Arte Sacro
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Conceptos fundamentales de la Semana Santa III: la Imagen. Javier Ramos Sáez.


 Imagen viene del latín imago, imaginis y significa todo aquello que es representado o que tiene un aspecto dado.

En el ámbito en el que nos movemos, la imagen tiene un valor añadido pues es una representación de algo que es desbordado por lo que representa. La imagen adquiere la envoltura del afecto y del sentimiento, y al cosificarla, es decir, el darle un ente o un ser, se convierte en Ser y no sólo en imagen. Decimos que Nuestro Padre (sea la advocación que sea) “es” y no “representa a”. Concebimos a la imagen como la esencia de Dios mismo y no como transmisión de unos valores. Su ideación primera consistía en esto, pues el tiempo todo lo redimensiona.

Como respuesta a la reforma luterana, que promulgaba la supresión de iconos e imágenes de Jesús, se definió la Contrarreforma a mediados del siglo XVI y en el que no sólo se oponía a los iconoclastas sino que se empezaron a sacar imágenes a las calles para fomentar la devoción entre el pueblo. Como fruto de estas medidas, la Semana Santa cambió de forma su celebración pues no sólo se celebraba la Pasión en las iglesias y parroquias sino que se ejercía la protestación de fe por las calles de las ciudades representando las diversas escenas de la Pasión y Muerte de Cristo. Esta reforma de representación escénica se introdujo en breve tiempo en España llegando a desarrollarse de una manera espectacular por toda la península y dejando constancia hoy en día de la magnificencia que siempre tuvo, en todos los siglos en los que estuvo presente, esta fiesta religiosa, llegando a eclipsar, como sucede ahora, a la fiesta del Corpus.

Siguiendo a Romano Guardini y su libro La esencia de la obra de arte, existen dos tipos de iconos o imágenes: la imagen de culto y la imagen de devoción. Para analizar dichos conceptos primero hay que clasificar el arte profano, el religioso y el sacro.

El arte profano y el arte religioso vienen de la experiencia personal del artista que luego intenta plasmar en la figura que quiere representar; el artista elabora desde su corazón y desde su vida interior, la obra es pura inspiración intelectual, artística y personal. La diferencia entre el arte profano y el arte religioso es la correspondencia, pues el arte profano no va dirigido hacia una comunidad de creyentes como es la del arte religioso.

El arte sacro o sagrado expresa un contenido que le es dado por una tradición determinada y por unos dogmas determinados. El artista empieza con un esquema que ya existe y que va dirigido hacia una trascendencia; es algo vivo y que tiene que ser edificante e identificante con una fe determinada. La obra de arte sagrada se aleja del arte mismo y se convierte en algo cultural y en una imagen de culto que mueve a la devoción. Por ejemplo, Las lágrimas de San Pedro de El Greco representa un arquetipo enmarcado dentro de la tradición de la Iglesia , pues se representa a San Pedro con los atributos de las llaves de la Tierra y del Cielo que excomulga y absuelve a la humanidad.

La diferencia entre el arte religioso y el arte sagrado es que el religioso es una cosa y el sacro es en esencia ser. La imagen sagrada “forma parte del cuidado de las almas, produce edificación y consuelo”. En Cartas dirigidas a un artista dentro de sus Obras completas, Guardini hace una diferenciación entre imagen de culto e imagen de devoción. “La imagen de culto no procede de la experiencia interior humana, sino del ser de Dios”. Este tipo de imagen tiene como esencia el ser de Dios mismo, como ejemplo el Santísimo Sacramento, aunque no sea producto del artista.

“La imagen de devoción arranca de la vida interior del individuo creyente: del artista y del que hace el encargo, que, a su vez, toman ellos mismos la posición del individuo en general. Parte de la vida interior de la comunidad creyente, del pueblo, de la época, con sus corrientes y movimientos; de la experiencia que tiene el hombre creyendo y viviendo de la fe”. Por la definición que nos cuenta Guardini, podemos suponer, sin equivocarnos, que la imagen de devoción son las imágenes de la Semana Santa pero que en momentos claves de nuestra devoción estas imágenes se convierten en imágenes de culto pues le conferimos el ser divino y le damos vida, amor y cariño.

La imagen parte del artista pero la talla, insertada en un contexto cultural y devocional muy concreto dentro de una comunidad de creyentes, deja de ser una realidad artística y adquiere una representación divina que lo trasciende al mismo tiempo porque es cohabitación de Dios y la imagen representada. Por la naturaleza de la imagen es propio que la situemos como un concepto fundamental de la Semana Santa pues sin la imagen no puede concebirse este rito postcuaresmal.

Foto: Juan Alberto García Acevedo










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