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Que poquito queda. Confesiones a la Cuaresma. Alberto de Faria Serrano


 Anoche te presentí más clara y plena que nunca. Siempre pensé que tu sortilegio juguetón y tu pizpereta forma de pellizcarnos el alma, cada día en un presagio distinto, cada noche envuelta en una sabana diferente, cada besamanos en una policromía variopinta, desarmaba cualquier capacidad de sorpresa. Pero este año nos estas embelesando. La noche oscura del alma queda muy lejos y tu luna ha llegado ya al cenit y a partir de aquí vas a ir creciendo sin remisión noche a noche tras cada espadaña. Allí es donde empiezas a alumbrar las noches de esfuerzo y de espera. Allí se esconde tu tesoro. 

Me han contado que te las ideaste para Refugiar bajo la sutileza aprensible la exacta medida de amor de un manto por San Bernardo. Que te subiste a un varal de un Palio para medir con la Gracia entusiasta de una madre al elevar a su retoño, el techo sobre el que anide la Esperanza de un nuevo Domingo de Hosannas. Que atornillaste uno a uno los respiraderos que oxigenen el fruto original de la misericordia por el Valle de lágrimas que derramaremos por la Antigua Universidad. Que has cegado irremisiblemente de un refulgir de plata y sacramento la Merced Apasionada desde Zurbaran a San Hermenegildo. Por contarme me han contado que a Malco y al Sanedrín le estas planchando sus telas para que parezcan más esbeltos y apuestos. 

Tu frenesí no tiene límites. Te queremos enamorar y eres tu la que nos enamoras. Te queremos llenar de gozo y eres tu la que nos lo llenas. Como llenaste el corazón de unos pocos de privilegiados la otra noche en la puerta de Córdoba, erigiendo en todo su poder y dulzura, la Buena Muerte y el duelo eterno por su amor de las Magdalenas de nuestro tiempo. No hay por donde sorprenderte. Seguro que mientras estas confusas líneas se escriben estás, seguirás haciendo de las tuyas. Tienes más peligro que una princesa sonriendo bajo un arco abovedado de naranjos estallados de pureza. Intuyo que también estás teniendo que ver en como brotan ¿o no? ¿Qué podemos hacer si no ir tras dónde nos lleves? En tus manos encomendamos nuestros anhelos. ¿Y cuántos nos quedan aún por vivir? ¡Que poquito queda!

Foto: Juan Alberto García Acevedo










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