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Provincia. Una mirada a la provincia. La Hermandad del Dulce Nombre de Marchena


 Eduardo Fdez. López. Hoy vamos a conocer a la Pontificia y Real Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Dulce Nombre de Jesús, Ntra. Sra. de la Piedad y San Juan Evangelista de Marchena, con residencia canónica en la parroquia de San Sebastián.

Durante el siglo XVI proliferan las Hermandades del Dulce Nombre de Jesús, establecidas, con el beneplácito de la Iglesia, para remedio de la depravada costumbre de blasfemar, votar y jurar, siendo estas, casi en exclusiva, patrimonio de la Orden de Predicadores. Tan era así que el Romano Pontífice San Pío V determinó por Motu Propio el no poderse fundar estas cofradías al margen de la jurisdicción de la Orden de Santo Domingo, es decir, fuera de los conventos dominicos o, por lo menos, con licencia del Padre provincial o prior más próximo.

Como caso excepcional nos encontramos con la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús establecida en la Parroquia de San Sebastián, patrono de la Villa de Marchena, cuyas Reglas fueron aprobadas en la vecina ciudad de Écija el 26 de Agosto de 1599 por el provisor del Arzobispado D. Pedro de Villa – Gómez, siendo Arzobispo de la sede hispalense D. Rodrigo de Castro.

 Tuvo su origen en una institución benéfica fundada y formada por niños, hacia el segundo tercio del siglo XVI, que comenzaron a sacar procesionalmente, en un principio de un domicilio particular, una cruz y una imagen de Jesús niño.

Hoy por hoy, continua su labor como Hermandad, como asociación publica de fieles, comprometida con la acción social, tributando culto al Santísimo Sacramento del Altar como Hermandad Sacramental desde 1990, adquiriendo esta titularidad procedente de la antigua Sacramental de la parroquia y en torno a sus Sagrados Titulares, el Dulce Nombre de Jesús, Nuestra Señora de la Piedad y San Juan Evangelista.

El Dulce Nombre de Jesús es una escultura del Niño Jesús, ejecutada en madera policromada, que habitualmente es venerada vestida, cuya autoría se ha venido atribuyendo a Juan de Oviedo y de la Bandera, motivado por el tratamiento del cabello con cuidados rizos y guedejas laterales. En la salida procesional aparece revestido con túnica de cola carmesí, bordada en oro, estrenada el Jueves Santo de 1864. Porta en su hombro izquierdo una cruz de plata de ley realizada en el siglo XVIII por el maestro platero Ambrosio de Soto.

 El paso procesional se compone de canasto y respiraderos que siguen el modelo de la escuela neobarroca sevillana realizados en 1994, saliendo totalmente acabado y dorado en la Semana Santa de 1996. Sobre el canasto se alza una magnifica piña en madera dorada, con pequeñas imágenes y espejos, obra del siglo XVIII, que sirve de peana al Divino Infante.

Nuestra Señora de la Piedad es una imagen de candelero que se ha venido fechando hacía el final del siglo XIX. Su rostro irradia poco dolor, aunque no exento de resignación.

Se entroniza en un paso de palio de principios del siglo XX, confeccionado en terciopelo rojo bordado en oro y realzado con hilos de seda, cuya confección corrió a cargo de la fabrica de Justo Burillo y Cía., de Valencia. Recientemente se han pasado las bambalinas a nuevo terciopelo, ejecutando esta labor Juana María Ibáñez en 1998. Los varales se estrenaron en 1968, obra del orfebre Villareal, mientras que los respiraderos fueron ejecutados en 1944 por Eduardo Seco Imbert.

La sagrada Imagen posee un rico manto de terciopelo azul bordado en oro, confeccionado probablemente al mismo tiempo que el palio, pasado a nuevo tejido en 1976 por la MM. Filipenses de Écija.

Fotos: Eduardo Fdez. López










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