Arte Sacro
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La conquista más hermosa de Triana. Isabel Serrato Martín.


 A Moisés Ruz Lorenzo, marinero del Soberano y Salud, en la Esperanza de Dios.

Acababa de comenzar el IX pregón de las Juventudes de Triana, cuando, aunque por atenta a las palabras de mi amigo Moy, note, que mi teléfono móvil, vibraba. Era un mensaje, no es muy correcto decir de quien era, pero si que puedo escribir lo que decía,

“Me encanta la voz de Moy, me ha puesto los “pelos” de punta, aunque no me guste Triana, precioso. “El moy”, es mejor que tu, jejeje”.

Tras estas cariñosas palabras, que me las tomé con una gran sonrisa sabiendo de quien venían, seguí atenta a la batalla tan dulce que mi querido Moy nos narraba. Mi resumen más completo, es el que dice, que conquistó las maravillas de Triana. Por maravilla las llamo a Ellas, jovencitas y Madres de un bario, que como bien indicó Moy, todo queda en una, la que recibe el mejor de los nombres, Madre de Dios.

Me encantó, el detalle “leñero” y con esto me refiero, a la valentía que a veces a los jóvenes nos sobra o a otros les falta, para decir verdades como templo. Si no ha llegado su mensaje a San Jacinto y a sus habitantes (me refiero a los Dominicos), hoy lo repito desde aquí, Dios también vive a través de una imagen de madera, así lo quiso Él, y no hay que ir más allá.

Pero ya me dejo de hacer crónica y me quedo con el sentimiento. El sentimiento de esa voz melancólica que hizo que me emocionara en la tarde del Sábado siete, en la parroquia del Barrio León. Moisés, amigo, que Dios te conserve esa sensibilidad, ese cariño y ese detalle, con el que fuiste capaz de secarle las lágrimas a la Virgen de la Salud y a la misma vez, hacedle llorar más. Moisés, amigo, ¡qué grande eres!

Cuando ya liberaste tu tensión, y tu grupo de amigos no te abandonó, creo recordar que te lo dije varias veces, pero como no tengo seguro si lo asimilaste, porque tu humildad te lleva a ser grande, te lo vuelvo a decir hoy, ¡qué grande eres!

No hay mejor espera, que la que viví contigo, la que soñé contigo. Fuiste capaz, de despertar esos nervios que creía que nunca aparecerían en mí, por la llegada de mis palabras. No sé como describir, la maravilla de pregón que diste, pero sólo me cabe pensar, que sólo de un gran corazón, como es el tuyo, salen las palabras más sinceras, que en mucho tiempo he escuchado.

Permíteme, querido amigo, que te acompañe, como amiga, en el viaje de tu vida, porque así y sólo así, comprenderé lo que es tener a mi lado a un buen cristiano y mejor amigo.

Pregonero, Triana fue, tú mejor conquista.

Foto: Juan Alberto García Acevedo










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