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Trabajos de otros tiempos. Por Óscar Gómez.


Trabajos de otros tiempos. (Igualá de la última cuadrilla profesional)

La cita es temprano. A las nueve de la mañana de un domingo. Es la primera toma de contacto del año de los capataces con su cuadrilla, y será la penúltima antes del Lunes Santo. La próxima, para la mudá, también en domingo, y a las ocho de la mañana.

Es la primera vez que el encuentro se celebra en el nuevo «paradero» de la cuadrilla, la taberna «Quitapesares», desde que el cierre de «El punto» diera al traste con cuarenta y tres años de historia. Se conserva, sin embargo, la tradición de tomar la que fuera especialidad del establecimiento de la Puerta de Osario: los anisados. Con anís seco o dulce, o con botellines de cerveza, celebran el encuentro los que han forjado amistades curtidas por el esfuerzo común y por la devoción.

El encuentro tiene toda la teatralidad de lo que hoy conocemos como una entrevista de trabajo: los patrones, capataces de la cuadrilla, se sientan en una mesa al fondo del establecimiento, en la que reciben, junto con el listero a los aspirantes a ingresar en la nómina de costaleros. Incluso los atuendos los diferencian: los costaleros en ropa de calle... los capataces, de chaqueta y corbata. La cantinela siempre es la misma:

    «Vengo a pedirles a ustedes trabajo».

    «Quédate por aquí, y vamos a ver si queda un hueco».

Son muchos los que han escuchado la frase durante siete u ocho años seguidos, y sin embargo siguen teniendo la esperanza de conseguir trabajar en la única cuadrilla profesional que queda en la Semana Santa de Sevilla.

«Nosotros no ensayamos», explica Manuel Villanueva, «los nuevos aprenden en la mudá, como se hacía también antes». Así lo hacen los actuales representantes de la legendaria saga de capataces, Manuel y Carlos Villanueva, únicamente en la cuadrilla de Santa Marta, no así en las de San Roque, la Amargura, Santa Genoveva, San Bernardo, las Cigarreras, el Gran Poder y los Servitas, donde trabajan con hermanos costaleros.

«La hermandad de Santa Marta quiere que siga siendo así y lo respetamos», explica el mayor de los Villanueva, ante la atenta mirada de su sobrino Carlos, garante de la continuación de la dinastía.  Según el veterano capataz, «las diez o doce mil pesetas que cobra cada hombre son lo de menos,  a lo que realmente le dan valor es al sobre de la paga, porque es el símbolo de ser costalero como a la antigua usanza». De hecho, algunos de los integrantes de la cuadrilla donan sus retribuciones a la bolsa de caridad, o la gastan en un encuentro fraternal con los compañeros de costal.

Los costaleros del misterio del Traslado al Sepulcro se pasan la tarde del Lunes Santo bajo el paso. No hay relevos. «Por eso necesitamos costaleros fiables, personal de confianza, que sepamos que nos van a responder», reconoce Manuel Villanueva.

Lobato, Lipasam, Mateo, Buzón, Bernal y Camacho, la primera está completa... y así la práctica totalidad del cuadrante, pero son muchos los que conservan intacta la esperanza.

El cuadrante, un hueco en la tercera

A las once de la mañana ya se sabe que habrá un hueco en la tercera trabajadera. Uno de los hombres de los Villanueva ha comunicado a los capataces que causará baja el Lunes Santo, por lo que hay que cubrir su hueco en la cuadrilla. Uno de los aspirantes es igualado descalzo sobre el suelo del bar. Si calza, sus datos pasarán a la lista en la que llevaba años esperando ver su nombre.

«La primera vez que me sentí costalero fue en Santa Marta»

Para la cuadrilla es «Mateo de la Puebla». Llegó hace siete años, y se ha convertido en uno de los peones de confianza de los Villanueva, si bien, y según él mismo, «aquí se trata a todo el mundo por igual, a los que llevan años y a los que acaban de entrar en la cuadrilla». A pesar de la experiencia que atesoraba en la trabajadera cuando llegó a Santa Marta, el patero reconoce que «la primera vez que me sentí costalero fue cuando se arriaron los cuatro zancos en la iglesia de vuelta. No hay vuelcapasos, todos somos costaleros y compañeros.

Fotos: Antonio S. Carrasco

Nota: Publicado hoy en El Cabildo (La Razón).










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