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Opinión. Sandalias de bronce en Sevilla. Juan Antonio Domínguez Álvarez


 Tenemos los sevillanos la costumbre de permanecer intramuros durante siete días, intramuros de San Gil e intramuros llorados y arrebatados por el alcalde García de Vinuesa a partir de 1865, y perdidos para siempre en el revolucionario 1868.

Incluso los cofrades extramuros, no salían de la ciudad, como el último esclavo de la cofradía de los negros, José Lerdo, muy probablemente, fiscal de paso en 1849, y que vio el derribo de la puerta de Carmona en 1868, a escasos metros y desde su Capilla bajo el oficio de prioste. Confrades de los pocos que hoy podemos citar que procesionó junto a la muralla y sin ella, por la puerta de Carmona y sin ella (1849, 1867 y 1869)

Pero cada vez nos atrevemos a salir más de Sevilla, y lo que es más importante a saber más de cómo otros cristianos, viven y rezan la Semana Santa, aunque sea en agosto. Y por ello tras la función a la Virgen de los Ángeles, programé la desconexión estival, vía ruta de la plata, perdiéndome intra-Extremadura, por cierto recomiendo encarecidamente que se pierdan ustedes, un atardecer, por el recinto amurallado de la ciudad de Trujillo.

Y en eso del descanso estaba, cuando por el casco viejo de la ciudad de Cáceres, me tope por azar, y otros azahares, con un monumento al Nazareno, no daba crédito al ver el impresionante homenaje en tamaño y calidad, al nazareno anónimo, del que me atreví a pensar que pudiendo ser monumento único en el mundo, no estaba en la Sevilla mariana del alma mía. Y ello me empujó a soñar con el olvidado nazareno en Sevilla. Posteriormente he descubierto monumentos de ondo calado y antifaz en los pueblos murcianos (que no marcianos) de Alcantarilla, Archena, Cehegín o Moratalla. 

Reivindico desde estas líneas la necesidad en Sevilla de una penitencia eterna, realizada todos los días del año por un nazareno anónimo de abrumador silencio-bronce, y considerando su sitio natural, junto a la Cruz de mármol de la casa Pilatos que sustituyó en 1630 a la Cruz de las Toallas en la arista exacta donde empezaban a flagelarse los disciplinantes.

Mi reivindicación no es nueva, los señores: Morales Bermudo, Domínguez Arjona ó Burgos Belinchón, entre otros, dieron según sus estilográficas, sus estilo-reivindicaciones. Pero hay algo nuevo, el sevillano ya puede ser consciente de que no es una idea bronceada por el sol que nos luce, sino que ya es una realidad de bronce en otras latitudes. Y ya para siempre debemos saber y llorar que el metal de Tarshis no será cincelado, como primicia en el mundo y según Sevilla, para arrebatarle una mirada penitente.

Pero deben ustedes saber, que sí tenemos un lugar único en el universo,  y que todavía estamos a tiempo de tener esa mirada penitente perdida hacia Zurbarán, en una de las aristas inmemoriales de nuestra fé.

juanodo@teleline.es










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