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Jueves pastoreños. La Coronación de Nuestra Señora (I). Francisco Javier Segura Márquez


El día 12 de Noviembre del año 1950, la Imagen de la Divina Pastora participaba en la Solemne Procesión Extraordinaria que, organizada por el Cardenal Segura y Sáenz, venía a festejar la Proclamación Dogmática de la Asunción de Nuestra Señora, ejecutada por el Papa Pío XII apenas dos semanas antes en la Ciudad del Vaticano, para gozo de la Iglesia Universal, que al fin veía reconocida esta antigua devoción al Misterio Asuncionista, perla preciosa y fúlgida de la glorificación de Nuestra Señora, como Madre de Cristo, Sumo Rey, y por tanto Reina, y aún más, Emperatriz de los Cielos y la Tierra, como nuestra Hermandad la viene proclamando desde su más temprana historia.

 

Ya conocemos la gesta: el día 26 de Noviembre de 1950, como término a la Solemne Novena ofrecida en honor de la Divina Pastora en la Iglesia de San Martín, su sede provisional, esta Primitiva y Real Hermandad tuvo a bien proclamar Voto de Defensa, la primera entre todas de la Cristiandad, sobre su creencia acerca de que María, en virtud de sus méritos y por su Asunción al Cielo, había sido Coronada Reina y Emperatriz de todo lo Creado. Fue ese Voto el primero que otras muchas corporaciones celebraron, primero unidas a nosotros en esa misma fecha y en datas posteriores, amplificando esta piadosa iniciativa y sus efectos y frutos espirituales.

 

No era nueva para los cristianos esta certeza como lo atestiguan las hermosas representaciones de la Realeza Universal que inician esta publicación. En el Altar de estilo románico de la Iglesia de Santa María de Lluçà, en la provincia de Barcelona, hoy ubicado en el Museo Episcopal de Vic, nos encontramos representada en un lateral la escena de la Coronación de Nuestra Señora. Nos llama la atención la presencia de Cristo, que es quien deja caer la corona sobre las sienes de Nuestra Señora. Esta iconografía llega a Cataluña a través de obras como la Coronación, obra escultórica, que se conserva en el Museo del Louvre y mostramos en la segunda imagen, que viene a repetir el modelo muy extendido por Francia. La escultura, en la que Cristo se presenta revestido de las lises propias de los reyes de Francia, nos hace entender que el modelo se toma de las propias coronaciones en la vida real, en las que el rey ungido corona a su esposa, trasladando el modelo civil al ámbito sagrado.

 

Otros ejemplos en pintura son la obra titulada “La Coronación de Nuestra Señora con cinco ángeles” que se adscribe al llamado “Maestro de 1355” y se conserva en la colección Thyssen-Bornemisza. Un gótico que empieza a balbucir a la belleza renacentista nos repite el modelo. La Virgen, con manto azul intenso y vestido blanco, con las manos sobre el pecho, recibe la corona de manos de su Hijo mientras cinco arcángeles entonan una imaginada melodía celestial. El maestro Botticelli, poco más de un siglo más tarde, da un giro iconográfico en la “Pala de San Marcos” conservada en los Uffizi, como vemos en la siguiente imagen, y ya es Dios Padre, tocado con la tiara pontificia en una clara alusión al poder papal, el que corona a una Virgen arrodillada, sometida a la voluntad de Dios en gesto de entrega total.

 

Los maestros españoles del Renacimiento, o los que en ella dejan lo mejor de su obra como El Greco, concebirán múltiples escenas de la Coronación, en una velada alusión a la autoridad de los monarcas terrenos. Hemos querido como último ejemplo iconográfico presentar la “Coronación de la Virgen” obra del sevillano Velázquez entre 1641-1644, que termina de construir el modelo canónico con la presencia de la Santísima Trinidad.

 

La Coronación de Nuestra Señora es una iconografía íntimamente unida a la de la Divina Pastora. En repetidas ocasiones, especialmente a lo largo de los últimos 25 años, nuestra Corporación a procurado, recuperar la impronta de la Imagen Titular, por tanto sobre sucesiones la corona que, según los textos de fray Sidorov y la iconografía tradicional, dos ángeles, depositan sobre sucesiones constantemente, en forma de homenaje filial de la devoción de sus hijos, así como de amor divino, por parte de las tres personas de la Santísima Trinidad.

 

Las últimas imágenes nos recuerdan estas ocasiones. la contemplamos en el Besamanos del año 2004, portando la corona de plata cincelada y repujada que se dió para la ocasión el maestro Imaginero don Manuel Hernández León. Enjoyada acorde a las tradiciones iconográficas de nuestra ciudad, luego volvió aportarla la santísima virgen para el montaje del Belén, junto a San José en su camarín.

 

En el año 2006, durante las Fiestas de Navidad, la Divina Pastora adornó sus sienes con una corona cedida por la Compañia de Jesús, resultando un aspecto singular por la factura de la misma, a modo de canasto realizado en orfebrería plateada.

 

La última imagen de la serie que traemos en esta ocasión pertenece al mismo besamanos del del año 2004, en el cual Nuestra Titular lució la corona procesional cedida por la hermandad del Carmen, de la Parroquia de San Leandro de nuestra Ciudad, en la primera jornada del mismo. Al tratarse, la Imagen propietaria de una obra de tamaño natural y de gran porte escultórico, dicha presea resultaba en exceso alta sobre las sienes de la Santísima Virgen, por ello fue sustituida por la ya mencionada, en la segunda jornada de dicho Besamanos, aunque su empleo permitió conocer una visión no muchas veces contemplada en la Divina Pastora.

 

La próxima semana continuaremos con nuestra serie de imágenes en las que veremos a la Virgen luciendo diversas coronas, en testimonio de devoción a su Realeza Universal.










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