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Cirujanos y urólogos pediátricos se reúnen en Hospitales Universitarios Virgen del Rocío para actualizar el tratamiento de los hipospadias


Sevilla Información. Hospitales Universitarios Virgen del Rocío acogen hoy y el viernes la especialistas nacionales e internacionales en cirugía y urología pediátrica durante el curso Hipospadias: Tratamiento Quirúrgico Actual, que dirige el Dr. Juan Carlos de Agustín Asensio, Jefe de Servicio de Cirugía Pediátrica del centro. El principal objetivo de estas jornadas, en las que se retransmitirán cinco intervenciones en directo desde los quirófanos del Hospital Infantil, es actualizar los tratamientos quirúrgicos que resuelven esta importante malformación congénita del niño. Uno de los principales expertos mundiales en cirugía de hipospadias, el Dr. Ahmed Hadidi, de la Universidad de Heidelberg (Alemania), que visita por primera vez España, participará con los cirujanos del hospital sevillano, donde cada año se efectúan más de 50 intervenciones de este tipo.

En los pequeños con hipospadias, una enfermedad que afecta a uno de cada 300 recién nacidos, el final de la uretra no se acaba de formar y, por consiguiente, el niño acaba padeciendo disfunciones urológicas, renales y psicológicas de diversa gravedad. El equipo médico encuentra problemas como estenosis (estrechamiento) en el meato urinario, que desembocan en obstrucciones de orina;  malformación renal e incurvación progresiva del pene. La cirugía, en un solo tiempo o varias veces durante la etapa pediátrica, es la única solución para estos pacientes. El cirujano debe reparar funcional y estéticamente toda la zona afectada, corrigiendo la estenosis, llevando el meato urinario a su lugar con la reconstrucción de la uretra y  enderezando el miembro. En las reconstrucciones se emplean colgajos cutáneos o injertos de piel del propio paciente (prepucio, piel proximal al meato y otros tejidos de mucosa oral o vesical).

El desarrollo y el avance tecnológico en estas cirugías permiten hacer un tratamiento precoz de la enfermedad y reducir uno de los factores disfuncionales más acusado: el trauma psicológico que se produce en el niño. La edad idónea para intervenir oscila entre los 2 y los 4 años, porque ya el niño ha desarrollado un tamaño de sus genitales adecuado para la cirugía que no dificultaría el injerto.










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