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El día de Tú ausencia. Jesus Medina Riqueni


 8 de Septiembre de 2009. Triana ha amanecido extraña, temblorosa, como si le hubieran arrancado un pedazo de su alma. La luna apenas había recogido su manto de estrellas cuando en San Jacinto se abrían las puertas para dejar paso al Lucero más Hermoso. La Virgen de la Estrella cruzaba el dintel para poner rumbo al destino señalado, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.

Me vienen a la mente breves momentos de mi memoria lejana… entre mis nublos pensamientos recuerdo cuando, aún en un profundo sueño, sentía sobre mi mejilla esos besos fugaces de mi madre, que salía de casa sin hacer ruido para no despertarme.

Así se ha marchado Nuestra Estrella. Con la sutil brisa y la tenue luz de la amanecida Nuestra Madre entreabría el cancel de su casa para emprender el camino. Se había despojado de su corona y sus galas de Reina para no llamar la atención. Triana no debía despertar. No debía sentir pena por su marcha.

Un tímido beso y una última mirada de reojo a su Hijo, un último susurro de amor, un último “te quiero”. Acto seguido, la pulcra capucha de su capote cubría su Virginal perfil. No había vuelta atrás.

Apenas se percibía el ondear de su capa, blanca como la espuma. Con la mirada baja intentando ocultar su desconsolado llanto, la Doncella de Triana se marchaba dejando tras de sí un inmaculado surco de estrellas. Entre sus manos guarda celosamente todas las oraciones y piropos que le sus hijos le han ofrendado desde hace más de cuatrocientos años; en sus negras pupilas aún se vislumbran los miles de rostros de aquellos que tan fervientemente le hablan cada día, y sus labios siguen murmurando las más hermosas oraciones que los vecinos del arrabal tantas veces han pronunciado en su honor: “Bendita sea tu Pureza y eternamente lo sea…” .

Se marcha, lentamente se aleja de su barrio sin mirar atrás mientras murmura su oración. Tras sus lágrimas, las viejas calles del arrabal se desdibujan como diluidas en la acuarela de un lienzo. Nada será lo mismo en Triana sin su Estrella.

En las instalaciones del IAPH, la Santísima Virgen llega acompañada por sus hermanos y los técnicos de la Institución. El barrio se ha quedado huérfano sin su Madre, pero en el instituto la Niña de San Jacinto no estará sola.

Allí se ha encontrado con su Madre, Señora Santa Ana. Ella lleva más tiempo ausente de su casa y con la misma sonrisa eterna que siempre perfila sus labios, Santa Ana recibe a su Hija con emoción. Tienen muchas cosas que contarse, cómo las extraña su gente, cómo rezan los trianeros.

Pero en la Capilla de la Estrella se viven momentos de confusión, se hace muy complicado pisar esas baldosas sin divisar al fondo el rostro nacarado de la Señora de Triana. En su lugar, la Bendita Imagen del Señor de las Penas ocupa el puesto de su Madre y en el presbiterio del Altar un cuadro la recuerda. Es el primer día de su ausencia y las abuelas del barrio que entran en la Capilla como cada mañana, aún no han asumido la falta de la Santísima Virgen y sus lágrimas surcan sus arrugadas mejillas. Es difícil hacerse a la idea de que no estará presente durante veinte semanas cuando uno está acostumbrado a visitarla a diario, cada mañana o cada tarde.

Sentimientos agolpados como el agua estancada en una presa, miles de oraciones que a partir de hoy se dirigirán exclusivamente al Señor Orante de Triana, al Redentor de Nuestras Penas. Pasarán ciento cincuenta eternos días, jornadas de alegría, de tristeza, de ilusión, el X Aniversario de su Coronación Canónica,… lunes, martes, miércoles,… Octubre, Noviembre, Diciembre,… pero siempre será el día de su ausencia, de su recuerdo.

Triana seguirá mirando adelante, con un rosario entre sus manos y arrancando las hojas de su viejo almanaque para hacer más corta la espera. Tan lejos y tan cerca. Esa es la grandeza de Nuestra Madre de la Estrella. Su Perfecta Imagen no está con nosotros, pero sólo al pronunciar su nombre las miradas destellarán de ilusión, pues Ella sigue aquí, con nosotros. Parafraseando a D. Francisco Ruiz Torrent:

 “Adiós mi rosa temprana,
adiós mi bella alfarera,
aunque lejos de Triana
siempre estarás a mi vera
Estrella de la Mañana”.

8 de Septiembre de 2009. El día de tu ausencia.

BENDITA SEA TU PUREZA, ETERNAMENTE LO SEA

Foto: IAPH 










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