García Barbeito: “Si vais al pregón no me aplaudáis”

Francisco Santiago. La Hermandad de La Macarena acogió el miércoles 20 de enero, dentro de las Jornadas Culturales organizadas por el Grupo Joven, una magnífica charla coloquio en la cual se dejo ver (y escuchar) al mejor Antonio García Barbeito. En la mesa y a modo de presentador estuvo el compañero de 'El Escaparáte de Sevilla', Mario del Toro Niebla.

Antonio, jugando con el tiempo (en su contra pues tenía un acto familiar) fue respondiendo a cada una de las preguntas que los allí asistentes le iban haciendo, sin trabas ni censura.

Respecto a su pregón, nos dejo claro que un pregón es atemporal, como las buenas películas que, aunque duren tres horas, nos dejan buen sabor de boca, al igual que la proyección de “un cortometraje, nos puede parecer como ver siete veces “Lo que el viento se llevó”, a pesar que sólo dure quince minutos. Al mismo tiempo ya nos confirmaba que su pregón, aun por concluir, no sobrepasaría “la hora y media, o la hora y cuarto o quizás ni la hora”…

Antonio nos habló de su Esperanza, de sus vivencias en esta Sevilla tan cerca y tan lejos de su Gines natal y nos dejó patente que “si vais al pregón no me aplaudáis, pues vendrá a sustituir al silencio”. Él prefiere los aplausos (o las almohadillas) para el final.

En los salones de la casa hermandad, se nos presentó el García Barbeito que sabe conjugar perfectamente la ironía y la educación, el sentimiento más profundo y la sonrisa, el verso más profundo y la frase más simpática.

Tanto así que se permitió el lujo, cuando le preguntaron sobre un instante en la Semana Santa, decir que se quedaba con “el sonido de la luz en el aire”…, a la vez que sus primeros recuerdos cofradieros se centraban en una marcha y en los costaleros.

A Barbeito hay que escucharlo, no valen resúmenes como este para darles una opinión o convencerles de algo. Barbeito es “la voz en off de la Semana Santa”, el paso del Gran Poder por la Plaza del Museo y a la vez, la Salida de la Macarena con el bullicio y, por supuesto, La Esperanza.

“Doctor, me confieso Barbeitiano, ¿es grave?”

Gracias, Antonio.