Arte Sacro
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¡Que poquito queda! El vuelo del pelicano. Alberto de Faría Serrano.


 Me han dicho que en la Anunciación has hecho amistades de esas que te duran toda la vida; que has enraizado la sabia y sevillana costumbre de dejar huella allá donde se vaya. He oído que la Doncella del Valle ha vidriado aun más su mirada melancólica y no por su restauración, si no por estar apartada del Amor de su Hijo y de tus alas. Que el Nazareno de la calle de la Amargura extendía aun más su bendita mano para palpar con sus dedos la crudeza de tus heridas e impregnar de tu pureza el Vero Icono de cada Jueves Santo. Que al Señor de la Coronación se le entreabrían de reojo sus lacerados ojos para asirse y aferrarse a tu semblanza. Que a los Sevillanos Ilustres has removido sus almas colindantes con el purgatorio.

Tu pico descarnado ha guardado el silencio que merece la entrega de tu símbolo. Las plumas ensangrentadas no han mudado más que para regenerar la vida y las oraciones de los que venían a verte por Puente y Pellón con el capirote bajo el brazo,  o por los padres que mecen la Cuna de los que ignoran aun que el camino para llegar a ti se hace a lomos de una Pollinica.

Cuando llegabas a la plaza que te ha fotografiado hasta el infinito, un insondable y casi inaudible graznido de lamento se percibía al pasar de largo y comprobar que la morada de tu Amor permanecía clausurada a cal y canto. Ni siquiera el caballero del Pedestal podía siquiera responderte, atónito e impávido ante la leyenda de su discípulo. Era entonces cuando los tres polluelos se afanaban con más tesón en alimentarse de tus heridas. Cuando se arriaba tu vuelo, se te iba la vida, y casi moribundo, te Anunciaba Ella sobre el dintel; el Nazareno te levantaba extendiendo su mano con solo mirarte tan Coronado de Espinas y picoteado por las ausencias. Solo así te adentrabas y tu espíritu se remansaba en un Valle de Amor inquebrantable. 

Siempre has estado en tu sitio. A los pies del Amor. Y a sus pies como siempre irás, por los siglos de los siglos. Incrustado en el Amor a tus polluelos y alimentando la devoción y el fervor tanto de los que comprenden como de los que no alcancen el significado de un ave al pie de una Cruz. No temas por que Socorro no te va a pesar ni faltar. Ni cuando surques rasante en estas noches de espera y de vigilia el enlosado de Francos y Álvarez Quintero para impregnar de Amor el camino de tus hijos. ¡Que poquito queda!

A todos los hermanos del Amor

Fotos: Francisco Santiago










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