la Virgen con el libro. Con ocasión de la Feria del Libro de Sevilla. Reyes Pro Jiménez


El libro puede considerarse uno de los atributos o símbolos que tienen un significado más profundo entre los varios que podemos ver acompañando las imágenes de la Virgen. Por ello la imagen de la Virgen María junto con un libro, leyendo o interrumpiendo por un momento la lectura, es una iconografía muy extendida. El objeto libro está presente en la representación de distintas advocaciones de la Virgen María, en escenas de varios momentos principales de su vida como la Anunciación, y también en las que aparece estando sola o en la compañía del Niño; además existen ejemplos de la específica advocación “Virgen del Libro”; incluso en su variante de “los Buenos Libros”.

Además de tener un gran valor simbólico el libro siempre se consideró un objeto de prestigio, por la sabiduría que se suponía a las personas representadas con él, y por  razones económicas al mostrar la riqueza de dichas personas. Su iconografía se asociaba a altos eclesiásticos, damas y caballeros nobles y personajes ilustres, además aparece como atributo de varios santos y santas.

En general el libro simboliza la sabiduría, pero además es símbolo de lo sagrado, incluso transmite la idea de Cristo como Verbo Divino. En el caso de las imágenes de la Virgen, el libro profundiza su simbolismo en cuanto a representación de la sabiduría en general, concretándose en símbolo de la sabiduría divina, presente en los episodios clave de la historia de María y en símbolo de la propia sabiduría de la Virgen. En muchas de las representaciones el libro que sostiene o lee la Virgen es la Sagrada Escritura, también otras veces es un “Libro de Horas” con oraciones para rezar en las distintas horas del día.

Virgen Niña, José Montes de Oca, med. XVIII, Museo Nac. Escultura Valladolid

Al analizar el tema iconográfico en el que vemos a la Virgen leyendo un libro, tenemos que considerar que es muy interesante el hecho de que la figura femenina en general se asociase antiguamente a la lectura, pues hasta el siglo XIX las mujeres no tenían fácil acceso a las actividades intelectuales, que eran un privilegio de los hombres en casi todos los casos.

Es curioso el hecho de que en muchas representaciones en las que la Virgen lee con el Niño, o Santa Ana lee con la Virgen, la lectura se efectuaría en voz alta. Pues sólo en los tiempos más actuales el hecho de leer es exclusivamente un acto personal o interior, antiguamente era común la lectura en voz alta, ya que el analfabetismo estaba muy extendido y era normal que una persona leyera textos a un auditorio iletrado. Incluso existía el término “meldar” (del latín tardío meletāre y este del griego μελετᾶν, meletân) que se conservó en el sefardí y que es para nosotros sinónimo de recitar en voz alta o declamar, ejercicio que además servía a los estudiantes para aprender.

Limitándonos a las imágenes que encontramos en la ciudad de Sevilla pondremos solo algunos ejemplos de la iconografía de la Virgen con un libro, pues dedicarle unas líneas a todas las imágenes que tenemos en Sevilla en las que aparece la Virgen con un libro, excedería con mucho los límites de este artículo. Las representaciones de Vírgenes de la Anunciación y la Encarnación son tan numerosas en Sevilla que Martínez Alcalde enumeraba ochenta obras pictóricas y escultóricas en sus templos y museos sólo de estas dos iconografías. Tampoco repasaremos imágenes de la Virgen Niña acompañada de Santa Ana, que son muy habituales en Sevilla (las dejamos para otra ocasión) pues se trata de un modelo iconográfico con gran éxito también en esta ciudad, sobre todo en la época del Barroco, y que había sido objeto de una interesante polémica que surgió desde la celebración del Concilio de Trento (entre 1545 y 1563) sobre la ortodoxia de la iconografía. 

En la Anunciación y la Encarnación María se nos muestra leyendo de manera diferente a la lectura que se representa en el modelo iconográfico de Santa Ana, pues se presenta una lectura solitaria, en actitud de recogimiento y aceptación. La iconografía de la Virgen lectora no se diferencia aparentemente de los retratos de damas nobles: vemos una figura femenina, sola y absorta en una lectura endofásica o interior que sólo ocasionalmente levanta la mirada del libro que sostiene entre las manos.

Es el modo de lectura que se repite en las imágenes de advocaciones, como Inmaculada, Virgen del Carmen, etc. cuando se acompañan con un libro, pues la representación de la Virgen sola y leyendo se presta a muy diversas advocaciones y denominaciones.

En el caso de los modelos inmaculistas podemos ver muchos ejemplos de otros símbolos además del libro, como la media luna apocalíptica y las azucenas que hablan de la pureza de María, así el discurso simbólico se puede complementar, además del libro, con otros elementos, que son muy variables. Esto es muy evidente en el caso de imágenes de candelero, variando las vestimentas que complementan la iconografía, abandonando el libro al vestirlas o incluso cambiando totalmente su verdadero sentido al portar una imagen del Niño.

La Virgen del Voto, de la Hermandad Sacramental de la antigua Colegial del Salvador (fusionada desde 1918 con la Hermandad de Pasión), responde en su título al voto inmaculista, realizado por los hermanos de la Sacramental en defensa de la creencia en la Pura Concepción de María, tan arraigada en la Sevilla del siglo XVII. No fue un voto de sangre pero si vinculaba a los hermanos que solicitasen su ingreso en la corporación sacramental, y de este hecho se derivó el titulo de Virgen del Voto. La imagen de la Virgen puede muy corresponder a ese momento, siendo datada por José Roda Peña en 1654.

 

Virgen del Voto, Hermandad de Pasión, Iglesia del Salvador. Fot.FJ.Montiel

De autor anónimo, aunque ha sido atribuida incluso al estilo de Pedro Roldán (por Juan Manuel Martín basándose en rasgos estilísticos y de ejecución), es una imagen de candelero para vestir de 1.57 m. de altura, con marcada actitud hierática y acusada frontalidad pero presenta detalles naturalistas. Evidentemente tiene restauraciones muy profundas y desde muy antiguo aunque no se tenga testimonio de ellas, está documentada la realizada por Manuel Gutiérrez Reyes en 1905 después de un incendio en la capilla sacramental del que la salvaron el sacristán Antonio Mendoza y su yerno. Gutiérrez Carrasquilla la restauró en 2010. La imagen de Nuestra Señora del Voto al parecer está pensada para procesionar pero no lo ha hecho en época reciente. Llevó antiguamente ráfaga y luna de plata que se perdieron, pero conserva una corona barroca y magníficos mantos. La Virgen tiene expresión ensimismada en la lectura del libro que porta entre sus estilizadas manos, este libro de las Horas Canónicas es su atributo más característico.   

En nuestra ciudad fueron veneradas otras imágenes que corresponden también a la iconografía inmaculista portando el símbolo del libro, pero que en la actualidad presentan sus manos desnudas en oración, por ejemplo la Virgen de Regina en la iglesia de San Martín que procede del Convento dominico de Regina Angelorum y la Virgen de la Encarnación Gloriosa en San Benito, de las que nos han llegado representaciones antiguas de la iconografía lectora. Además existen otras imágenes, como una Inmaculada del antiguo convento de San Antonio de Padua, que podría pensarse tuviesen la misma iconografía de Virgen con un libro.

 

Iconografía de la Inmaculada de Regina, Iglesia San Martin, en su representación pictórica y en la actualidad. Fot.autora y web Artesacro

En un caso contrario, y ocasionalmente por diversos motivos circunstanciales, hemos podido ver algunas imágenes de la Virgen que normalmente portan el Niño Jesús, llevando un libro en las manos a la manera de devociones marianas como la Virgen del Voto de la Hermandad de Pasión

Como hemos dicho, la representación de la Virgen sola y leyendo se presta a muy diversas advocaciones como las propias de órdenes religiosas en las que la Virgen aparece leyendo y vestida con el hábito de las mismas.

En el Convento del Santo Ángel, de Carmelitas Descalzos de Sevilla, se conserva un interesante lienzo que representa a la Virgen del Carmen con un libro. Su iconografía no se acompaña del Divino Niño y se presenta con la vestimenta característica: el escapulario y el hábito de la Orden.  

La Virgen del Carmen del Convento del Santo Ángel está ensimismada en la lectura del libro que porta en sus manos, que es evidentemente un texto sagrado. Sabemos que María meditaba la Palabra (Salmo 126 “María escuchaba la palabra de Dios y la conservaba, meditándola en su corazón”) en sintonía con los fieles cristianos (Lucas 11, 28 “Felices los que escuchan la palabra de Dios y la practican”) y en este lienzo parece leer las Sagradas Escrituras o la Liturgia de las Horas, al modo de las damas nobles desde fines de la Edad Media. Se compone el lienzo como retrato de dama noble, en el que vemos a la Virgen ataviada con un hábito notablemente enriquecido y con corona que incluye elementos simbólicos. 

 

La Virgen del Carmen, Convento del Santo Ángel de Sevilla. fot. Rvd.P.Juan Dobado

En Sevilla podemos citar dos ejemplos de Vírgenes Lectoras con hábito de órdenes religiosas, como la iconografía de la Virgen de la Merced Comendadora, que era costumbre situar presidiendo los Coros como Comendadora o sea Superiora Mercedaria: la Virgen de la Merced Comendadora del actual convento de monjas mercedarias de la Asunción (en el que fue convento de Santiago de la Espada) y la Virgen que hoy vemos en la capilla de la Hermandad del Museo.

El tema de la Anunciación está entre los más representados en el arte cristiano y entre los que aparecen más tempranamente (quizás la primera Anunciación es una imagen de las catacumbas de Priscila del siglo IV); en esta iconografía vemos a la Virgen María leyendo y meditando cuando la sorprende el Arcángel San Gabriel con el mensaje de Dios: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el niño será santo, será llamado Hijo de Dios”. (Lucas. 1, 35) La Virgen se representa normalmente acompañada de un libro que lee, o que en otras ocasiones descansa cerrado sobre un atril o una mesa: libro que llegó a establecerse como un elemento fijo de la escena.

Bajo el punto de vista del análisis artístico, Anunciación y Encarnación pueden considerarse un mismo acontecimiento pero con dos actos consecutivos muy definidos que tienen su plasmación en las formas iconográficas. Por ello la escena presenta grandes e importantes variaciones que pueden pasar desapercibidas. En la Anunciación el Arcángel aparece en un plano algo superior y María está arrodillada (tal y como se la describe en el apócrifo Pseudo-Mateo), pero en la Encarnación es la figura del Arcángel la que se nos muestra de rodillas ante la Virgen pues en Ella ya se encuentra el Divino Verbo.

A la Anunciación de la Virgen se dedica la iglesia de la antigua casa Profesa de la Compañía de Jesús, en cuyo emplazamiento se edificó la Facultad de Bellas Artes aunque afortunadamente se mantuvo el templo. En el retablo mayor de esta iglesia de la Anunciación sevillana, la tabla de “la Anunciación” está en el segundo cuerpo, no lo preside como sería de esperar. Esta Anunciación se considera la mejor obra conocida de la producción del pintor antequerano Antonio Mohedano (1564-1626). 

 

“Anunciación”, de Antonio Mohedano (h.1604-1606), en el
Retablo Mayor de la Iglesia de la Anunciación

Esta obra es uno de los casos en los que la advocación de Anunciación no coincide con el momento iconográfico exacto de la misma, pues vemos al Arcángel arrodillado e incluso el hecho de la Encarnación representado por medio del rayo de luz en diagonal que va hacia la Virgen, por lo que en estricto sentido del estudio artístico estamos ante el momento de la Encarnación. 

 

La Anunciación del convento de los Capuchinos,
Museo de Bellas Artes de Sevilla. fot. inv.CE0124P

 La Anunciación del Museo de Bellas Artes fue realizada por Murillo para la Capilla mayor del Convento de Capuchinos, en esta obra la Virgen mira complacida hacia el ángel y el libro permanece abierto entre sus manos. El Arcángel se encuentra sobre una nube y en un plano algo superior, según la iconografía del momento preciso de la Anunciación. Es sobresaliente el detallismo en elementos como la costura o el libro.

La imagen de la Virgen de la Encarnación de los Terceros, que recuperó la salida procesional a partir del año 2006, proviene de la Esclavitud de Nuestra Señora de la Encarnación, corporación unida a la Hermandad de la Cena, pasando por este motivo a ser Titular de dicha hermandad, con sede en la iglesia de los Terceros. La iconografía de esta imagen participa de las características inmaculistas además de portar el libro, pero en los cultos la ha acompañado en ocasiones la figura complementaria del Arcángel San Gabriel, componiendo plenamente la escena de la Encarnación. Sus rasgos estilísticos son del siglo XVII y es de autor anónimo aunque atribuida a Juan de Mesa por Emilio Gómez Piñol, basándose en las características de sus manos, muy similares en talla y diseño a las manos de la Virgen del Socorro de la Hermandad del Amor. Juan Manuel Miñarro, quien restauró la Virgen de la Encarnación, recuperando su cromatismo original, corrobora dicha atribución.

 

Virgen de la Encarnación, Hermandad de la Sagrada Cena,
Iglesia de los Terceros. Fot. web Artesacro
 

Aunque no estemos exactamente ante la iconografía de la Virgen lectora, pues es el Niño Jesús quien porta el libro, mencionaremos dos obras que se relacionan con la advocación más “lectora”: la Virgen de los Buenos Libros. En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se conserva la tabla de la Virgen con el Niño, de Marcellus Coffermans (1549 - 1575). Es una obra de raigambre flamenca en su ejecución detallista y plenamente renacentista en el empleo del color, que puede datarse en torno a 1560.

 

Virgen con el Niño, de Marcellus Coffermans, (c. 1540) Museo de Bellas Artes de Sevilla fot. InventarioCE0045P 

Existe una calle en Sevilla llamada de la “Virgen de los Buenos Libros” abierta y rotulada en 1965 tras la demolición de una manzana que separaba las calles Teniente Borges y Cardenal Cisneros. Esta advocación de “Virgen de los Buenos Libros” fue difundida por la Orden de los Capuchinos, religiosos descalzos de San Francisco, que tradicionalmente se han caracterizado por la espiritualidad a través de la lectura. La devoción, muy relacionada con la de Virgen de la Sabiduría, está presente frecuentemente en el patronazgo de lectores, estudiantes y profesionales de la Biblioteconomía y la Documentación. Un romance anónimo del siglo XVII alude a la advocación:

 “Todo el amparo, Señora,

 de mi libro en ti le libro;

 Pues eres libro en quien Dios

 enquadernó sus prodigios….

  

Azulejo de la Virgen de los Buenos Libros, Antonio Martínez Adorna, 1966. Fot.autora

En el año 1966 se colocó bajo el rótulo de la calle un retablo cerámico, de Cerámicas Santa Ana, obra de Antonio Martínez Adorna (1943-1995), pintor ceramista especializado en el tema de los retablos devocionales con estilo influenciado por Kiernam y por Facundo Peláez. En este magnífico azulejo reproduce fielmente la obra sobre la Virgen y el Niño de Coffermans, conservada en el cercano Museo de Bellas Artes. 

Virgen de los Buenos Libros es un acertado y apropiado nombre para una calle en Sevilla, pues fue una ciudad española que, sobre todo en los siglos de oro, representó un papel predominante en la cultura, en el comercio de libros, en la labor de las imprentas, y en la que destacados bibliófilos y conventos reunieron magníficas bibliotecas: por ejemplo la del convento de San Benito, donde trabajó el insigne Nicolás Antonio y la biblioteca del convento de San Acacio, la primera de consulta pública. 

Muy cercanos a la nueva calle estuvieron los emplazamientos de otras instituciones y edificios relacionados con la Cultura, que hoy ya no existen en la zona. A pocos metros se encontraba en el s. XIX una de la más prestigiosas biblioteca españolas: la de D. Manuel Pérez y Boza, Marqués de Jerez de los Caballeros. En 1972 se abrió en la cercana calle Alfonso XII la Biblioteca Pública Provincial, (trasladada desde la calle Rioja donde se había inaugurado en 1959), cerrando sus puertas en 1999 para abrirlas en la sede actual junto al Parque de María Luisa. También hay que citar a la Librería Céfiro, situada en la propia calle Virgen de los Buenos Libros, y que cerró, como tantas otras ante todo por el hecho de que se lee poco y por la imposición de la era digital. 

 

Reyes Pro Jiménez

Historiadora y bibliotecaria

 

Este artículo es resumen de otro de la misma autora publicado en la Revista mariana “Mirian”, nº 437 (sept-oct 2022), que puede adquirirse en el Museo del Convento del Santo Ángel o en la librería San Pablo en calle Sierpes. El Convento y los fieles del Cristo de los Desamparados mantienen la obra asistencial “Cristo de la Sopa”.










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