Arte Sacro
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Salud de los Enfermos. Antonio Gila Bohórquez


 Te han llevado al Hospital. Y no es el hecho de estar enmarcado en la gloria bendita de tu nombre, sino el fin último por el cual te han llevado. No es para protagonizar una esquina de la Capilla del Hospital Virgen del Rocío, sino para que vuelvas a tu casa. A la casa de los que te quieren.

Te llevan muerto, Santísimo Cristo de la Salud , y cuando el enfermo, agónico en sus síntomas, se refleja en el cristal de aquel cuadro que te protege, una nueva estampa se conforma, y nace tu Salud. Sin el enfermo, ¿quién eres? ¿A quién perteneces? ¿A quién imitas? Estás crucificado, ¿por qué si no es por el enfermo que se utiliza tu cristal para ver su rostro demacrado por la enfermedad?

Es el enfermo la pieza que te completa Santísimo Cristo de la Salud. Te han llevado al Hospital, y muchos, no saben el por qué. Y a veces no quieren ni saberlo. Pero los que allí residen, y día tras día atraviesan el dintel de tu estampa soleada, sí que lo saben. No buscan un consuelo en tu imagen, ni en la perfección de tu retrato, ni en la simplicidad de tu figura martirizada. Ellos buscan la conversación idónea que les permite asegurar, a buen recaudo, que Tú, Cristo de la Salud , les has entendido. Que quieres compartir el dolor de su enfermedad, la angustia de sus pensamientos, la incertidumbre de su pronóstico, la dureza de su tratamiento y la ansiedad de sus seres más allegados.

Quieren simplemente verte y que Tú les veas. Y aunque no abras los ojos, por que el sueño en el que está inmerso es agradable e increíblemente envidiable, ellos saben que estás despierto, y que si quisieras, te bajarías de la Cruz y les abrazarías. Pero no lo vas a hacer, porque así les das el mensaje de la esperanza a aquellos que quieren ver esperanza y que pueden esperar, aún más años, hasta tocarte las llagas en el Cielo una vez que has bajado de la Cruz.

El que te ve con ojos de esperanza, es el fuerte que luchará para combatir su dolencia. El enfermo que busca en ti, no el alivio ni la paliación, sino que sus rezos se dirigen a pedirte ayuda, energías, Fe, y ante todo, a pedirte el aliento de VIDA de tu Bendita Madre del Refugio.

Ésa es tu Salud, Cristo mío. Tu Salud no es la que buscan los que ya han muerto en este tu Reino mortal. Sino que es aquella de los que quieren seguir siendo imperfectos, cometiendo errores y arrepintiéndose de ellos, de los que buscan aún horas, días, meses y semanas ante un Cáncer terminal, para continuar apreciando la sonrisa de sus hijos y nietos. Es la Salud de los que quieren seguir viviendo para seguir siendo humanos. Es la Salud de los que quieren seguir siendo tus Hijos, aquí en la Tierra.

Y es por ello, Santísimo Cristo de la Salud , que tu Altar coronado por el Bastón de Esculapio, se convierte ahora en las plegarias de médicos, enfermeros y demás sanitarios que te piden luz y claridad en sus conocimientos y sus pronósticos. Es ahora cuando, Cristo mío, gobiernas la ilusión de muchos y el desprecio de otros.

Es ahora, Santísimo Cristo de la Salud , cuando te has convertido verdaderamente, en Salud de los Enfermos.

Foto: Juan Alberto García Acevedo










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