Arte Sacro
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  • sábado, 20 de abril de 2024
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El Jubileo de la pituitaria. Mariano López Montes


Es la época, es el tiempo y el lugar en que la pituitaria, esa glándula desconocida que todos llevamos dentro y a la que durante el resto del año le prestamos poco interés, cuando se produce el culto extraordinario al olfato con la grandeza y solemnidad expresiva de los mil y un pregones y exaltaciones que muchos, aunque con un contenido un tanto tópico y ripioso, tan a gusto del personal que busca en aquel señor enchaquetado la esencia de sus pasiones con su necesaria gesticulación muchas veces exagerada y teatralizada y sus merecidas pausas regadas con Fontvella o Emasesa según el presupuesto del organizador del evento y que coincide con el aplauso generalizado del distinguido público asistente.

En estos días las sensaciones y evocaciones se nos cuelan “por narices”, es decir por la nariz, que es su vía natural “Las fragancias de Sevilla” como diría un cursi en uno de estos actos semi literarios o se anunciaría con una foto de la Giralda enmarcada en un naranjo cuajado de azahar de la calle Alemanes o Mateos Gago en la sección de perfumería del Corte Ingles u otras perfumerías más populares y económicas.

La verdad es que nos gusta tanto esta época y dura tampoco, que quisiéramos aprisionarla de forma cautiva dentro de un botecito de cristal como aquel portentoso genio en la lampara de Aladino, que, con solo liberarlo de su cautiverio, era capaz de darte todo lo que le pedías, y en este caso “una nueva Semana Santa”, ¡Ah y que no llueva!

Estos serían los días de “jubileo de la pestaña” en los que queremos verlo todo. La mayoría de las veces viendo lo archiconocido y otras veces sin saber si quiera lo que vamos a ver, sobre todo los poco duchos en el tema cofradiero. A este capítulo dedicaremos otro artículo con la extensión y profundidad que se merece.

Lo de los olores y la pituitaria es un jubileo mucho más específico, espiritualizado, inmaterial, sensual y evocativo. Cuando el azahar, el incienso, el aroma de las flores entran por nuestras mucosas nasales, aunque para algunos con esto de las alergias se le ponga la popular “napia” como un clavel reventón y los sonidos de las cornetas se transforme en esos cañonazos aéreos de la toses, nuestra pituitaria que ya es vieja en el asunto y nos conoce desde que éramos chicos, nos dirá año tras año y sin equivocarse, ¡Esto ya está aquí!...

Durante el resto del año por supuesto su poder de funcionamiento quedará muy relegado a un segundo plano y solo se centrará en si hace buen olor o en peste como solemos decir, sobre todo cuando se nos escapa alguna de esas inoportunas flatulencias y ventosidades ... y todos los presentes buscan como en las películas policíacas quien es el asesino, y como en estas películas el verdadero asesino negará tan execrable acto mirando a los demás buscando a alguien a quién cargarle el muerto.

Otras veces nuestra amiga se convertirá en un elemento importante de valoración social y familiar sobre todo en el seis de enero cuando un pariente te regala aquél frasco de perfume muy sofisticado, que te huele a repampanos, a caramelo o a ambientador de cine antiguo de barrio, que ha costado una fortuna y tienes que decir, sobre todo para quedar bien, “que aroma más exquisito”.

Lo verdaderamente cierto es que actualmente nuestro aparato olfativo goza estos días de una maravillosa salud y está funcionando al cien por cien, porque nos ha tocado este año una vez más ese premio gordo de cada primavera, que es un nuevo y flamante Domingo de Ramos.

 

Fotos: Fco Javier Montiel y Mariano López Montes










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