Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • viernes, 19 de abril de 2024
  • faltan 359 días para el Domingo de Ramos

Que poquito queda. Sogas en San Pedro. Alberto de Faria Serrano


 Ya está erigido su cuerpo marchito en el monte calvario. Se ha condensado el aire tibio de la noche como en una ensoñación de un cristo daliniano. Ha extenuado nuestro hálito de respiración mientras se desplomaba el peso de la espera sobre nuestros hombros. No sé cómo se puede contener por tanto tiempo, mientras la garrucha era dueña y señora de su soporte. Ignoro hasta dónde te puede llegar a temblar las manos que sustentan las sogas que lo anudan a nuestro destino. Creo que todos, hermanos, costaleros y devotos hemos tirado de ellas. Todos a una. Como un resorte. Con nuestra mirada fija en sus brazos amoratados, concentrada en la laxitud de su cabeza entregada. 

He visto rostros desencajados y profundamente compungidos ante la misericordia del Señor que representa este tan tenso como emotivo e íntimo instante de recogimiento. Mientras su desvanecido cuerpo se suspendía en el aire denso de San Pedro, han brotado del corazón las más sigilosas y recónditas oraciones que retardaban las lágrimas por los que otros años estuvieron y ya se suspenden con Él. Solo se han quebrado por las certeras directrices de priostía  como un nexo superlativo de comprobación aliviada que todo marchaba con la precisión y el mimo exacto que estas maniobras  siempre requieren.

Tras aproximarle al paso, el prioste se ha abrazado a Él como lo hubiera hecho cualquier padre agustino que lo viera por primera vez al depósito de Juan Bautista Vázquez. Como si de la Madre de Dios de la Palma en su Piedad se tratase, lo ha recogido en su regazo antes de cincharlo lenta pero eficientemente a la oquedad indeleble de nuestro corazón en el monte de la Calavera. Todas las emociones del Vía Crucis de anteayer y el besapie de hace un rato, nos llevan al gólgota noble de la caoba. Lo ha exaltado presto y dispuesto para a la protestación de fe agustina y severa de las sandalias negras y la túnica de tela; el frente como único horizonte de aquí a diez vigilias. Lo ha levantado a la admiración de la muerte serena sobre el robusto roble del canasto de nuestro fervor  y adornado por la taracea de nuestro afecto. Queda ahora ya retranqueado a la espalda de Madre Angelita. De claveles aun despoblado. Flanqueado solo aun por las jarras de amor de la Primavera.

El mismo padre nuestro que hoy surge pujante de nuestras gargantas, se pronunciará hacia dentro entonces,  a cada levantá a pulso de nuestras promesas. El golpe seco y hondo del pertiguero nos avisará de su presencia renovada por San Juan, y enfilará Salés y Ferrer a buen seguro entre las mismas sensaciones y rostros que los que esta noche hemos presentido. Pendón y cruz alzada castellana por delante. Otro Cristo de Burgos sevillano por detrás. La misma advocación. Es hora de rezar a solas ante Él. ¡Que poquito queda!

Al Joaqui, a Juanma, a Jorge, y a Esther.

Foto: Francisco Santiago 










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.