El pañuelo de Santa Ángela. Fray Juan Dobado.

Pasa desapercibido, pero está ahí. Lo sostiene entre sus manos, tan delicado. Pero está en su justo lugar, las manos que tanta caridad derrocharon por los rincones de Sevilla, bordaron el pañuelo para las manos de Madre del Amor Hermoso.

Desde que llegó esta imagen a la iglesia del Santo Ángel, todo parece que es poco para Ella, manos sencillas entregan lo mejor guardado en sus muebles antiguos para Ella.

Así llegó este pañuelo a las manos de los Siete Dolores, unos papeles de seda envolvían esta pequeña joya que Sor Ángela había entregado a su madre y ahora es la hija la que quiere que lo lleve la Madre del cielo, sabiendo que ya tiene a las dos en el mismo paraíso.

¿Qué fuerza tiene la caridad? Muchas madres ven en los ojos llorosos de la Virgen una confianza, un saber de experiencia, como de entenderse sin hablar, una paciencia infinita en amar, un dar la vida por sus hijos...

Apoyados en la reja siempre hay unos ojos que miran más allá de lo que ven las apariencias, porque el amor no pasa nunca. Esta Madre de los Siete Dolores nos enseña que después de las pruebas, de lo que no se entiende, nos espera la mano del Resucitado, que con su llaga, nos levanta y reconforta:

"Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré".

Fotos: Francisco Santiago.