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La Iglesia de Sevilla con los privados de libertad


 Arte Sacro. El 24 de septiembre se celebra la festividad de Nuestra Señora de la Merced, patrona y protectora de los presos y de la Institución Penitenciaria. Desde el Departamento nacional de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal se  estableció años atrás que en torno a esta jornada se celebrase en toda España, a nivel eclesial y social, una Semana de Pastoral Penitenciaria, a fin de sensibilizar de la realidad dramática que sufren los privados de libertad, al mismo tiempo, que en todas las comunidades cristianas y en los encuentros oración y celebración, se rezase por los presos, presas y sus familias.

Misas en los Centros Penitenciarios

Sacerdotes colaboradores con la Delegación van a hacerse presentes entre los presos para estar a su lado y llenarles de esperanza, infundiendo en ellos el ánimo y la fe que necesitan para seguir luchando por su libertad. Por eso el cardenal arzobispo, mons. Carlos Amigo Vallejo, celebrará la eucaristía el día 24 en el Centro Penitenciario de Sevilla II (Morón de la Frontera). Además, el arzobispo coadjutor, mons. Juan José Asenjo Pelegrina, la celebrará en la Unidad de Preventivos de Sevilla I.

Este año la semana dedicada a este fin se ha establecido entre los días 20 y 27 de este mes, con  el lema “La cárcel: tarea tuya y mía”. La Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria, que dirige el sacerdote trinitario Pedro Fernández Alejo, destaca con este motivo que “la prisión no es una realidad ajena a nuestra sociedad, ni distante de cada uno de nosotros. La cárcel no es sólo un problema de los políticos, es nuestro problema; nuestra sociedad está enferma, con diversas patologías, cuando necesita, reclama y exige que haya más y más cárceles, para poder aparcar y enterrar a hombres y mujeres vivos que, decimos, nos estorban, para poder seguir viviendo una vida plácida, aburguesada, vacía y carente de sentimientos y, a veces, de los principios fundamentales de la ética humana, no digamos ya de los valores y principios de los valores del Evangelio”, afirma.

En la misma línea señala que la masa social, en la que está incluida la “masa creyente”, se deja fácilmente arrastrar por “supuestos principios ideológicos que dicen defender derechos y dignidades de no sabemos quiénes, cuando en realidad nos estamos encontrando con un número, cada vez más creciente, de personas, niños, jóvenes y mayores, a quienes se les niegan derechos, oportunidades, posibilidades para poder vivir con dignidad, para poder llegar al mínimo humano de una existencia digna. Estamos inmersos en un espiral del fracaso, de la desestructuración humana, afectiva y social que afecta a muchos de nuestros jóvenes. Y ante la explosión de violencia, de anarquía, de rechazo a las estructuras sociales y familiares de bastantes jóvenes, la sociedad, es decir, nosotros, respondemos con más violencia aplicando todo el rigor penal y descargando sobre ellos “el peso de la ley”, es decir, de nuestra ley que solo sabe castigar, anular, destruir. Nuestro sentido de la “justicia” se fundamenta en la venganza, en aplicar la ley del talión, “ojo por ojo,…” Sin embargo, la justicia del evangelio nos habla de misericordia, de compasión, de perdón, de trabajar por educar, formar, acompañar, guiar a los más débiles. En nuestra mentalidad es más fácil castigar que educar, penalizar que reinsertar. Nos hace falta una buena política de prevención dirigida a los niños y jóvenes, una política de educación y formación en los valores humanos y cristianos. Es imprescindible trabajar más por una “justicia restaurativa”, que restablezca la dignidad y los valores de la persona.  Y en esa tarea –subraya- debemos estar, de modo especial, los cristianos, los padres de familia, la Iglesia en general”.

A su juicio, “el problema de una juventud “enferma” no se soluciona con castigar y encerrar en una prisión; es necesario, primero, sanar, curar. Todos sabemos que la cárcel no cura, no reinserta, no integra; por el contrario, después de varios años de pérdida de la libertad, el preso sufre un deterioro humano, psicológico, afectivo y social que resulta casi imposible su recuperación. La cárcel devuelve a la sociedad a un individuo aún más deteriorado, más enfermo, más agresivo y con más ganas de revancha y de venganza contra una sociedad que, con sus mecanismos de exclusión y de castigo, le ha negado toda posibilidad de recuperar su dignidad y su capacidad de ser persona inserta en el entramado social y familiar”.

Cinco centros penitenciarios en Sevilla

Pedro Fernández recuerda que en Sevilla ya contamos con cinco Centros Penitenciarios para mayores de 18 años, con una capacidad de más de 5.000 presos y presas, sin contar con los Centros de Reforma para menores infractores. “Esta situación –añade- se nos antoja insostenible, la solución no está en abrir más prisiones. Ahí está la realidad de nuestra sociedad sevillana. Los creyentes hemos de ir presentando alternativas más humanas y evangélicas. No debemos permanecer indiferentes ante el drama humano y familiar que supone la experiencia de la pérdida de la libertad”.

La Pastoral Penitenciaria en Sevilla

La Iglesia de Sevilla, a través de la Delegación de Pastoral Penitenciaria, se hace presente en todos los Centros Penitenciarios. Capellanes y voluntarios están inmersos en esta misión evangelizadora de llevar a los presos la misericordia, la esperanza y la compasión de Cristo, acompañándoles en su difícil camino hacia la reinserción y la liberación integral. “Los que llenan nuestras cárceles de Sevilla son nuestros presos, son parte de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestra Iglesia. La cárcel es una tarea nuestra, de los creyentes, de la Iglesia. Y para tener los mismos sentimientos de Cristo, desde la misericordia y la compasión, debemos afianzarnos en la sensibilización hacia nuestros hermanos que más sufren”, subraya.

“Bien es verdad que, poco a poco, va incrementándose en los cristianos y en nuestras comunidades parroquiales la preocupación, el interés y la atención de nuestros hermanos encarcelados y de los expresos. En varios arciprestazgos y parroquias se han constituido grupos de cristianos vinculados a la Delegación de Pastoral Penitenciaria que realizan una labor maravillosa con los liberados y con las familias de los presos. Existen comunidades  religiosas, comunidades parroquiales, grupos,  movimientos y hermandades donde oran y colaboran humana y económicamente para afrontar los distintos programas de reinserción que se están llevando a cabo desde la Delegación.

Actos en la Iglesia de Sevilla

Con motivo de la festividad de Ntra. Sra. de la Merced, día 24 de septiembre, y, durante toda esta semana, el delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria destaca que la Iglesia de Sevilla “ha de manifestarse más sensible y solidaria con los privados de libertad y con sus familias”. Un modo particular de sentirnos en comunión con los presos es la oración por los encarcelados. Como sugerencia para los sacerdotes, se recomienda celebrar la misa votiva por los encarcelados algún día de la semana, así como dar especial relieve a la Misa de la fiesta de Ntra. Sra. de la Merced el día 24.

Sitio relacionado: www.diocesisdesevilla.org










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