Arte Sacro
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  • sábado, 20 de abril de 2024
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Zaguán sacramentado. Alberto de Faria Serrano.


 Has llegado presuros@ al Altozano de la Cuaresma. Has depositado un ramo de claveles en la capillita del Puente que separa la Esperanza del Traspaso. Has abierto de par en par los balcones para que se impregne del azahar primerizo, el más impactante, cada rincón de tu corazón,  y que su aroma se inyecte del sentimiento de amor que conlleva. La Calle San Jacinto es como un zaguán familiar dónde se cruzan los vecinos del Corral que llegan a consolar las Penas de su Señor. Allí mora el testimonio vivo del amor que ayuda a afrontar el dolor. A enfrentarse con su agonía. A ofrecerle el beso compasivo y piadoso. Ver cómo se acercan,  es encontrarle sentido al sufrimiento en la Cruz de Cristo; el Papa Benedicto nos lo recordaba hace poco en el rezo del Ángelus; “Jesús nunca deja de enseñar a sus discípulos que para ingresar en la gloria debe padecer mucho, ser rechazado, condenado y crucificado, pues el sufrimiento es parte integrante de su misión”.

Implorante, con la mirada perdida en el dictado de la Misión del Padre, “Jesús sufre y muere por amor”. Da un sentido a nuestro sufrimiento, un sentido que muchos hombres y mujeres de todas las épocas han comprendido y hecho propio, como los hermanos de las Penas de Triana bien saben. Es el sufrimiento adquirido y experimentado en la dureza de las pruebas físicas y morales que a diario nos vemos inmersos.

La Sangre que se desprende cadenciosamente por su divino rostro, se densifica por el sufrimiento, como dijo el Pontífice aquel día, de quiénes se empeñan cada día por dar sentido, respuesta o aliviar  las penas y dolores de todos nosotros, sirviendo a la vida en cada una de sus fases: padres, operadores sanitarios, sacerdotes, religiosos, científicos, voluntarios y otros”.

Hoy la recoleta capilla es la morada sacramentada de su dolor. Sus penas las hacemos nuestras porque allí depositamos por entero nuestras promesas y anhelos. Los próximos y los lejanos. Los asumibles y los imposibles.  Hoy su besapié es la reliquia anual que se imprime a fuego en la memoria. Como la de la semana que viene en la que tu camino se guiará por las señas reconfortantes de la Estrella de las estrellas. Del zaguán trianero de las alboradas, saldrás replet@ y enaltecid@. No faltes.

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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