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La meteorología no es mi obsesión. Joaquín Corchero


 J. Corchero. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha mirado al cielo para el estudio de cuerpos celestes y encontrar relaciones matemáticas y físicas entre el éter y el no éter.

Esta curiosidad, dio paso al estudio de las precipitaciones, un estudio que se hacía en los primeros días del mes de agosto y servía para testimoniar la predicción, con gran error, de cómo se iba a dar el año. Si iba a ser seco, pocas precipitaciones, o iba a ser mojado. La ciencia y la tecnología han ido de la mano para que el error fuera infinitesimal, creándose así lo que se conoce hoy como la Meteorología.

A día de hoy, muchos medios de comunicación nos meten el miedo en el cuerpo con la lluvia en la Semana Mayor, que si los partes están cambiando, que si los modelos americanos son mejores que los europeos… Unas frases que desde hace algo más de un lustro se han convertido en la peor seña de identidad de la Cuaresma.

No hay culto al que uno vaya en el que la gente no pregunte por el tiempo, ¿tan importante es el tiempo meteorológico? ¿No pensáis que en la sociedad, y más en la cofrade, no existen cosas más importantes? De ahí mi inquietud por dar mi opinión.

A mí la lluvia no me obsesiona, lo que verdaderamente me obsesiona es el vivir el día a día en las hermandades, paladear cada segundo de intimidad con los titulares cuando se bajan de sus altares para los cultos, el mágico día de sacar la papeleta de sitio y reencontrarte con hermanos que por trabajo, o motivos familiares sólo ves en estas fechas, limpiando plata con el grupo joven, apretando las tuercas de los altares andantes que con tanta ilusión se montan, los ensayos, la mudá, la subida al paso de los titulares, el retranqueo… ¿te quita eso la lluvia, cofrade?

Recordemos que, en la historia de la Semana Santa de Sevilla, las cofradías siempre, y repito, siempre se han mojado, algunas más que otras, ya que antes no había ni Smartphone, ni las informaciones meteorológicas era tan fiables como en la actualidad. En antaño se asomarían a una ventana, azotea o a la torre de la iglesia para ver de dónde soplaba el viento y las nubes que acarreaban y así decidían y que fuera lo que Dios quisiera. Con esto no quiero decir que las hermandades se tiren a la piscina, no. Sólo que la prudencia debe mandar, y si no se hace Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Patriarcal de Sevilla, o en otras palabras, salir a la calle con tu cofradía, no pasa absolutamente nada, ¿y sabéis por qué? Porque ni siquiera el líquido alimento os podrá negar que os vistáis con vuestra túnica e ir a vuestro templo.

Casualmente doy esta opinión, porque la mayoría de los que hacen comentarios, y cientos de meteorólogos que tenemos ahora en esta ciudad llamada Sevilla, no hacen vida de hermandad en sus respectivas corporaciones o ni siquiera pertenecen a la nómina de ninguna, sólo desean salir una semana a la calle a ver obras de arte sin saber que para sacar un paso a la calle antes un mayordomo ha tenido que hacer cuentas o un prioste, con su grupo de priostía, ha tenido que trasnochar en los templos de salida de cada una, limpiando, montando y adecuando los pasos para la salida Penitencial.

Sin lugar a dudas, el día más importante de la hermandad no es la Estación Penitencial, aunque un 90% de los cofrades lo opinen así. El día más importante de una Hermandad es el día de la Función Principal de Instituto, cuando tras las sagradas lecturas, proclamación del Evangelio y la homilía del sacerdote se realiza la Pública Manifestación de nuestra Fe Católica. Motivo que sin lugar a dudas es por el que estamos aquí.

Por lo tanto os lo digo amigos, disfrutad de la Semana de Pasión, saboread cada instante en vuestras corporaciones,  el tiempo en primavera es muy cambiante y aquí, hasta 2 minutos antes de la hora reglada para la salida, no se sabe nada.

Obviamente, da rabia que tras muchos días trabajando para tu hermandad, con una ilusión enorme tras ver como poco a poco llega el día de la Estación Penitencial y todo se prepara, llueva en nuestra ciudad para nublar nuestra Semana Santa.

Foto: Joaquín Corchero










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