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Opinión. Este año, humildad. Antonio Gila Bohórquez.


Faltan escasas horas para que tus ojos busquen otro horizonte. Uno más bajo. No tan centrado como el de tu camarín. Un horizonte cercano a tus hijos e impuesto sobre el mármol de tu Altar. Faltan escuetos minutos para que un año más, nos hables sobre amor y perdón, de tú a Tú. De labio a labio. De beso a beso.

Has concentrado tus energías en observarnos. Ver cómo actuamos, cómo sonreímos y lloramos. Ver el por qué de nuestras intenciones, nuestros movimientos, nuestro día a día. Todo ello, sólo se puede ver desde tu camarín. Elevado y repleto de una luminosidad que aclara aún más tu visión.

Y ahora, es la hora de la verdad Madre. Lo sabemos. Nos enfrentamos a tu mirada, cara a cara, para escuchar tu sentencia y tus consejos. Para que nos corrijas y nos digas lo que hemos hecho mal, y lo que no hemos hecho tan mal. Ahora llega el momento de demostrarte el valor propio de un hijo tuyo, y acercarnos a escasos centímetros de tu cintura y pecherín. Acercarnos hasta que el aire que entre Tú y nuestro cuerpo, sea fruto del concentrado de las flores que adornan tu Besamanos. Llega el momento, no de Refugiarnos en Tí, sino de escapar de la timidez creciente del cobarde que llevamos dentro, y expulsar, con todas nuestras fuerzas un "AQUÍ ESTOY YO".

Sí Madre. Llega la hora de tu Clase Magistral como Catedrática del Cielo, y todos, todos los que presumimos de llevarte siempre con nosotros, hemos de asistir a la lección que inicia este año.

¿Qué hemos hecho mal este 2009 Madre? ¿Hemos desautorizado tu voluntad? ¿Te hemos ofendido, dado la espalda, desilusionado, o acaso ha sido una mixitud de enfrentamientos entre nosotros mismos, tus hijos, lo que te ha provocado que este año bajes con una lágrima más? Probablemente sea de todo un poco. Nuestro egoísmo y egocentrismo son lacras que difícilmente salen de nuestro ser con cuatro o cinco rezos el Miércoles Santo, o en el día del Corpus, o en tu Festividad en Agosto. Aún más improbable es que nos curemos de la enfermedad llevándote en la cartera, o enmarcándote en fino oro sobre madera de cedro para el lucimiento de nuestros hogares.

Y lo más triste, es que lo sabemos. Sabemos que nuestra conducta no es propia la mayor parte de los días durante el año. Pero son tantos los problemas Señora del Refugio... economía, familia, estudios, trabajo, amistades, catástrofes mundiales...
Es un cúmulo malnutrido que nos lleva al desenfreno irracional de nuestro comportamiento y sí, perdemos la cabeza. Y para colmo, sueles ser una de las perjudicadas.

Y ahora llega Enero. Y nuestros trajes están limpios y pulcros. Nuestras corbatas y camisas, planchadas con una elegancia inexorable. Nuestros zapatos, ruidosos por el tacón con tapa nueva y pulidos cual espejo de plata. Nos acercamos a Tí, erguidos, muy seguros de nuestra posición social, y te besamos la mano. Acto seguido, nos presignamos para la demostración protocolaria de nuestra condición de cristianos, y con una sonrisa "profident", nos marchamos a nuestro mundo de clases sociales. Y es entonces cuando
la HUMILDAD, preside el altar de los santos patronos Falsedad e Hipocresía: nadie quiere la humildad.

Todos hemos cometido alguna vez que otra ese cambio perverso de la humildad por el despotismo y la prepotencia. Se la robamos al eterno satanás de las venganzas, y le damos como regalo nuestra humildad. Sin embargo, nos acercamos a Tí, Señora del Refugio, con la medalla impuesta de una Oración que ya se rezó en nuestra Jura con un eterno consentimiento a seguirte, amarte e imitarte.

Este año Madre, rezaremos por nuestros familiares, amigos... pediremos por las víctimas de Haití y los héroes que hasta allí han viajado... ansiaremos tu Eterna sonrisa todos los días de nuestras vidas... pero te prometo, Señora del Refugio, que más de uno, te dará un simple gracias, de corazón y con lágrimas en sus ojos, por ser Tú, la que perdona nuestras faltas y errores. Bajas otro Enero, e iniciamos otro intento.

Fotos: Bernardo Paz Torreblanca.










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