Opinión. La Nómina de la Semana Santa. El Diputado de Cruces
En estos días de verano he recordado a un profesor de Filosofía, un “maestro” de los de antes, que, hace más años de los que a este diputado le gustaría recordar, nos decía a los que tuvimos la suerte de ser sus alumnos, intentando provocar el rigor en nuestras argumentaciones: “Ustedes, cuando quieren tener razón y salirse con la suya, emplean los argumentos más peregrinos, tengan o no tengan esa razón que buscan; la mayoría son falsos y otros están tan cogidos con alfileres que lo único que provocan es una sonrisa amable de quien les escucha”. Y la culpa de que hayan venido a mi mente estos recuerdos de juventud la ha tenido un amigo guasón que se me presentó un día con un, según él, “regalo especial”, dándome unos folios en los que había impreso, bajándolo directamente desde la página web del Consejo General, un documento del que, me dijo, se podían sacar conclusiones muy divertidas.
La verdad es que a mí no me pareció tan especial, sino muy conocido. En la primera página, debajo del escudo del Consejo, pone, en letras muy grande “Nómina General de la Semana Santa 2006”. Después, viene un acta del Cabildo de Toma de Horas del 26 de marzo, explicitando los cambios de horarios e itinerarios por hermandades y, finalmente, unas tablas con los recorridos oficiales y horarios de todas ellas. Algo que hemos visto muchas veces, vamos. “¡Venga, hombre, piensa!”, me dijo mi amigo. “¿Qué pone en la primera página? Semana Santa 2006, ¿verdad?” Sí, eso. Y recalcó, separando las sílabas. “Se-ma-na San-ta”. “¿Y en la última?” Pues, justamente encima de las firmas del Presidente del Consejo, que lo hace por mandato del Sr. Vicario General y del conforme del Teniente de Alcalde Delegado de Fiestas Mayores, aparece la tabla dedicada a la Hermandad de la Resurrección. “¿O sea?”, me preguntó mi amigo, con una sonrisa…
Y al fin caí. Resulta que el Sr. Presidente del Consejo General, por mandado del Vicario (la Iglesia) y con el conforme del Teniente de Alcalde correspondiente (el Ayuntamiento), firma que la Hermandad de la Resurrección forma parte de la Semana Santa y, además, tiene el honor de ser la que cierra las procesiones de esa Semana Santa, con lo cual, por ejemplo, queda en entredicho esa argumentación que usaron algunos para negar en la pasada Cuaresma a los hermanos de Santa Marina y que establecía que no podía adelantar su horario porque rompería una tradición de no sé cuantos cientos de años por la que la Soledad de San Lorenzo es la cofradía que cierra los desfiles procesionales de la Semana Santa. Pero es que esa tradición se acabó, según el Consejo General, la Iglesia y el Ayuntamiento, hace más de veinte años (y en Sevilla, que no se nos olvide, nos fabricamos continuamente tradiciones de toda la vida que tiene menos de esos veinte años).
De este documento se pueden sacar, si se quiere, otras conclusiones (como, por ejemplo, la falta de cortesía, por emplear términos suaves, del Ayuntamiento, que firma el conforme a la Nómina, al retirar la infraestructura de la Carrera Oficial antes que pase por ella la última hermandad), pero no es esto lo que pretendo aquí. El asunto de la Resurrección es muy serio y todos los que hemos querido opinar sobre él lo hemos hecho porque, gracias a Dios, en este país sigue habiendo libertad de expresión. Yo creo que ya se ha acabado el tiempo de las argumentaciones, pues, si seguimos en él, podemos llegar al esperpento que decía mi maestro (y los párrafos anteriores son una clara muestra, si se toman con el sentido humorístico que he querido darles, claro) porque ya nadie va a convencer a nadie y ha llegado el momento de las decisiones.
Y como en el Consejo han tomado el camino del silencio, del sentirse ofendidos, de no tomar ninguna iniciativa (no hay ingresos de sillas y palcos que gestionar por medio), no le queda a Palacio más remedio que hacerlo. Este tema no puede esperar más, pues hay hermanos nuestros que no lo están pasando bien. Ahora, la pregunta es: ¿cuándo? Yo pido que sea antes de la Cuaresma, por favor.
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