Carta a Daniel Villalba. Elena Moreno

Querido amigo,

Ni siquiera sé cómo empezar a escribir estas líneas. Tan sólo quiero atravesar distancias y acompañarte en estos momentos tan difíciles para ti y tu familia.

Hoy, más que nunca la Salud está contenta, porque su hija más cercana está con Ella. Hoy, la Salud sonríe entre lágrimas porque Dios Soberano ha traído con Él a alguien para quien Ella ha servido de modelo. Tan cerca de Ella todos los días, pero nunca cómo a partir de hoy. Ahora las dos sonríen juntas, se cogen las manos y hacen un propósito en común: cuidar de los suyos que sois vosotros.

Hoy, querido Dani, tu madre está al lado de la Salud y puede contemplar su rostro, lo mismo que el de su Hijo. Gozan las dos de un amor tan grande que ni siquiera tiene cabida en este enorme universo que nos rodea. El mismo amor con el que las mimabas a las dos cada día, a una en la intimidad de tu hogar y a la otra en su altar de tu parroquia. Jamás nadie pudo soñar estar tan cerca de Dios, tan cerca que sólo separaban apenas unos tabiques. Hoy ese sueño se desvela para quien te quiso como nadie.

Hoy, amigo Villalba, no debéis estar tristes, pues el Soberano ha desatado sus benditas manos para abrazar a las dos y llenarlas de felicidad. ¡Cuánto sabe Cristo del sufrimiento de una madre.! Por eso, abrirá una ventana en el cielo para que las dos juntas se asomen y puedan seguir viéndoos y ayudándoos como siempre han hecho, las dos a tu lado cada día.

Un abrazo, amigo.

Foto: Juan Alberto García Acevedo