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Opinión. Políticos y cofradías. Juan Manuel Labrador Jiménez


 Las Hermandades de Sevilla siempre han constituido un importante sector dentro de la sociedad sevillana, por lo que, incluso, han sido clave en determinadas ocasiones de cara a la política local de la ciudad, o para la política en general.

Durante los días de la Semana Mayor, es muy habitual ver al Alcalde, por ejemplo, visitando los distintos templos desde los que salen las cofradías que efectúan su estación de penitencia, aunque claro está que hay políticos que buscan la foto, aparecer al día siguiente en la prensa, y destacarse entre los cofrades, ya que éstos, al ser también ciudadanos hispalenses, son personas fundamentales a la hora de ejercer su derecho al voto.

Hace cuatro años, de cara a las últimas elecciones municipales, hubo cierto partido político que trató de beneficiar claramente a una Hermandad, cediéndole un lugar desde el que poder salir en procesión en la jornada que le corresponde en la Semana Santa, y eso que al edificio hubo que hacerle una pequeña reforma para que de allí pudiese salir una cofradía. Al año siguiente, dicha corporación cofrade esperaba poder contar de nuevo con el recinto, pero al no estar ya gobernando el partido que le hizo el favor, y como ya, referente a unas urnas, ya no hacía falta ayudar a esa Hermandad, no se les cedió la sala que con tanto anhelo deseaban volver a usar.

Está claro que las Hermandades poseen hoy, además, un claro y rotundo poder mediático, lo cual es importantísimo para los políticos, al ser un espejo donde reflejar las pretensiones que éstos llevan.

Sin embargo, he de señalar que me resulta ejemplar la actitud de cierto partido cuyos componentes dentro de la corporación municipal no son creyentes, y digo ejemplar porque, al no creer, deciden no participar en los actos religiosos, ya que se trataría de una clara y rotunda hipocresía. Los aplaudo, porque son personas que son sinceras consigo mismas, y no por el hecho de ser políticos cumplen con algo que ni les va ni les viene.

No obstante, hay otros partidos en los que, aunque el político en cuestión no crea, o sí crea pero no se atreve a decirlo o se engaña a sí mismo, sus componentes tratan de estar presentes en cualquier acto cofrade, cuando no tienen ni idea de dónde se encuentran, ya que todo lo traducen siempre en un interés propio y personal.

Acabemos de una vez con la política en las Hermandades, y que éstas dejen de ser focos en los que, representándose una buena parte de la sociedad urbana, se busquen sólo intereses para buscar, hasta por debajo de las piedras, el voto necesario para llegar al poder. Que nuestras Hermandades sean en todo momento Iglesia, y jamás nos olvidemos de ello.

Foto: Diario de Sevilla










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