Arte Sacro
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No sé. Antonio Sánchez Carrasco


No sé que decirte, no sé que contarte Señor. No sé qué tienes en tus manos cruzadas. No sé qué podría decirte que no te hayan dicho ya. No sé hacia donde miras, que parece tan cerca y tan lejos a la vez. No sé Señor, sin tus manos que sería de nosotros. No sé cómo hemos aguantado dos años sin verte tan cerca. No sé qué tiene esa rampa que a ti llega que hay quien como yo no se atreve a subirla. No sé Señor como será tu mirada de cerca porque el corazón se me sale a un metro de ti. No sé Señor como he podido estar tantos años sin ser de los tuyos. No sé como lo pueden hacer los que te tienen cerca para no derrumbarse. Tu mirada llama a la Piedad. Tu mirada entona un grito de auxilio y Esperanza que traspasa corazones. Tu mirada tan dolorida y exhausta como eterna de firmeza. Otra vez he salido de verte con el corazón encogido y la lágrima asomando. Otra vez el pellizco donde duelen los pellizcos. Otra vez la emoción entre los míos. Otra vez a pedirte por mis querencias. No sé Señor..., sólo sé decirte que te quiero. Sólo sé pedirte que me mantengas en la luz de tus ojos tristes, para ser siempre de los tuyos. Un año más se besaron tus manos en ese primer viernes de marzo de amistad y tapas entre amigos, y después el rayo de Piedad de tus ojos. Podrán llamarte de muchas maneras, porque grandes poetas y escritores te han nombrado, lo complicado es explicar el amor y cuando quieres, los sinónimos se traban, tu eres el amor puro de tus Hijos que como yo no sabemos cómo nombrarte, más que Padre. Dios de los míos, eternos cautivos de tu rostro, siempre tras de ti, atados a la cuerda de tu mano.

No sé decirte Señor.

No sé explicar como la esencia de la vida se reguincha de ese triángulo que forman tus ojos y tus manos. Tu boca que pide auxilio y lo da. Clavo ardiendo de tantas personas.

Ya han pasado dos días enteros y parte de otro y sigo sin saber Señor de mis madrugadas, de aquella estampa raída que se quedó impresa en mi memoria y en el forro de mi cartera antigua, sigo sin saber como hace mi Lola para estar secándote las manos y no llorar. Te volví a tener cerca Señor, volvimos los del Tiro a sentir a Dios entre nosotros repartiendo esperanza y consuelo entre sus hijos y aún no se cómo explicarlo Señor de barrios y avenidas. Tu, Cautivo, el de la mirada grande y humilde y las manos abiertas a todo el mundo aún teniéndolas atadas.

Gracias Padre.

#LosLunesAlSol

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.










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