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Minuto de silencio negado al 'Perejil'. Manuel Ramírez.


Mi condición de verdolaga me provoca infinidad de emociones, como me imagino que le ocurrirá a cualquiera que tenga sentimientos y pasión por algo. Son muchos los años que llevo viendo fútbol  o, al menos, a mi equipo lo juegue o no lo juegue. He vivido momentos de euforia, desesperaciones, indignación, tristezas, éxtasis y miles de experiencias emocionales que con el paso de los años van apaciguándose pero que de la memoria no se borran.

Pues bien, el pasado domingo en el Villamarín casi vivo el minuto más sentido de los ultimos cincuenta y un años, que son los que tengo, dentro de un campo de fútbol. Ni derbis, ni champions, ni cánticos, ni banderas, ni himnos, me zarandearon tanto como el casi minuto del domingo. Y la culpa del casi la tiene el ignorante, estricto y frío colegiado que me birló de un silbatazo el momento más intenso que jamás haya sentido en un espectáculo público. Se había concedido, a dos grandes béticos, un minuto de silencio en los prolegómenos del partido y un silencio respetuoso se hizo dueño en  los treinta y seis mil corazones que se sumaron al homenaje. Por la megafonía unos rajeos flamencos de guitarra abrían paso a la voz inconfundible de Peregil  y un fandango inundaba de emociones y recuerdos las gradas del estadio. En innumerables ocasiones había escuchado al niño gigante de Manzanilla cantar, pero esta vez me sonaba distinto.

Con un nudo en la garganta y unas lagrimillas asomando, mire de reojo a mi hijo y me di cuenta que, con sus diecinueve años, ya era bético de corazón, aunque el carnet lo tenga desde que su madre lo parió. También, él, sentía la pérdida, aunque no lo conoció, de un bético que recordaron un domingo soleado de invierno, cuando un señor en calzonas nos faltó el respeto por querer empezar un partido de fútbol. Como si a mí en ese momento me importara el partido.

Cuando tenga que pitar otro minuto de silencio, señor colegiado, acuérdese de sus muertos. ¿ O no, Pepe?

Manuel Ramírez.

Foto: Miguel Ángel Osuna.     










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